Hombría, machismo, exceso de soberbia e ignorancia; cuatro elementos que se conjugan a la perfección para impedir que el grueso de la población masculina adulta acuda al urólogo cuando menos una vez al año para detectar algún padecimiento propio de su sexo, como puede ser un cáncer de próstata, pene, testículo, vejiga o riñón.
Que porqué insisto en el exceso de soberbia –porque cuando se trata de la posibilidad de tener cierta enfermedad, en automático asumimos que a todos les puede pasar menos a nosotros. Y da la casualidad “porque la vida es bien ingrata” que entre ese exceso de confianza o exceso de soberbia, como se le quiera calificar, de buenas a primeras, ya somos portadores de la enfermedad. Lo que se traduce en la poca o nula cultura de la prevención que se tiene como sociedad en materia de salud.
Máxime si hablamos de enfermedades asintomáticas como es el cáncer de próstata, que representa la segunda causa de muerte a nivel mundial, entre la población de 60 a 65 años. “El cáncer de próstata es un problema muy delicado, ya que al ser una enfermedad que no dada molestias y en primer instancia no tiene síntomas, pero cuando se llegan a presentar más del 70 por ciento de pacientes tienen la enfermedad tan avanzada que ya no será posible curarlos”.
“Es un tumor que se desconoce la causa, pero existen factores predisponentes como son la edad (tener más de 60 a 70 años), el medio ambiente (contaminación, podría tener un aspecto etiológicos), una mala alimentación (ingesta de grasas y carbohidratos muy elevada) y la herencia, afirmó a Hablemos de cáncer….sin miedo, Jesús Torres, presidente de la Sociedad Mexicana de Urología (SMU), fundada hace 80 años (1936).
Argumento que los pacientes que tienen o tuvieron algún familiar –padre, tío, hermano- está obligados a acudir al urólogo a partir de los 40 a 45 años, para poder identificar si tiene potencialmente un riesgo de desarrollar esta neoplasia; bien sea a través de un interrogatorio y después con la exploración facto rectal y con la determinación del Antígeno Prostático Específico (APE) que permitan decidir si el sujeto será sometido a una biopsia prostática trasrectal –donde se requiere por lo menos 12 fragmentos- permite confirmar en un 85 a 90 por ciento la presencia de cáncer, mientras que el 15 por ciento restante a pesar de tener la enfermedad ni aún la biopsia lo reportará; de ahí la insistencia de acudir al urólogo.
Sin embargo en el seguimiento y evolución del paciente, el saber cómo se está moviendo su antígeno prostático permitirá determinar si se le vuelve a practicar otra biopsia en seis meses.
Una vez identificado el cáncer, en etapas tempranas es curable y se puede tratar con cirugía, radioterapia o braquiterapia –tratamiento con dispositivos implantados dentro de la glándula que emiten radiaciones muy dirigidas hacia la zona donde se encuentran las células malignas). Si encuentra en etapas avanzadas se aborda con radioterapia o con el bloqueo de las hormonas masculinas, con medicamentos o con cirugía de castración.
La expectativa de sobrevida con calidad de vida del paciente se puede mantener por años con estos tratamientos, pero lo más importante es acudir al urólogo, cuando menos una vez al año, con la idea de prevenir o identificar tempranamente un posible cáncer; dejando a un lado ideas y temores que conlleva la revisión prostática, ya que una revisión a tiempo salva vidas.
En este próximo Día del Padre, que mejor regalo se pueden dar y a la vez darles a sus hijos que un chequeo con el urólogo, para poder seguir disfrutándose por muchos años.