Desde que asumió la dirigencia nacional del sindicato petrolero, Carlos Romero Deschamps arrastraba señalamientos de los disidentes por presuntos nexos con el narco; también lo acusaban de ser “el Judas” que vendió a su antiguo protector, Joaquín Hernández Galicia, La Quina, y rápidamente heredó la fama de corrupto y beneficiario de negocios tanto legales como ilegales, así como de desvíos de recursos de Pemex, exhibiendo él y su familia una fortuna hasta hoy incalculable.
- Ninguna denuncia prosperó y, desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortari hasta el de Enrique Peña Nieto, Romero Deschamps transitó, con algunos altibajos, como dirigente de los trabajadores petroleros al puro estilo del vetusto corporativismo sindical.
- Durante 26 años trató con cinco presidentes, un periodo en el que la base de trabajadores se redujo de manera exponencial; Pemex se abrió paulatinamente a la inversión privada y en el ámbito legislativo, se aprobaron diferentes reformas en materia energética ante las que el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), fue un aliado útil tanto para los gobiernos emanados del PRI como para los del PAN.
- Era diputado federal cuando asumió la secretaría general del sindicato en 1993; fue senador de 1994 a 2000, cuando regresó como diputado federal hasta 2002. Volvería a un escaño en el Senado en 2012, donde permaneció hasta 2018.
- Independientemente de que en total pasó 16 de los 26 años de su dirigencia con fuero, las denuncias en su contra terminaron en carpetazos la mayoría de las veces… hasta ahora, luego de que el presidente Andrés Manuel López Obrador revelara el pasado miércoles 16 que la Fiscalía General de la República (FGR) tenía dos denuncias en su contra por las que debía responder./PROCESO