Parte 1
Cuando se está en la plenitud de la vida, muchos son los proyectos y deseos a cumplir; pero cuando esos se ven interrumpidos por una enfermedad, máxime si se trata de un padecimiento grave como es el cáncer de mama, todo nuestro entorno da un giro de 360 grados. Empezando por aceptar que estamos enfermos y que dicho padecimiento vendrá a cambiar nuestro estilo de vida; en el trabajo y dentro de la familia, lo cual no es nada fácil, sobre todo cuando se está en la etapa más productiva de nuestra vida.
En México el cáncer de mama se diagnóstica en promedio a los 50 años de edad, lo que representa una década menor en comparación con Estados Unidos y Canadá y algunos países de Europa, donde el promedio oscila en los 60 años, informó Cynthia Villarreal Garza, directora de “Joven y Fuerte”, Programa para la Atención e Investigación de Mujeres Jóvenes con Cáncer de Mama.
La definición de mujer joven varia de un autor a otro, pero la mayoría de los autores establece un rango de edad de 35 a 40 años. Esta delimitación de está basada en la diferencias observadas con respecto a los factores de riesgo; las características tumorales, los desenlaces clínicos y en los intereses particulares (fertilidad, autoimagen, la percepción de la calidad de vida y los objetivos personales, etcétera, en comparación con mujeres por arriba de este límite de edad.
En entrevista con Hablemos de Cáncer….sin miedo precisó que en nuestro país hasta el 11 por ciento de las mujeres diagnosticadas con cáncer de mama son pacientes menores de 40 años; lo que representa una proporción significativamente mayor que en los países desarrollados”.
Existen diversas hipótesis respecto a las causas que explican la aparición del cáncer a temprana edad: una de estas se relaciona con la edad de la pirámide poblacional; sobrepeso y obesidad; tabaquismo; consumo de alcohol; el no tener hijos y la no lactancia, detalló Villarreal.
Argumentó que otra hipótesis que explica este fenómeno (el aumento de cáncer de mama en mujeres jóvenes) es: la diferencia en los estilos de vida y factores de riesgo reproductivos entre poblaciones; además de que se ha postulado que tanto en México y otros países hispanos existe una mayor proporción de mutaciones que condicionan síndromes heredofamiliares.
La oncóloga explicó que aunque no es la regla que se presente cáncer de mama en mujeres muy jóvenes, entre los 20 a 25 años, sí se ha podido determinar que la aparición de esta neoplasia está relacionada con el factor genético-hereditario.
La importancia de este incremento en el número de casos de cáncer de mama en mujeres jóvenes radica en que su diagnóstico y comportamiento son generalmente más agresivos, con un número desproporcionado de años vida perdidos a consecuencia de esta enfermedad. Esto se debe a que cada vez es más ver diagnóstico en etapas avanzadas; a una mayor proporción de tumores con cursos más agresivos (cáncer de mama triple negativo y cáncer de mama con sobreexpresión de HER2), y a mayores tasas de recaídas sistémicas en cualquier estadio clínico en comparación con las mujeres posmenospáusicas.
Debido al elevado riesgo de recurrencia y muerte en este subgrupo de pacientes jóvenes, se recomienda el empleo de tratamientos a base de quimioterapia, radioterapia y hormonoterapia después de la cirugía mamaria en la mayoría de estas pacientes, con el objetivo de reducir el peligro de recurrencia y prolongar su vida. Sin embargo “estos esquemas de tratamiento pueden causar efectos secundarios serios de infertilidad, osteoporosis y ganancia de peso, entre otros, que a largo plazo comprometen su calidad de vida, física y psicológica; así como la evolución de la enfermedad”, afirmó la también directora de Oncología Médica del Centro de Cáncer del Sistema Tecnológico de Monterrey.
Entonces mujer, aún si eres muy joven, no debes dejar de realizarte la autoexploración mensualmente, a fin de detectar cualquier anomalía que pudiera derivar en una sospecha de cáncer. Recuerda que cualquier cáncer es curable, si se detecta ¡a TIEMPO!