El mundo se ha acostumbrado a pagar poco por alimentarse. Tras años de comida barata, el índice de precios de la FAO alcanzó en noviembre su máximo de los dos últimos años, impulsado por la carne (afectada por la peste porcina en China) y el aceite. Pero el fenómeno no acaba aquí. Un informe del banco Nomura alerta de que la era de los precios bajos de los alimentos podría llegar a su fin por el alza de la demanda y restricciones a la oferta que impulsarán los costes en los próximos años. “Parece que se ha llegado a un punto en el que los precios ya no son sostenibles para los productores”, resume Denis Drechsler, de la FAO.
- Los alimentos llevan años vendiéndose en mínimos históricos. Al analizar la tendencia desde 1902 hasta ahora, los precios en términos reales —es decir, descontando el efecto de la inflación— estarían un 45% por debajo de la media de los últimos 120 años. Pero algo está cambiando en los mercados mundiales. Una mezcla de tendencias de fondo y de causas coyunturales calientan el mercado, hasta alcanzar el pasado noviembre su máximo en dos años.
Especialmente cara está la carne, con una oferta a la baja por la peste africana que asola la cabaña porcina en China. Según el índice de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), hay que remontarse a 2014 para encontrar unos precios de la carne más altos. También suben los aceites, especialmente el de palma. Los analistas advierten de que este cóctel amenaza con provocar una espiral de precios.
- Denis Drechsler, responsable de la División de Comercio y Mercados de la FAO, apunta a las incertidumbres en los mercados como uno de los factores que explican el repunte. Por una parte, influye el mayor apetito por proteínas en países en vías en desarrollo. No solo en China. También en África y en América Latina crece la demanda.
- Mientras los pedidos suben, la oferta se retrae. El brote de peste africana decretado en China el año pasado ha impactado con fuerza en el mercado: obligó a sacrificar millones de animales y disparó la demanda de cerdos del resto del mundo. El impacto va más allá, porque también ha impulsado la demanda de otros productos cárnicos. “Los consumidores chinos quieren carne. Y si no hay cerdos, buscarán alternativos como pollo, aves o vacas”, explica Drechsler.
Más allá de este factor coyuntural, los analistas detectan tendencias de más larga duración. “Prepárense para la próxima subida en los precios de la comida”. Es el título de un informe publicado hace un mes por el departamento de análisis de Nomura. “Desde 2010, los precios llevan una tendencia a la baja. Pero hay unos riesgos que por ahora no se han apreciado lo suficiente de una subida que podría alargarse varios años”, asegura en conversación telefónica desde Singapur Rob Subbaraman, autor del informe.
Además de la mayor demanda, los analistas del banco de inversión japonés apuntan al cambio climático como una de las grandes disrupciones en el mercado internacional de la comida. “El calentamiento global genera episodios climáticos cada vez más extremos. Hasta ahora hemos tenido suerte de que los desastres naturales no hayan tenido un gran impacto en la agricultura, pero hay un riesgo creciente de que estos desastres afecten a países productores”, continúa Subbaraman, jefe de Investigación Global en Nomura.
- Otros factores que explican las tensiones por el lado de la oferta son la falta de inversiones acometidas en los últimos años en el sector agrícola —precisamente motivada por los bajos precios de los últimos años— y la creciente demanda de carne, un sector que requiere grandes cantidades de tierra y agua, que por tanto se retiran del cultivo de otros productos. La guerra comercial iniciada por la Administración de Donald Trump añade, además, más leña al fuego de las incertidumbres.
“Vemos pistas de que los precios de los alimentos globales podrían empezar a subir pronto: desde la peste africana de los cerdos en China a los incendios catastróficos en Australia hasta el incremento de precios de las cebollas en India”, resume el informe del banco japonés. En la FAO prefieren no hacer predicciones sobre el futuro, aunque sí admiten los riesgos de la situación actual. Frente al alarmismo, el experto Denis Drechsler insiste en contextualizar la actual subida de precios: “Alcanzar el nivel máximo en los dos últimos años puede asustar, pero hay que recordar que estamos en precios mínimos desde un punto de vista histórico. No vemos una crisis inminente”./EL PAÍS-PUNTOporPUNTO