Desde su inauguración, el 16 de octubre de 2013, la autopista Durango-Mazatlán se ha convertido en un barril sin fondo. Diseñada y presumida como una obra de ingeniería del más alto nivel, el gobierno federal ha tenido que gastar desde su apertura 2 mil 463 millones 062 mil 488.60 pesos en rehabilitaciones, revisiones, inspecciones, estudios, evaluaciones, bacheos, tratamientos y demás. Diódoro Ramírez, constructor duranguense y miembro de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción, aseguró que la autopista es el reflejo de lo que pasa en muchas obras del país, donde se presupuesta una cantidad y termina costando hasta más del 100% y, por si fuera poco, no quedan bien./EL UNIVERSAL