Con miras en esa meta se busca refinanciar todas las amortizaciones de deuda externa del próximo año, y si las condiciones del mercado lo permiten, se intentará que el próximo gobierno no tenga la presión de las obligaciones en moneda extranjera durante el primer bienio, adelanta.
- Tenemos que hacer todo lo posible para tener el mejor cierre fiscal y financiero para cuando llegue la siguiente administración. Al tumbar prácticamente 70 por ciento de las amortizaciones de deuda externa, si pasara algo en los mercados el nuevo equipo no tendría que estar evaluando diferentes estrategias, expuso en una conversación en el marco de la 87 Convención Bancaria, que se realizó la semana pasada.
- Creo que en los siguientes meses habrá oportunidades de mercado que nos van a permitir refinanciar el 30 por ciento restante de 2025. Incluso podríamos refinanciar 2026. Esto implicaría que cuando menos, por cualquier cosa que pudiera llegar a pasar, en deuda externa el siguiente equipo no tendría que salir al mercado (para este fin), confió.
La actual administración se enfocó en modificar la estructura de la deuda para recargarla en el financiamiento interno. Luego vino la escalada de precios en el ámbito internacional y México fue uno de los mercados donde más aumentó la tasa de interés (hasta 11.25 por ciento), lo que también afectó las obligaciones del sector público. Yorio sostiene que no se erró con este plan.
Creemos que la estrategia es correcta por varios elementos adicionales a la tasa. Cuando llegamos, en 2019, la participación de la deuda externa en el portafolio era de alrededor de 21 por ciento; hoy es de 16 por ciento. En la medida en que nosotros paguemos esa tasa de interés en nuestra jurisdicción, vamos a generar una mayor atracción de inversionistas hacia nuestro mercado.
Hoy pagar un interés de deuda externa a una institución extranjera implica una transferencia al exterior y creo que hay que reducir esa transferencia y seguir concentrando en el país. Creo que México está listo para, de manera gradual y no en mucho tiempo, llegar a 10 por ciento de la deuda externa como porcentaje en nuestro portafolio. Eso va a pasar en los siguientes seis o 10 años; en seis meses ya no lo hicimos, pero quizá en el siguiente administración lo puedan hacer.
Pasivos y déficit, manejables
Yorio González reconoció que ha habido un incremento de la deuda y el déficit públicos, como parte de los efectos de la pandemia que no se pudieron absorber en un solo choque, pero eso no implica que esté cerca de niveles insostenibles.
- El Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (SHRFSP) –la medida más amplia de la deuda– pasó de 10.5 billones de pesos en diciembre de 2018 a 15.4 billones en febrero pasado, en parte por los incrementos de la tasa de interés y en parte por el nuevo financiamiento contratado durante esta administración.
- Se espera que al cierre de este año alcance 17 billones 47 mil 356.9 millones de pesos, el mayor saldo de que hay registro, de acuerdo con lo revelado en los Precriterios del próximo año, un documento que no es vinculante, pero refleja la visión de la dependencia sobre la economía y las métricas fiscales.
En él, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público reveló que se espera dejar el SHRFSP en 50.2 por ciento como proporción del producto interno bruto (PIB), más de seis puntos porcentuales encima del 43.6 en el que estaba al inicio de esta administración. Mientras, el déficit público se calcula en 5.9 por ciento del PIB.
El déficit en términos nominales ha crecido, pero como porcentaje de una economía mucho más grande, no ha crecido tanto. Por eso la deuda se mide como porcentaje del PIB, recalca. Apunta que el endeudamiento es bueno cuando se usa con miras a generar mayor crecimiento e ingresos o para afrontar una emergencia, como recomendó el Fondo Monetario Internacional en el contexto de la pandemia./Agencias-PUNTOporPUNTO