Desde el corazón de Tierra Caliente, Michoacán, el sacerdote José Luis Segura Barragán sostiene que la entidad se ha convertido en un infierno. Y advierte: “Es un narcoestado” donde el crimen organizado gobierna y nada puede hacer el presidente Andrés Manuel López Obrador con su política de “abrazos y no balazos” para combatir al crimen organizado.
- Las palabras del expárroco de la comunidad de La Ruana se sustentan en datos duros, como los del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, según los cuales durante la gestión de Silvano Aureoles el número de muertes violentas o accidentales se incrementó 137%.
- El propio Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública tiene registradas 900 muertes, de las cuales 682 fueron violentas. El Observatorio Ciudadano de Michoacán, a su vez, revela que en municipios como Uruapan, Morelia y Zamora el aumento de homicidios violentos ha crecido hasta mil por ciento, rebasando los niveles de 2013, cuando surgieron las autodefensas.
- “Esto es el infierno”, comenta Segura Barragán a Proceso. “Necesitamos un obispo como el anterior (Miguel Patiño), quien en 2013 sacó una carta muy crítica y provocó un cambio fuerte en el gobierno.”
- Durante varios años él y otros sacerdotes de los municipios calentanos, como Gregorio López, han atestiguado la llegada de los grupos criminales y la complicidad de algunos funcionarios estatales y municipales.
“No hay nadie a quien pedir ayuda; hasta la prensa está controlada”, comenta Segura Barragán mientras se reúne con sus pares en Apatzingán/PROCESO-PUNTOporPUNTO