En México hay 125.287 personas desaparecidas, según el registro de la Secretaría de Gobernación, que recoge datos del último siglo. El 90% desapareció desde 2006 y a más de 60.000 personas se les perdió el rastro a partir de 2019.
- El 5 de marzo, el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco entró en un terreno con dos caballos pintados en la entrada. No lo sabían entonces, pero iban a abrir el horror. El rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco, con sus fosas, sus restos óseos y sus cientos de pantalones, zapatos y playeras amontonados, se convirtió en el símbolo del fracaso del Estado. El lugar había sido utilizado por el cartel como centro de reclusión, entrenamiento y exterminio.
- La Fiscalía de Jalisco lo había cateado seis meses atrás, pero no le había dado importancia. Su hallazgo ahora, a pocos kilómetros de Guadalajara —una de las ciudades más ricas del país y uno de los agujeros negros de la desaparición— ha obligado a los políticos a mirar lo tantas veces ignorado: en México está funcionando una maquinaria de la desaparición.
La mayoría de las víctimas son hombres jóvenes: hay 40.000 desaparecidos entre 20 y 34 años. A la gran parte de las mujeres se las llevan todavía con menos edad, entre 15 y 19 años. Hay municipios de 30.000 habitantes con casi 1.000 mujeres desaparecidas y zonas metropolitanas, como la de Guadalajara, que acumulan 9.500 personas sin localizar. Como resistencia a la tragedia, las manos de las buscadoras. Ante un Gobierno que no busca, los colectivos formados por las familias son quienes escarban la tierra y enfrentan sin ayuda las amenazas de los grupos criminales. Desde 2011, 22 buscadores han sido asesinados y otros dos siguen desaparecidos.
- El horror que ha despertado Teuchitlán ha orillado a la Administración de Claudia Sheinbaum a actuar. La presidenta ha propuesto medidas que ya estaban en la ley —como unificar las bases de datos forenses y generar alerta de búsqueda inmediata sin esperar 72 horas—, homologar el delito de desaparición con el de secuestro, y fortalecer tres instituciones —el Centro Nacional de Identificación Humana, la Comisión Nacional de Búsqueda y la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas— que en la práctica fueron degradadas por su predecesor Andrés Manuel López Obrador. Las medidas no incluyen nada nuevo y han sido recibidas con escepticismo por las familias buscadoras, pero suponen la irrupción, por fin, de esta crisis urgente en la agenda política.
La socióloga Carolina Robledo llama a lo que está sucediendo en México como un “proyecto desaparecedor, que implica una inversión de recursos para hacer posible el ocultamiento de los cuerpos, el borramiento de los rastros del delito”.
La antropóloga Rossana Reguillo habla de necromáquina: “Una máquina de la muerte a la que no le importa engullir cuerpos, territorios, y luego vomitarlos en forma de fosas, de cadáveres”. Y la poeta Sara Uribe lo escribe así: “¿Qué cosa es el cuerpo cuando alguien lo desprovee de nombre, de historia, de apellido? Que era una probabilidad. Cuando no hay faz, ni rastro, ni huellas, ni señales. Que los iban a traer aquí. ¿Qué cosa es el cuerpo cuando está perdido?”.
Jalisco, epicentro de la desaparición
El hallazgo de Teuchitlán sorprendió al país pero no a Jalisco. Hace años que los colectivos, los investigadores y los periodistas alertan de lo que sucede en el Estado. Es la entidad con mayor número de desaparecidos, más de 15.300, y de esos, casi 7.000 son hombres entre 15 y 34 años.
- Solo en la zona metropolitana de Guadalajara se encontraron 28 sitios de exterminio en un año, algunos en el centro de la ciudad, localizados después de que varios cautivos lograran escaparse, aún desnudos, aún maniatados, como reveló Zona Docs. No es un secreto la existencia de estos lugares donde el cartel tortura, secuestra y asesina.
El 75% del país registra desaparecidos
Es la desaparición una mancha: México tiene casi 2.500 municipios y en un 75% de ellos se registran desapariciones. El reparto es desigual, pero demuestra los tentáculos de la crisis. Las 10 ciudades con mayor número acumulan juntas más de 21.500 personas sin localizar, es decir, casi el 20% de todas los que se registran en el país. Además de Guadalajara —en el primer puesto— y Zapopan, en Jalisco, la crisis estalla en la frontera de Tamaulipas con Estados Unidos.
- En Reynosa, Nuevo Laredo y Matamoros faltan casi 8.000 personas. Cuna del reinado del terror de Los Zetas —hoy con sus líderes entregados a Estados Unidos—, en 2021 encontraron ahí un predecesor a Teuchitlán, La Bartolina, un paraje que funcionó como centro de exterminio y del que han sacado más de una tonelada de huesos, explica Rosa García. La mujer sigue en búsqueda de su hermano, su sobrina y su hija, todos secuestrados entre 2010 y 2012.
Está en los primeros puestos del horror Tijuana, con 2.382 desaparecidos, y donde se encontró uno de los primeros centros de exterminio del país: La Gallera, el predio donde Santiago Meza, alias El Pozolero, deshizo cientos de cuerpos en ácido antes de su detención en 2009. Siguen Monterrey y Culiacán —escenario actual de la guerra del narco—. Descollan dos lugares mucho más ignorados: Atlautla, en el Estado de México, y Centro, en Tabasco. El primero tiene una población de 32.000 personas y 1.860 desaparecidos.
Los jóvenes que se llevaron
Dice la antropóloga Rossana Reguillo que los grupos criminales “están usando los cuerpos juveniles como aceite, como gasolina para mantener funcionando sus negocios”. Las pugnas por el control del territorio requieren carne de cañón, de la “adquisición de mayores recursos humanos a través de mecanismos como la desaparición”, recoge Insight Crime./Agencias-PUNTOporPUNTO