Mucho se ha avanzado a lo largo de la historia de la humanidad en el campo de la medicina; prueba de ello es que diariamente en todo el mundo se realizan miles de intervenciones quirúrgicas a través de métodos muy modernos, como es la laparoscopia; un procedimiento mínimamente invasivo que permite que el paciente se recupere muy rápido en comparación con las operaciones convencionales. También se cuenta con la resonancia magnética mediante la cual es posible determinar con exactitud cómo se encuentra el organismo internamente. En fin, podríamos enumerar un sinfín de procedimientos que nos permiten conocer a ciencia cierta nuestro estado de salud; lo cierto es que en general seguimos renuentes como población a hacernos chequeos de rutina para prevenir o detectar a tiempo cualquier enfermedad.
¿Motivos? Varios, desde la falta de recursos hasta la disposición –ya que todo lo dejamos para después, y si se trata de la salud peor aún- pasando por el miedo; ya que si muchas veces nos rehusamos a que nos saquen sangre o a ser inyectados, menos queremos someternos a una endoscopia o colonoscopia; porque lo reconozcamos o no, el miedo nos paraliza. Sí el miedo por no saber qué es exactamente lo que nos van a hacer con equis o ye estudio, como puede ser una colonoscopia, lo que hace perder un tiempo valioso, porque significa la diferencia entre la vida o la muerte.
La sola palabra colonoscopia inquieta a la mayoría de los pacientes que deben hacerla. Sin embargo, es absolutamente necesaria para prevenir el cáncer de colon, recto y vías digestivas, ya que dicho procedimiento permite detectar de forma temprana las lesiones malignas o en vías de convertirse en tumorales.
Existen dos tipos de lesiones malignas en el colon, y ninguna da síntomas en sus primeras etapas, por lo que sólo se pueden detectar con la colonoscopia. Uno de los tipos de lesiones malignas son los pólipos, de apariencia elevada, fáciles de diagnosticar y tratar. Las otras resultan más complicadas de detectar, porque son planas, y apenas se asoman como una pequeña irregularidad en los pliegues del colon o acusan un tenue cambio de color. “Ese tipo de lesiones avanza con mayor rapidez a adenocarcinoma de colon”, advierte Víctor Bracho, presidente de la Sociedad Venezolana de Gastroenterología.
En este caso hay que resecarlas o extirparlas. De no hacerlo, en un período entre cuatro y doce años se convierten en adenocarcinoma de colon.
La población de alto riesgo de este tipo de cáncer suele ser mayor de 50 años, con antecedentes personales o familiares de cáncer sobre todo de vías digestivas. Haber tenido antes pólipos hace a la persona más proclive a seguir desarrollándolos, de cualquiera de los dos tipos.
Para poder detectar cualquier tipo de lesiones en las vías digestivas, los médicos cuentan con técnicas y equipos que facilitan las pesquisas.
Algunas técnicas como la cromoendoscopia ayudan a visualizar de manera más sencilla para el ojo humano estas lesiones. Cuando se identifica con la luz del colonoscopio, una pequeña irregularidad en la mucosa del colon, se coloca un tinte (que puede ser incluso electrónico) para poder observarla mejor.
Para realizar endoscopias y colonoscopias bien hechas, se necesitan profesionales entrenados, un equipo de colonoscopia operativo, un paciente bien preparado y la correcta técnica de sedación del paciente. “En esos pilares se sustenta la posibilidad de un correcto examen de colon. Es un procedimiento ambulatorio. Si se diagnostica una lesión hay que decidir el procedimiento endoscópico a realizar”, precisa.
Durante la endoscopia pueden aplicarse una de tres técnicas para curar la lesión. Estas opciones van desde una simple polipectomía o una resección mucosal endoscópica o una disección mucosal endoscópica. Todas necesitan de un médico experimentado.
Las lesiones extraídas van a biopsia, para conocer su malignidad. Si son muy grandes, mayores de 1.5 centímetros, el paciente tiene indicación de reposo unos pocos días pues puede sangrar. Sólo si se sospecha de alguna complicación como una microperforación o una fisura, el paciente tiene que permanecer hospitalizado.
De ahí que si usted presenta algunos de los siguientes síntomas como el estreñimiento, inflamación, evacuaciones, sangrados, dolor abdominal intenso, puede estar presentando un cáncer colorrectal; que muchas veces es confundida con colitis o amibiasis.
Por lo que no está por demás acudir con el gastroenterólogo y realizarse una colonoscopia a partir de los 50 años para descartar o confirmar el diagnóstico; que de ser positivo, permitirá un tratamiento oportuno.
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