La administración de Enrique Peña Nieto será recordada por la corrupción generalizada, una crisis de seguridad pública sin precedentes y su incapacidad de comunicarse con la sociedad. También será recordado –en los libros de historia– como el gobierno que impulsó y aprobó reformas que permitirían a México atraer inversiones sin precedentes en energía, tumbar los precios de las telecomunicaciones y atacar con leyes perfectibles, pero muy superiores a las anteriores, problemas como la pésima educación que reciben los niños mexicanos, la inflexible legislación laboral, la ausencia de un marco anticorrupción y de transparencia del sector público, o viejas estructuras oligopólicas.
- En la elección del 1 de julio, la gente quiso castigar una presidencia que se había ganado su impopularidad y poner fin al abandono de las necesidades de los grupos más vulnerables de la población. El gran reto será distinguir el grano de la paja, y entender qué de lo pasado es desechable y qué debe quedar como está. Hay mucho de lo que se ha hecho a través del trabajo legislativo de las últimas tres décadas que merece mantenerse. El afán de rehacer todo desde cero, la tentación inevitable en todo proceso de sucesión en la empresa o el gobierno, ha creado, históricamente, más problemas que soluciones.
Grano y paja
- Nada puede ser más deseable para México que el presidente Andrés Manuel López Obrador concrete sus promesas de cambio social, mayor inclusión y más participación ciudadana. Unas políticas económicas enfocadas en el desarrollo de un mercado interno pueden corregir las carencias del proceso enfocado en la estabilización de México y la apertura internacional tras las crisis sucesivas. La incógnita es sí bastan los deseos, y si las políticas que se implementen lograrán los cambios prometidos.
- Uno de los sectores críticos, el de las empresas dedicadas a la exploración y producción de petróleo. Hablamos con casi una decena de compañías que han comprometido cifras millonarias de inversión en nuestro país. El riesgo es que la incertidumbre sobre los objetivos del gobierno, o lo que es más, la falta de impulso institucional al sector, frenen sus inversiones.
- Sentadas en unos activos valiosos, pero inútiles sin un marco legal certero, pagarán “por ver” sin poner un dólar extra más de lo mínimamente necesario. Esto en sí mismo daría la razón a los críticos de la reforma, y entraríamos en una espiral negativa para todos, empezando por Pemex, que necesita de la tecnología y el capital de las compañías privadas. para operar y para salir del hoyo financiero en el que se encuentra. Los empleos prometidos no llegarán. La cadena de valor no se completará.
- Hay un punto clave que el nuevo gobierno parece no querer escuchar. Pemex (que declinó dar entrevista a Expansión) está en un rumbo financiero crítico, en una situación operativa deficiente, y en estrategia de supervivencia. La reforma energética es la mejor herramienta de la empresa para recuperar el liderazgo petrolero perdido tras el agotamiento del campo de Cantarell. Inyectarle recursos sin más tendrá los mismos éxitos que tuvo en la última década: ninguno.
Las llamadas reformas fueron el fruto de décadas de trabajo por parte de los mejores en muchos sectores, la academia y la política multipartidista. Los movimientos en los mercados tras la cancelación del NAIM, la regulación de banca y mineras, agudizados por un contexto internacional que también va a la baja, apuntan al costo que pueden tener decisiones que quieren refundar un país sin analizar la lógica en la que se mueven los mercados.
El nuevo gobierno aprenderá pronto que, como sucedió en el precio de la telefonía celular, hay soluciones integrales que ofrecen lo mejor a los consumidores y, a la vez, alientan la inversión privada. De que lo entiendan depende que, dentro de seis años, no haya lamentos, sino un reconocimiento a un gobierno de izquierda que supo utilizar los mercados a su favor.
- Los tres meses de trabajo legislativo de la fracción mayoritaria de Morena han provocado movimientos bursátiles en todos los sectores afectados por los primeros balbuceos parlamentarios. Las carencias de la administración saliente no pueden dar lugar a una limpia que elimine las buenas políticas públicas diseñadas en las últimas décadas./EXPANSION- PUNTOporPUNTO