Al menos en los 20 países más vulnerables a la crisis climática, 91.3% de la población, es decir, 364 millones de personas, aún carece de cualquier forma de protección social.
Así lo establece el Informe sobre la protección social en el mundo 2024-2026: Protección social universal para la acción climática y una transición justa, realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en donde además refiere que, a nivel mundial, la mayoría de los niños (76.1%) aún no tienen una cobertura de protección social efectiva.
- Y existe una brecha de género sustancial, ya que el acceso efectivo de las mujeres a la seguridad social (50.1%) está por detrás de la de los hombres (54.6%).
- Considerar estas brechas es especialmente significativo, dice el estudio, dado el papel potencial de la protección social para suavizar el impacto del cambio climático, ayudar a las personas y las sociedades a adaptarse a una nueva realidad climáticamente volátil y facilitar una transición justa hacia un futuro sostenible.
“El cambio climático no reconoce fronteras y no podemos construir un muro para impedir que la crisis llegue. La crisis climática nos afecta a todos y representa la amenaza más grave a la justicia social en la actualidad”, afirmó Gilbert F. Houngbo, director general de la OIT.
Protección social, herramienta para evitar las desigualdades
Ante los cambios relacionados con el clima, y dado que, como menciona el líder de la OIT, no es algo que se pueda controlar, la protección social se convierte en una herramienta que permitirá a las personas adaptarse y afrontar los shocks, por ejemplo, la atención médica.
Al menos en los 20 países más vulnerables a la crisis climática, 91.3% de la población, es decir, 364 millones de personas, aún carece de cualquier forma de protección social.
Así lo establece el Informe sobre la protección social en el mundo 2024-2026: Protección social universal para la acción climática y una transición justa, realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en donde además refiere que, a nivel mundial, la mayoría de los niños (76.1%) aún no tienen una cobertura de protección social efectiva.
- Y existe una brecha de género sustancial, ya que el acceso efectivo de las mujeres a la seguridad social (50.1%) está por detrás de la de los hombres (54.6%).
- Considerar estas brechas es especialmente significativo, dice el estudio, dado el papel potencial de la protección social para suavizar el impacto del cambio climático, ayudar a las personas y las sociedades a adaptarse a una nueva realidad climáticamente volátil y facilitar una transición justa hacia un futuro sostenible.
“El cambio climático no reconoce fronteras y no podemos construir un muro para impedir que la crisis llegue. La crisis climática nos afecta a todos y representa la amenaza más grave a la justicia social en la actualidad”, afirmó Gilbert F. Houngbo, director general de la OIT.
Protección social, herramienta para evitar las desigualdades
Ante los cambios relacionados con el clima, y dado que, como menciona el líder de la OIT, no es algo que se pueda controlar, la protección social se convierte en una herramienta que permitirá a las personas adaptarse y afrontar los shocks, por ejemplo, la atención médica.
- Además de la salud, la seguridad social es fundamental durante la transición ecológica y permitir prácticas económicas más sostenibles.
“Esto incluye brindar apoyo a los trabajadores con capacitación y perfeccionamiento para que estén equipados con conocimientos y habilidades para el empleo en sectores ecológicos y con bajas emisiones de carbono. La protección social también garantiza que todos los empleos sean decentes, con protección y beneficios adecuados”, indica el organismo internacional.
Los gobiernos no están aprovechando esta herramienta
Una transición sostenible y justa puede ser más complicada de lo que se piensa, pues pese a las grandes ventajas y beneficios que trae la protección social, como catalizador y facilitador de una acción climática positiva, los gobiernos no están aprovechando al máximo el potencial de esta, en gran medida debido a las persistentes brechas de cobertura y a una importante subinversión.
- Y es que, en promedio, los países destinan 12.9% de su Producto Interno Bruto (PIB) a la seguridad social, sin considerar la salud, refiere el análisis de la OIT.
- Sin embargo, mientras que los países de altos ingresos aportan un promedio del 16.2%, los de bajos ingresos destinan solo 0.8% de su PIB a esta herramienta.
El organismo estima que los países de bajos ingresos necesitan 308,500 millones de dólares adicionales por año para garantizar el menos una protección social básica, y se necesitará apoyo internacional para alcanzar este objetivo.
Las recomendaciones para cerrar brechas de protección
La Organización Internacional del Trabajo recomienda a los países tomar medidas como políticas decisivas e integradas para cerrar brechas de protección, y se sostiene que “es hora de aumentar la apuesta”, e invertir significativamente en la seguridad social.
