Fracaso, decepción, insuficiencia. Se pueden poner muchos calificativos a lo que ha sido la cumbre del clima más larga de la historia. Doce días que concluyeron este domingo con una serie de compromisos «poco contundentes y poco serios», en palabras de la ministra de Transición Ecológica en funciones, Teresa Ribera. Organizada en Madrid bajo la presidencia de Chile, la COP25 no profundizó en los retos contra el cambio climático. Ribera, en este sentido, admitió que ha tenido un sabor «agrio» porque nos hubiera gustado completar el trabajo en torno a mercados y que el libro de reglas del Acuerdo de París hubiera quedado definitivamente cerrado. Puso el foco sobre las grandes economías, a las que pidió «compromisos que no he escuchado con mucha concreción» a lo largo de la cumbre.
- A pesar de esto, sí que se quiso lanzar un mensaje de cierto optimismo de cara al futuro. La activación por parte de la Comisión Europea de un paquete de medidas para afrontar la emergencia climática a través de su Nuevo Pacto Verde (Green New Deal) o el compromiso de 73 países con la neutralidad climática en 2050 son algunos hitos del encuentro, tal como apuntó el Gobierno español.
Se activaron una serie de planes que miran hacia el futuro, pero no aseguran medidas en el corto plazo. La UE ha decidido convertir el Banco Europeo de Inversiones (BEI) en un Banco Climático, que permitirá desbloquear un billón de euros de inversión durante la próxima década y dejará de financiar proyectos relacionados con las energías fósiles en 2021. Además, la Coalición de Ministros de Finanzas por la Acción Climática, formada por 51 países –entre ellos España– firmó el Plan de Acción de Santiago, por el que se comprometen a introducir el cambio climático en sus políticas económicas y financieras hacia un crecimiento bajo o nulo en emisiones./20 MINUTOS-PUNTOporPUNTO