Por lo general cuando un niño se enferma su propia vitalidad lo lleva a seguir haciendo su vida con normalidad, es decir, a seguir jugando, brincando, yendo y viniendo de un lado a otro sin reparar en su estado, y casi sin darse cuanta recupera la salud. Pero cuando un pequeño se enfrenta a una enfermedad tal fuerte y cruel como es el cáncer, tanto para él como para su familia, cómo explicarle que cuando menos por un tiempo su rutina diaria va a cambiar por su propio bien.
Cómo explicarle que de buenas a primeras tiene que dejar de asistir a la escuela para internarse en un hospital donde lo van a ayudar a recuperar su salud, mediante procedimientos tardados y dolorosos. Cómo explicarle que ya no va poder jugar o hacer ejercicio –en algunos casos- y que también va a experimentar cambios físicos como pérdida de cabello y peso, además de dolor.
Considero que de entrada habría que hablarles con la verdad; es decir sin engañarlos sobre su enfermedad, pero como es lógico, de acuerdo a su edad y capacidad de entendimiento. Muchas veces los adultos “nos hacemos bolas” sobre cómo abordar cierto tema con los niños, cuando lo más fácil es informarles de su enfermedad, pero siempre haciendo énfasis que siempre estarán acompañados y cobijados por sus padres, hermanos y seres queridos.
“El ser humano, es el único ser vivo con la capacidad de adaptarse, y si no se adapta se deprime” argumentó Humberto Bautista, médico adscrito al Hospital de Oncología del Centro Médico Nacional “Siglo XXI” del IMSS.
En entrevista con Hablemos de cáncer….sin miedo el especialista dijo que de entrada más que a los infantes es a los padres a quienes hay que informar acerca de la enfermedad, sus alcances y porqué la pudieron desarrollar. Para luego hacerlo con el pequeño, con un lenguaje que sea capaz de entender. Habrá que decirle que la enfermedad no se le va a quitar o pasar como se le pasa una fiebre, un dolor en la garganta o en la cabeza, por decir algo, sino que van a pasar hasta años para que se recuperen totalmente.
La pregunta más frecuente en los niños con cáncer infantil –leucemia, linfomas, sarcoma y osteosarcoma- es si la enfermedad duele, y lo que se les explica es que la enfermedad como tal no duele, pero que el tratamiento si puede doler y durar varios meses o años.
El psico-oncólogo, autor del libro Tengo cáncer…¿Y ahora qué? explicó que durante el tratamiento de la enfermedad el niño experimenta una serie de cambios psicoafectivos, donde son más consentidos y tolerados por los padres en relación con sus otros hermanos, si es que los tiene.
En este periodo de indulgencia por parte de la familia –principalmente de los padres- el pequeño ve la posibilidad de sacar un beneficio a través de la enfermedad, o sea, que se le va a permitir faltar a la escuela cuantas veces quiera aunque no sea necesario, tener un bajo rendimiento o incluso reprobar el curso, ser voluntarioso o incluso grosero so pretexto de la enfermedad.
En este escenario, el pequeño tiene la capacidad de manipular el entorno, en el que asume que cuando crezca va a seguir obteniendo todo lo requiera, sin que ello le represente ningún esfuerzo. Lo cual va a dar como resultado –advirtió Bautista- una persona que requerirá que le sean cubiertas demasiadas necesidades; cuando en la sociedad uno tiene que aprender a cuidarse a uno mismo.
Cuando los niños tiene cáncer, más si están muy pequeños no se presentan estados depresivos, de culpabilidad o resentimiento hacia la sociedad porque les toca vivir esta circunstancia, pero sí les espanta verlos enfermos, pero cuando son adolescentes, estos ya discriminan y se cuestionan sobre la enfermedad y por qué les dio a ellos.
Por otro lado, en el caso de aquellos pequeños que ya no van a poder superar el cáncer por lo avanzado de la misma, son los padres y no ellos quienes le dan demasiado peso a la enfermedad, aseguró el especialista.
“Cuando esto sucede –es decir cuando los pequeños van a dejar de existir-, son precisamente ellos quienes toman la batuta y deciden que ya no se les hagan nada (medicamente) y a sus familiares les piden que los dejen partir”.
Qué es lo que los lleva a pensar eso –que van a morir- es que a lo largo del tratamiento el niño discrimina y aprende; aprende a conocer su cuerpo y por lo mismo siente que su enfermedad no va nada bien.
Lo más difícil de este proceso es hacerles entender a los hermanos o a los padres que el hijo va a fallecer, reconoció Humberto Bautista.
En conclusión si en la familia tenemos un pequeño con cáncer no los orillemos a que depender de nosotros al cien por ciento, porque en un futuro no sabrán cómo cuidarse y enfrentarse a la sociedad de manera independiente, y si en el peor de los escenarios ya no les va a ser posible ganarle la batalla a la enfermedad, respetemos su decisión de abandonar el tratamiento y dejémosle partir con dignidad, porque lo peor que podemos hacer es victimizarlos.
Demandan la aprobación inmediata de la NOM para el Cáncer de Próstata
Ante la evidencia de que hoy en día más del 70 por ciento de los hombres que presentan cáncer de Próstata son diagnosticados en etapas avanzadas, y que de estos más del 90 por ciento desarrollan metástasis óseas, la Asociación Mexicana de Lucha Contra el Cáncer demandó ante representantes del Congreso de la Unión, IMSS, ISSSTE Y Sociedades Médicas la aprobación inmediata de la NOM (Norma Oficial Mexicana) para Cáncer de Próstata a las secretarías de Salud y Gobernación, con la cual se garantizará la atención integral de la enfermedad y el acceso a tratamientos innovadores.
La aprobación de la Norma permitirá marcar las bases para: contribuir en el desarrollo de detección oportuna; acreditar hospitales para su atención; actualizar y vincular las Guías de Práctica Clínica y protocolos de atención; garantizar la disponibilidad de opciones terapéuticas en diferentes etapas; fortalecer la capacitación y profesionalismo del cuerpo médico y la inclusión de tratamientos de última generación en los cuadros básicos.