Entre las recomendaciones propuestas por el informe para resultados eficaces y sostenibles, por ejemplo:
» Prepararse para los shocks
Tanto para los riesgos “rutinarios” del ciclo de vida como para los shocks relacionados con el clima mediante la implementación de sistemas de protección social, garantizando que todos disfruten de una cobertura adecuada.
» Herramienta para mitigación de cambio climático
Utilizar la seguridad social para apoyar los esfuerzos de mitigación y adaptación al cambio climático y asegurar la aceptación pública de esas medidas.
» Invertir en protección social
Priorizar la inversión en seguridad social, incluido el apoyo externo a los países con espacio fiscal limitado.
“La protección social universal encabeza la lista de herramientas que tenemos a nuestra disposición para ayudarnos a garantizar que la crisis climática no profundice las desigualdades y la exclusión existentes en las comunidades afectadas”, dijo Gilbert F. Houngbo.
Países pobres necesitan 13 veces más dinero para adaptación climática
Las necesidades de fondos para la adaptación de los países en desarrollo a los impactos del cambio climático son entre 7 y 13 veces mayores que los actuales flujos de financiación pública internacional que aportan las naciones ricas.
Así se recoge la novena edición anual del ‘Informe sobre la brecha de adaptación’, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) y dado a conocer este jueves antes de que el próximo lunes se inaugure la 29ª Cumbre del Clima -conocida como COP29-, en Bakú (Azerbaiyán).
- Ese informe examina hasta qué punto el mundo se está preparando para el cambio climático al evaluar la diferencia entre los costes financieros de la adaptación climática en los países más vulnerables (para fenómenos como sequías, inundaciones, subida del nivel del mar, etc.) y la cantidad de dinero realmente disponible para cubrir esas necesidades.
Los flujos de financiación pública internacional para la adaptación de los países en desarrollo aumentaron de 22.000 millones de dólares en 2021 a 28.000 millones de dólares en 2022, el mayor aumento interanual desde la adopción del Acuerdo de París en 2015).
Sin embargo, se trata de una cifra aún lejos al compromiso adoptado en la Cumbre del Clima de Glasgow de 2021 de que los países ricos dediquen al menos 38.000 millones a ese capítulo en 2025, esto es, el doble respecto a los 19.000 millones de 2019.
“No hay excusas”
Sin embargo, el informe apunta que, incluso si se logra el objetivo del Pacto Climático de Glasgow, la brecha de financiación para la adaptación se reduciría apenas un 5%, a entre 187.000 millones y 359.000 millones de dólares.
“El cambio climático ya está devastando comunidades en todo el mundo, en particular las más pobres y vulnerables. Las tormentas violentas están arrasando hogares, los incendios forestales están arrasando bosques y la degradación de la tierra y la sequía están degradando los paisajes”, según Inger Andersen, directora ejecutiva del Pnuma.
- Andersen añadió: “Las personas, sus medios de vida y la naturaleza de la que dependen están en verdadero peligro por las consecuencias del cambio climático. Si no actuamos, esto es un anticipo de lo que nos depara el futuro y de por qué simplemente no hay excusa para que el mundo no se tome en serio la adaptación, ahora”.
El último informe del Pnuma sobre brecha de emisiones, difundido la semana pasada, apunta que el aumento de la temperatura media mundial se acerca a 1,5 grados por encima de los niveles preindustriales, y las últimas estimaciones sitúan al mundo en camino de un aumento de 2,6 a 3,1 grados a lo largo de este siglo si no se realizan recortes inmediatos e importantes de las emisiones de gases de efecto invernadero.
- El nuevo informe sobre brecha de adaptación insta a las naciones a adoptar un nuevo objetivo cuantificado colectivo sólido sobre financiación climática en la COP29 e incluir componentes de adaptación más sólidos en su próxima ronda de compromisos climáticos, que se presentarán a principios del año próximo, antes de la COP30 en Belén (Brasil).
- En cuanto a la planificación, 171 países cuentan ahora con al menos un instrumento nacional de planificación de la adaptación, es decir, una política, estrategia o plan. De los 26 que carecen de un instrumento de planificación nacional, 10 no muestran indicios de estar desarrollando uno.
Además de más financiación e implementación para abordar los crecientes impactos climáticos, el Pnuma reclama más esfuerzos en materia de creación de capacidad y transferencia de tecnología.
Igualmente, apunta que no se está abordando adecuadamente la cuestión de quién paga por la adaptación. En muchos acuerdos de financiación, los costes finales de la adaptación son asumidos por los países en desarrollo, lo que puede ayudar a cerrar la brecha financiera, pero no está en línea con los principios de “responsabilidades comunes pero diferenciadas y capacidades respectivas” y el de “quien contamina paga”./Agencias-PUNTOporPUNTO