Chiapas, Oaxaca y Zacatecas tienen las mejores condiciones laborales, pero para generar trabajo infantil. Las circunstancias en las que trabajan las personas adultas en dichas entidades elevan el riesgo de que niñas, niños y adolescentes aporten para el sostenimiento económico de sus familias.
- De acuerdo con el Atlas del trabajo infantil: Niñez y adolescencia trabajadora en México, de Save the Children, esas tres entidades “tienen en común una combinación de altas tasas de informalidad laboral y subocupación”. Por sí solas, esas dos variables tienen altas probabilidades de empobrecer a las personas a cargo de infantes y adolescentes.
Pero además, la economía o la generación de empleos de esos tres estados se basa en sectores de riesgo de trabajo infantil, como el campo. “El sector agropecuario es el que cuenta con la mayor proporción de niñas, niños y adolescentes trabajadores”. A nivel nacional el 27% está inserto en esa industria. “La mayoría trabaja en microempresas”.
En cambio, la Ciudad de México, Baja California Sur y Baja California son las entidades que ofrecen mejores condiciones laborales para las personas adultas, por lo que el riesgo de trabajo infantil se reduce. No obstante, aunque el peligro es menor, sigue latente, pues el valor de sus indicadores riesgo de respecto a los de Chiapas, Oaxaca y Zacatecas “no tienen diferencias sustanciales”.
- La amplia investigación de José Antonio Pérez Islas, Mónica Valdez González y Javier Tun Chim, contempla nueve variables para construir esta geografía del trabajo infantil. No basta con los números de la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI), la cual indica que 3.3 millones de niñas, niños y adolescentes trabajan en diferentes sectores de la economía, incluyendo el trabajo doméstico.
El equipo de investigación buscó saber qué provoca este problema. Y sí, “la pobreza se mantiene como el factor de mayor preponderancia para que una niña, niño o adolescente trabaje”, asimismo, esa situación se origina “en las condiciones de las familias y los elementos que predominan en los mercados de trabajo”. Pero hay más bemoles.
No hay una sola razón
De las más de 3.3 millones de menores de edad que laboran en todo el país, 2.2 millones realizan actividades peligrosas para su edad, sus cuerpos y sus psique. Actividades prohibidas desde la Ley Federal del Trabajo.
- La mayoría de infantes y adolescentes que trabaja inició entre los 6 y 8 años de edad. El 26% lo hace sin recibir salario alguno, pues muchas veces laboran en el negocio familiar, donde se necesitan más manos para lograr la producción o vender los artículos y así conseguir ingresos.
- El documento detalla, con base en la ENTI, que el 95% de las y los adolescentes de 14 a 17 años trabaja en el sector informal. “Este porcentaje se convierte en más del 50% para quienes tienen entre 5 y 9 años de edad”.
El trabajo infantil es multicausal. “Hay trabajadores infantiles en el campo y en la ciudad; en actividades formales e informales; en ámbitos paralegales e ilegales; con niñas, niños y adolescentes que no estudian y los que sí lo hacen”.
El acceso y la permanencia escolar es uno de los elementos precipitantes, señala el documento. Y aquí de nuevo hay varios factores: los gastos de la escolarización, si la escuela está lejos de la vivienda, y si las y los cuidadores “perciben un nulo o escaso aprendizaje optarán porque sus hijos e hijas trabajen como forma más productiva de uso de su tiempo”.
Pero la falta de centros de cuidado infantil “es otro elemento interviniente que genera que hijas e hijos acompañen a los padres y madres al trabajo y un mayor riesgo de incorporación temprana”.
El camino a la superación del problema
Baja California, la Ciudad de México y Nuevo León tienen menor riesgo de trabajo infantil respecto al resto de las entidades. Esto es porque tienen mayores tasas de formalidad, de bienestar en los hogares, mejor satisfacción de las necesidades básicas “y una suma de factores que conforman un mejor contexto para desincentivar y prevenir” este problema.
- Pero si bien la pobreza es uno de los factores determinantes en esta realidad, Hidalgo y Quintana Roo arrojan luz sobre el camino a seguir para erradicarlo. Ambas entidades tienen bajos índices de trabajo infantil. Se pensaría, dice el documento, que “no poseen condiciones para aminorar los riesgos de niñas, niños y adolescentes trabajadores”, pero las carencias sociales en ambos estados se han ido resolviendo.
Además, tienen altos niveles en la variable “Disfrute de la condición infantil”, relacionada con la asistencia escolar, acceso a una alimentación suficiente y bajo porcentaje de embarazo adolescente. Esto “refuerza esta hipótesis del valor de la educación como acción principal para prevenir y erradicar el trabajo infantil”.
Por ello, recomiendan, “es indispensable que el abordaje de la problemática del trabajo infantil, por parte de las autoridades, se realice con una visión multifactorial”.
Partir del reconocimiento de las causas estructurales que lo generan y continuar con la capacitación constante, mejorarán la atención de las personas servidoras públicas, “tanto de quienes atienden en primera línea cualquier caso en particular, como de aquellos encargados de construir las políticas públicas encargadas de detectar, prevenirlo y erradicarlo”./Agencias-PUNTOporPUNTO