Indescriptible. Así define el hematólogo Álvaro Cabrera García el hecho de dar quimioterapia a una embarazada y, después de varios ciclos con medicamentos muy agresivos, ver que su bebé nace. Es en ese momento cuando actúa el equipo de especialistas que él encabeza: los obstetras se abocan a la paciente; los neonatólogos, al recién nacido.
“Es un equipo que intenta salvar dos vidas al mismo tiempo”, dice Cabrera García, quien se dedica a esta tarea desde 2016, cuando se inauguró la Clínica de Referencia de Enfermedades Hemato-Oncológicas durante el Embarazo del Hospital Regional de Alta Especialidad de Ixtapaluca (HRAEI), única en el país.
- No obstante, a esta labor ya difícil desde el año pasado se sumó un reto adicional: la pandemia de COVID-19, a la que las personas con cáncer y las mujeres embarazadas son aún más vulnerables.
- “Si ya de por sí un embarazo con COVID, más un embarazo de alto riesgo, es algo que da miedo, ahora el embarazo, más cáncer, más quimioterapia… No, bueno, hace temblar a cualquiera”, reconoce el médico. En entrevista, cuenta que en 2020 en la clínica atendieron a 12 mujeres, la mitad del promedio que recibían en años anteriores; de ellas, al menos siete fueron positivas a SARS-CoV-2.
De acuerdo con la Dirección de Epidemiología de la Secretaría de Salud, las mujeres embarazadas y en puerperio tienen mayor riesgo de presentar formas graves de COVID-19, por lo que hace unos días se emitió un aviso al respecto. Según sus cifras, al 28 de enero 10,504 mujeres embarazadas habían contraído el virus.
Valeria Benavides, fundadora y presidenta de la Fundación Padma, que se dedica a apoyar a las embarazadas que se enfrentan a cualquier tipo de cáncer en el país, coincide con el desafío que el momento actual representa. Explica que se calcula que diariamente en México mueren 810 mujeres por causas evitables relacionadas con embarazos y partos, ya sean directas o indirectas.
- Estas últimas representan alrededor de 30% del total y entre ellas se incluye al cáncer. Sin embargo, en 2020 la situación cambió. “El año pasado, desde julio, el indicador se movió de manera drástica y el principal causante de muerte materna es el COVID”, señala.
- La Secretaría de Salud informó que, solo en las tres primeras semanas epidemiológicas de 2021, se ha notificado un acumulado de 46 defunciones por COVID-19 en mujeres embarazadas, lo que representa 56.1% de las muertes maternas reportadas del 1 al 25 de enero. “Estos datos nos sugieren que las muertes maternas relacionadas con COVID-19 han ido en incremento con relación a las últimas semanas epidemiológicas de 2020”, indica el aviso.
“Es impresionante, nunca imaginé que nos tocaran varios problemas al mismo tiempo, tanto COVID como embarazo de alto riesgo y cáncer durante el embarazo. Es impresionante todo a lo que nos tenemos que enfrentar todos los días, se complicaron toda la vía y los algoritmos que teníamos para las mujeres embarazadas con cáncer, se hicieron más complejos con lo de COVID, porque aparte están como la causa más importante de muerte materna actualmente en México”, sostiene Cabrera García.
Esto de la pandemia es un terror. Ya hemos tenido mujeres embarazadas, con cáncer, con COVID, con quimioterapia. Las hemos tenido en terapia intensiva, por eso nos da una alegría inmensa poder decir que hemos podido sacarlas adelante”.
Embarazadas y con cáncer
Desde antes de que llegara la pandemia y pusiera en situación de riesgo a las embarazadas y a las personas con cáncer, el equipo de médicos encabezado por el especialista ya trabajaba en esta situación que ha sido poco visibilizada, pese a que el cáncer es la tercera causa de mortalidad en el país, afectando más a las mujeres, en tanto que reducir la mortalidad materna sigue siendo un pendiente.
- La International Network on Cancer, Infertility and Pregnancy (INCIP) calcula que en México se presentan entre 2,000 y 3,000 casos de mujeres embarazadas y con algún tipo de cáncer. De estos, muy pocos llegan a la clínica especializada.
- Esto en parte se debe al desconocimiento que existe de esta unidad y del tratamiento que da. Cabrera García advierte que es un “tabú” manejar cáncer y embarazo, porque no hay evidencia científica y hace falta mucha información para dimensionar esta situación de salud pública.
El médico está seguro de que se necesita un equipo integral con especialistas para la atención de embarazadas, de personas con cáncer y de bebés. “Es juntar a todos ellos para orquestar y armonizar qué cosas debe hacer cada uno en cada momento”, explica. De lo contrario, se genera un “caos” y un “penar” para las pacientes, ya que una mala atención puede provocar que aborten.
El COVID nos vino a dejar claro que no existe ningún grupo multidisciplinario que se abocara a la atención completa de mujeres embarazadas con cáncer en México”.
- Benavides, quien es sobreviviente de cáncer y cuando tuvo una segunda recaída estaba buscando embarazarse, señala que es muy común que una mujer a quien diagnostican cáncer en el embarazo “pierda más tiempo entre la plática con el ginecólogo, que no la quiere atender porque tiene cáncer, y el oncólogo, que no la quiere atender porque está embarazada”.
- Cabrera García pone como ejemplo el hecho de que en 2020 en la clínica solamente atendieron a 12 mujeres, lo que no significa que haya menos casos pues seguramente hubo los mismos o más, pero el problema es que no tuvieron el conocimiento o las condiciones para llegar a la unidad médica o les fue negada la atención.
“Me voy a la cama pensando que debe haber una mujer embarazada con cáncer y no lo sabemos, o la están abortando o le están dando una consejería donde le dicen que el niño va a salir con tres ojos, completamente una cuestión de falta de conocimiento científico en este rubro”, señala el especialista.
Por estos motivos, el llamado de los expertos es a que se conozca la clínica donde se atiende de manera integral a las mujeres embarazadas. Además, desde la Fundación Padma les pueden apoyar con gastos de transportación desde cualquier estado, así como con la estancia durante el tiempo de su embarazo y tratamiento, y con apoyo económico para manutención y medicamentos. En promedio, un tratamiento de esta clase puede costar 253,000 pesos, dependiendo del tipo de cáncer.
- “El chiste es que tengan certeza de que aquí van a ser recibidas y que van a ser atendidas con el protocolo probado de más de 20 especialistas, y que entre todos elaboran el plan de trabajo para cada una de las pacientes según sea su necesidad”, asegura Benavides, quien explica que desde la fundación buscan ser un vehículo para hacer llegar a las pacientes todo lo que necesitan, “con el objetivo final de que salven su vida y puedan convertirse en mamás”.
Es una sensación tan distinta a ver solo la enfermedad o el riesgo o el posible camino a la muerte; cuando las ves embarazadas y con ganas de tener a sus bebés, y haciendo todo lo que tienen que hacer, es una energía muy poderosa de dar vida”./EXPANSIÓN-PUNTOporPUNTO