Hoy en día la sociedad está enfrentando uno de los cambios más grandes en materia de salud pública: el incremento de la población de adultos mayores, o lo que es lo mismo, la población mundial está envejeciendo.
En México y el mundo la edad del adulto mayor se contempla a partir de los 60 años según la Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores y la Organización Mundial de la Salud (OMS), edad en que dicho sector de la población desarrollará eventualmente enfermedades crónicas degenerativas (diabetes, hipertensión arterial, obesidad, cardiovasculares y cáncer); y es esta última donde se centra nuestra atención, en el cáncer del adulto mayor.
Actualmente nuestro país cuenta con una población de más de 124 millones de habitantes según datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) de 2017. Se estima que para el año 2050 la esperanza de vida aumentará a los 83.9 años y el porcentaje de esta población superará el 25 por ciento, es decir, más de un cuarto de la población mexicana. El reto que se enfrenta es que el tratamiento contra el cáncer sea modificable dependiendo de la edad y las comorbilidades del paciente para lo cual no hay pocos estudios de atención en los adultos mayores.
Según datos de la Encuesta Intercensal realizada por INEGI se prevé que para el año 2050, dos de cada diez mexicanos tengan menos de 15 años, es decir el 20 por ciento de la población total, mientras las personas mayores de 60 años representarán entre 23.4 y 31.3 por ciento, según la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe (CEPAL), lo que hace despuntar la necesidad de incluir las comorbilidades de la vejez en el tratamiento de cada tipo de cáncer, por ejemplo, una persona con Alzheimer está contraindicada para recibir quimioterapia, pero no otros tratamientos.
En el adulto mayor la frecuencia de cáncer es más elevada y comúnmente se detecta etapas avanzadas, lo cual muchas veces se complica por las comorbilidades que pueda estar cursando el paciente anteriores a la neoplasia; y que por supuesto tiene repercusiones en las posibilidades terapéuticas inherentes a este grupo de edad, afirmó Ernesto Sánchez Forgach, coautor junto con los también oncólogos Elizabeth Escobar Arriaga y Rogelio Martínez Macías del libro “Cáncer en el adulto mayor”.
Refirió que regularmente los pacientes (mayores) dejan de sentirse cómodos al realizar análisis clínicos para descartar tumores y retrasan estas revisiones a propósito sin saber que las consecuencias podrían ser fatales, porque la enfermedad sigue avanzando. Según el Sistema Nacional de Información en Salud (SINAIS), en el 2012 se registraron 27 mil 280 defunciones por diversos tipos de cáncer, sólo después de las enfermedades relacionadas con el corazón, que registran una mortalidad de más de 103 mil 656 personas mayores.
El también fundador de la Asociación Mexicana de Mastología, explicó a Hablemos de Cáncer…sin miedo que el proceso de envejecimiento es un factor muy importante, en el cual se observa cómo las estructuras celulares se debilitan o pierden propiedades, lo que facilita la rápida propagación del cáncer y su habilidad para evadir al sistema inmune mediante fenotipos diferentes tal como lo desarrolla en una de sus ocho colaboraciones que se titula “Envejecimiento celular y su relación con el cáncer”
La falta de una cultura de atención a la salud hace que los mexicanos en general no le demos la importancia a tan importante aspecto de nuestra vida; y si de adultos mayores se trata la situación se acentúa, ya sea porque: o ya cursan con otras enfermedades crónico degenerativas y dicen sentirse hartos de exámenes clínicos, citas, procedimientos, medicamentos, etcétera; ya sea porque se sienten “mal” pero tienen miedo de decirlo para que no lo lleven al médico; porque están solos y además carecen de recursos para atenderse, o porque al no sentirse mal, ni siquiera piensan en hacerse un chequeo de rutina.
Ante este escenario debemos como sociedad trabajar para persuadir a los adultos mayores con los que convivimos a poner en práctica conductas preventivas como dejar de fumar, seguir una dieta balanceada, realizar una actividad física, sin descuidar los tratamientos farmacológicos si es que los tienen. Además de realizarse estudios de manera periódica y acudir a la colocación de vacunas es fundamental la orientación del especialista hacia el paciente y sus familiares.
Mientras que el sector salud deberá seguir enfocando sus baterías al aspecto de la prevención, ya que al menos en este grupo etario, con un diagnóstico y tratamiento temprano, se puede controlar y hasta curar con tratamientos menos agresivos y desgastantes.