Llevaban unos 15 días sin gasolina o la tenían de manera intermitente, a pesar de que la Refinería de Tula se encuentra a menos de 20 kilómetros. La instalación petrolera está del otro lado de las milpas, junto a la termoeléctrica de la CFE, más allá de los cuerpos calcinados, de los huesos a la vista, de la zanja donde explotó el ducto el viernes provocando 76 muertos y 71 heridos, hasta ahora. Heridos y muertos que recogían el combustible de la fuga.
- Edmundo Barrera se ríe, inseguro por sus dientes carcomidos bajo su bigote ralo, pero también porque sobrevivió al fuego. Dice que el viernes hizo fila desde las 9 de la mañana en la gasolinera de este municipio.
- Seis horas hasta que le dijeron que ya no había. Mandó a su esposa en combi y se fue a cargar a Tula.
- Eran las 4 de la tarde cuando ella le llamó. «Me dijo: ‘están regalando gasolina aquí en las milpas’. Yo llegué, pero no traje una cubeta, anduve intentando agarrar algo, pero no agarré nada y me fui a mi casa».
- Es de mañana. Hay en el aire un olor a carbón que pica la nariz. Los cuerpos siguen todavía junto a la zanja donde pasa el ducto Tuxpan-Tula. Hay llantos y súplicas de los familiares; policías federales, soldados y peritos impidiendo el paso más allá de los plásticos amarillos.
- Hay quien pide la lista de los hospitales. «¿Qué tal si alcanzó a correr?». O que quiere cruzar a remover las cenizas. «Traía un implante en la cadera, un fierrito en forma de destapador».
Las garzas y patos sobrevuelan estos campos de alfalfa y nabos, bajando de vez en vez a recoger los gusanos. Sergio Pedraza, de 24 años, busca información de su tío Edmundo Ruiz.
- «Unos vecinos me dijeron que aquí estaban regalando gasolina, vecinos de la comunidad que llegaban con garrafones y bidones. En esta zona no hay combustible, se tiene que ir a cuatro pueblos más para allá, en Ajacuba», explica.
- Originario de la comunidad de Teltipan, municipio de Tlaxcoapan, a unos 10 minutos en auto, Sergio platica que desde el 1 de enero no podía encontrar combustible. Ni en las gasolineras ni con los huachicoleros.
- «Lo que pasa es que Teltipan es un pinche pueblo huachicolero. De hecho se reparten las tomas. Dicen: ‘esta es mi toma y yo saco aquí y otro allá’. Son vecinos, hasta conocidos, amigos, y te decían: ‘es que no hay presión, vamos en las noches a picarle y no sale’.
- Nosotros también la comprábamos. De comprarla en 6 pesos a comprarla en 20 pesos, mejor en 6, ya era un ahorro para tu familia».
- «Aquí hay gente de todos los calibres», diría más tarde el párroco de Teltipan, Arturo Santos, durante una misa que ofició por este «triste, doloroso y vergonzosos suceso».
Sergio, quien trabaja en una veterinaria, recuerda que hace dos semanas estalló una toma clandestina. Y que es común los hechos relacionados con el robo de combustible.
En marzo de 2018, cinco presuntos huachicoleros fueron asesinados por otra banda dentro del cementerio de Tezontepec de Aldama, a media hora de aquí. La semana pasada en Santa Ana, a media hora también, la población retuvo a dos soldados.
Acudió al lugar del derrame porque su esposa le dijo que estaba regalando combustible. «Mi tío era el que iba por la gasolina y yo estaba llenando los garrafones.
El olor era insoportable, de hecho, había mucha gente que la sacaban casi arrastrando porque se desmayaban, como si estuviera endrogados (sic). Empezaban, así, a gritar, a hablar o a moverse raro, a reírse».
Ya casi oscurecía, cuando se dio la explosión
- «Me eché a correr y en la desesperación vi cómo ardía la gente. Muchos vecinos o sus esposas te decían: ‘¡Ayúdame!, ¡ayúdalo!’, pero ya qué íbamos a hacer. Aquí había alfalfa y con esa misma alfalfa se las pusimos arriba y se apagaron».
- Los obligó la necesidad, argumenta Pablo Reyes intentado patear algo como una bolsa de agua que él cree que es piel desgarrada. «Se nos hizo fácil venir por el líquido, por la necesidad».
- Las campanas de las iglesias de Tlahuelilpan y Teltipan sonaron en la tarde, para convocar a la misa por los fallecidos. Las dos comunidades no parecen tan pobres ni tan ricas, dos poblaciones que mezclan la industria y el campo. Los pobladores recordaron que la fila para cargar gasolina en camionetas, carros y motos superaba los 3 kilómetros.
Frente al panteón de Teltipan, un grupo de seis jóvenes toma cervezas, ya embriagado. Efraín Cervantes menciona que su tío Leonel Acosta está desaparecido. Asegura que su tío pasó el viernes por la siembra de alfalfa, como a las 2 de la tarde, y vio a elementos del Ejército en esa toma vieja.
- «Los soldados ya estaban ahí desde las 2 de la tarde, la fuga ya estaba ahí, si no, ¿por qué iban a estar ahí?».
- En tanto, el Presidente Municipal de Tlahuelilpan, Pedro Cruz Farías, deslinda casi al huachicoleo.
- «Más que el huachicoleo, fue la inercia de la gente que se movió hacia el ducto», considera el Edil.
Otros habitantes rechazan que los muertos hayan buscado su propia muerte. Édgar Pérez Mejía sostiene que fue porque le dijeron que regalaban gasolina. Que llenó un garrafón de 50 litros, iba a llenar otro y entonces explotó todo. «No me lleve nada, porque lo que yo saqué me lo robaron de todos modos», deplora./REFORMA- PUNTOporPUNTO
Videos antes y después de la Explosión, a continuación: