El día después de que el presidente electo, Donald Trump, anunció que Tom Homan sería su zar fronterizo encargado del plan para deportar a millones de inmigrantes indocumentados, el recién nombrado apareció en un programa de televisión local en el norte del estado de Nueva York, donde fue criado, y una de las primeras preguntas fue ¿qué sucederá con todos los trabajadores en las lecherías? Su respuesta inmediata fue que se haría algo para protegerlos, justo de lo que le acababan de encargar, la deportación.
- La mayoría de esos trabajadores son mexicanos, muchos de ellos indocumentados. Esa misma pregunta se está haciendo sobre trabajadores sin papeles en otros sectores en Estados Unidos, mientras Trump asegura que desde su primer día cumplirá su promesa de deportar a los 11 millones de inmigrantes indocumentados en este país.
- Pero deportaciones masivas llevarán a un incremento en los precios de alimentos, obligará a granjeros a no cosechar cultivos, podría provocar el cierre de hasta la mitad de los restaurantes en el país, dejaría potencialmente a cientos de miles de personas de la tercera edad sin asistencia –y éstas son sólo algunas de las consecuencias–. El impacto macroeconómico, calcula el American Immigration Council, sería un desplome del PIB de entre 1 y 2 billones de dólares.
Si los mexicanos son aproximadamente la mitad de la población indocumentada, entonces deportar a todo mexicano sin papeles resultará en un desplome de entre 500 mil millones y un billón de dólares, lo que representa entre 2 y 3 por ciento del PIB de Estados Unidos.
La Cámara de Comercio estadunidense ha insistido en que los inmigrantes son una parte vital de la principal economía del mundo y que, de hecho, Estados Unidos necesita aún más inmigrantes para compensar el efecto de una población estadunidense envejecida y con un declive en la tasa de nacimientos. “Ahora mismo, los datos más recientes indican que tenemos 8 millones en oferta de trabajo en Estados Unidos, pero sólo 6.8 millones de trabajadores desempleados… Tenemos muchos empleos, pero no suficientes trabajadores para tomarlos. Si cada desempleado en el país encontrara un trabajo, aún tendríamos millones de ofertas de empleo más”, escribió Stephanie Ferguson Melhorn, directora de Políticas de Fuerza Laboral y Trabajo Internacional de la Cámara de Comercio en noviembre de 2024.
Las cifras son inequívocas. La Oficina de Presupuesto del Congreso –CBO, agencia oficial del Poder Legislativo para investigaciones– y la Reserva Federal han emitido cálculos concluyendo que un incremento de inmigración –tanto autorizada como indocumentada– ha tenido un impacto extremadamente positivo sobre la economía estadunidense. Si estas tendencias no continúan, reporta la CBO, en 10 años Estados Unidos podría perder casi 9 billones de su PIB, incluyendo 1.2 billones de dólares en ingresos fiscales al gobierno federal.
- El profesor Raúl Hinojosa de la Universidad de California en Los Ángeles, quien ha estudiado las relaciones económicas entre Estados Unidos y México durante décadas, ofrece datos aún más específicos: en 2022, trabajadores nacidos en el extranjero contribuyeron con 3.83 billones al PIB del país (es decir, casi 15 por ciento del total de 25.74 billones de ese año) y aportaron 7.32 billones en producción económica total. Los trabajadores extranjeros autorizados fueron responsables de 2.56 billones en PIB y 4.89 billones en producción, mientras que los trabajadores extranjeros no autorizados fueron responsables de 1.28 billones en PIB (casi 5 por ciento del total) y 2.44 billones en producción.
Según estimaciones del Instituto de Políticas Migratorias (MPI, por sus siglas en inglés), los mexicanos representan el mayor grupo de inmigrantes no autorizados, con 45 por ciento del total de 11.3 millones de personas sin estatus legal en 2022. Los mexicanos indocumentados son 5.1 millones en 2022, una cifra que se ha reducido 34 por ciento desde 2007.
Estos 5.1 millones de mexicanos indocumentados son aproximadamente la mitad de los 10.9 millones en total que nacieron en México y viven en Estados Unidos. La diáspora mexicana en Estados Unidos, la cual incluye tanto a personas nacidas en México como estadunidenses que afirman tener ascendencia u origen mexicano, se calcula en 38.8 millones.
Más de la mitad de los inmigrantes mexicanos en Estados Unidos residen en California o Texas. Los Ángeles, Chicago, Houston, Dallas, Riverside, Phoenix, San Diego, Nueva York y San Francisco son las nueve ciudades con las poblaciones mexicanas más grandes.
- Según el MPI, los inmigrantes mexicanos tienen menos probabilidades de dominar el inglés que el conjunto de la población estadunidense nacida en el extranjero. Los adultos mexicanos tienen tasas más bajas de nivel educativo que las poblaciones nativas y extranjeras en general. Al igual que los inmigrantes adultos en general, los nacidos en México participan en la fuerza laboral en mayor medida que los nativos de Estados Unidos, y los mexicanos tenían más probabilidades de estar empleados en los sectores de servicio; recursos naturales, construcción y mantenimiento; y producción, transporte y traslado de materiales.
Todos estos números son cálculos, pero es indisputable que existen decenas de millones de trabajadores extranjeros en Estados Unidos, el grupo más grande entre ellos son los mexicanos, con un impacto económico medido en billones, no miles de millones de dólares.
Alarma en las empresas
Mientras Trump contempla planes para deportar a millones, las industrias que sostienen están expresando graves advertencias sobre el futuro. La deportación masiva exacerbará las carencias laborales, especialmente en industrias que dependen mucho de trabajadores inmigrantes indocumentados, comentó Nan Wu, directora de investigaciones del American Inmigration Council, en entrevista con CNBC. Ella calcula que la industria de la construcción perderá uno de cada ocho trabajadores. Agregó que sacar a tantos empleados en un periodo corto incrementará los costos de construcción y llevaría a demoras en la edificación de nuevas casas, haciendo que la vivienda sea aún más cara en muchas partes del país.
- El mayor impacto podría ser en el precio de los alimentos. La cadena alimentaria depende de una fuerza laboral predominantemente inmigrante para algunos de sus trabajos más difíciles, como la pizca de fruta, la aplicación de pesticidas sobre cultivos, operando maquinaria y los rastros, reporta el Wall Street Journal. Unos dos tercios de los trabajadores en granjas de cultivos son nacidos en el extranjero y 42 por ciento no está legalmente autorizado para trabajar en el país, según un informe del Departamento de Trabajo.
Los inmigrantes, sobre todo los indocumentados, son aproximadamente un tercio de la fuerza laboral cuidando a las personas de la tercera edad en este país. Se calcula que hay unos 142 mil inmigrantes indocumentados trabajando en cuidado de niños, asistentes personales de cuidado y asistentes en domicilios, según el Nikaen Center en Washington.
- Algunos comercios tendrán que cerrar. Sam Sánchez, empresario restaurantero y presidente de Third Coast Hospitality, originario de Nuevo León y residente de Chicago, dice temer que hasta una mitad de todos los restaurantes en Estados Unidos serían obligados a cerrar sin trabajadores indocumentados. Si los vas a deportar, estos restaurantes cerrarán y tendremos una pérdida masiva de ingresos y veríamos un desplome, dijo Sánchez al Financial Times. Creemos que el presidente Trump, como dueño de negocios, reconocerá esto. Tenemos a buenos ciudadanos. Queremos asegurar que sigan trabajando.
Trump y su equipo enfrentarán un grave problema en su afán antimigrante. Hasta su zar fronterizo lo sabe en su propia casa: este país no puede funcionar sin ellos./Agencias-PUNTOporPUNTO