- “Si vamos a arder, vosotros ardéis con nosotros”. El lema que alguien dejó escrito ayer frente al complejo que acoge el Legislativo, el Ejecutivo local y el Gobierno central se podía aplicar tanto a la furia de los manifestantes como a la ira de la policía de Hong Kong.
Un día después de la detención de nueve prominentes activistas y políticos de oposición, los manifestantes salieron a la calle en un desafío a las autoridades, que habían prohibido la marcha prevista para ayer.
La jornada resultó ser la más tensa y violenta desde el inicio de las protestas en contra de una nueva ley de extradición que permitirá por primera vez entregar fugitivos a Pekín. La policía había advertido que no toleraría asambleas. Mientras la marcha discurría, principalmente, de modo pacífico y sin que la policía diera señales de vida -además de advertir en comunicados que la manifestación era ilegal.
- La policía lanzaba ronda tras ronda de botes de gases lacrimógenos; si los manifestantes lograban devolver alguna hacia las filas de agentes, los participantes estallaban en aplausos y gritos de júbilo. Algunos arrojaron cócteles molotov. Los antidisturbios procedieron a abrir las avenidas bloqueadas por los manifestantes./ EL PAÍS