El empresario Javier Joaquín López Casarín, operador y mano derecha de Marcelo Ebrard Casaubón, ejerce un poder fáctico dentro de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE): sin ser servidor público ni diplomático, tuvo interlocución en el más alto nivel con el gobierno de Donald Trump, gozó de un pasaporte diplomático, ha realizado misiones en nombre del canciller y, durante al menos tres años, tuvo como empleado al actual oficial mayor de la dependencia.
- En la última década este personaje amasó una fortuna en contratos con gobiernos estatales, militó en la corriente Movimiento Progresista de Ebrard en el PRD, fue prófugo de la justicia e incluso pasó una noche en el penal de Topo Chico por un fraude millonario perpetrado en perjuicio de 26 mil 500 maestros de Nuevo León, con 23 carpetas de investigación vigentes.
- En varias ocasiones la SRE minimizó la influencia del empresario en el círculo de Ebrard: por ejemplo, desmintió a Julie Hirschfeld Davis y Michael D. Shear, corresponsales de The New York Times en Washington, quienes documentaron que, en pleno periodo de transición, López Casarín negoció en secreto con la administración de Trump los lineamientos del polémico plan Quédate en México.
- Una carta en poder de Proceso refuerza la versión de los periodistas estadunidenses: el 4 de febrero de 2019, a dos meses de la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador como presidente de la República, Kirstjen Nielsen, entonces titular del Departamento de Seguridad Interna (DHS) de Estados Unidos, envió una carta a la sede de la Cancillería dirigida al empresario, al que identificó como “Javier López Casarín, Jefe de Asesores del Secretario Marcelo Ebrard”.
“Querido Javier –escribió la encargada de aplicar la política antimigrante de Donald Trump–, quería agradecerle por su liderazgo y hospitalidad durante el periodo de transición entre la administración pasada y la administración de López Obrador y, ahora que están en el gobierno, por su cercana cooperación con nosotros en un rango de temas de importancia mutua”.
En la misiva, Nielsen reconoció al empresario por su “cercana cooperación con nosotros” y agregó: “Confío en que Usted y el secretario Ebrard seguirán siendo socios esenciales para el DHS y Estados Unidos”.
Inmediatamente la funcionaria dio las gracias “tardías” a López Casarín por el “regalo” que el mexicano le envió el año anterior: una “pintura hermosa de un águila”. “Fue un regalo muy encantador y un gesto amable, aprecio su generosidad y su consideración”, abundó.
- Al respecto, el vocero de la SRE, Roberto Velasco Álvarez, dice a Proceso que a principios de año Ebrard ofreció a López Casarín el cargo de director general eventual. Éste aceptó en un principio, pero en marzo pasado prefirió no entrar en el gobierno “por motivos personales”. Velasco no explica por qué Nielsen lo identificó como “jefe de asesores”.
- El vocero reconoce que el empresario es amigo de Ebrard y “facilitó” encuentros con el gobierno de Trump durante el periodo de transición, pero insiste en que nunca tomó “ninguna decisión” ni participó en las reuniones sobre migración que se llevaron a cabo el año pasado.
Tras afirmar que el papel de López Casarín ha sido “sobredimensionado” en los medios, resalta que desde octubre pasado el empresario preside de manera honorífica el Consejo Técnico Académico y Científico de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo./PROCESO-PUNTOporPUNTO