El silencio abruma. Calles vacías, locales cerrados y clima caluroso. Frente a esta ciudad, en mar abierto y a poco menos de 90 kilómetros de tierra, está la Sonda de Campeche, principal fuente de petróleo en México. De aquí salió, en décadas recientes, la mayor riqueza petrolera de que dispuso el país. Pero eso es pasado.
• La entrada a los campos petroleros es por Ciudad del Carmen, Campeche. Hoy, el panorama de la actividad económica es desolador, marginado. La capital petrolera de México, dicen sus habitantes, ha quedado en el olvido.
• Ciudad del Carmen fue, y sigue siendo, la entrada a Cantarell, campo energético que llegó a ser considerado el segundo más importante del mundo, por la cantidad de reservas con que cuenta. Ha aportado más de 15 mil millones de barriles de petróleo –desde su inicio de operaciones, en 1971– a la producción de Pemex. Incluso, actualmente, la Sonda de Campeche, en su totalidad, contribuye con 66 por ciento de la producción nacional de petrolíferos.
• Según datos oficiales, Campeche es uno de los estados que al menos en los pasados tres años presenta una contracción en materia de crecimiento económico. En 2016 el PIB del estado cayó 5.8 por ciento, en 2017 bajó 8.2 y al cierre de 2018 tuvo una disminución de 1.3.
Es un volado
• No se enreda en términos económicos, pero César Mejenes, de 52 años, entiende de dinero. Hace 12 años tenía un bar y un botanero, que el fin de semana le dejaban ingresos libres hasta por 2 millones y medio de pesos. La caída en la actividad petrolera en la región y la extinción de la pesca en la ciudad hicieron que bajara la clientela, al punto de verse obligado a cerrar sus locales. Hoy, ve el mar y las plataformas a lo lejos, renta motonetas en la playa. Cobra 30 pesos por 10 minutos.
• “A la semana sacamos como 400 pesos, ahora sí que pa’ la comida. El fin de semana nos nivelamos. Tenemos 12 años con este negocio. Antes tenía bares, pero la economía se acabó y ahora lo ves en la calle. Mis clientes eran gente de pesca y petroleros. Ya no funcionó el negocio. Juntaba de viernes a domingo 2 millones y medio, ya limpio”, dice.
Con César trabaja Juan Pablo González, de 23 años, quien asegura que desde que la pesca desapareció y la actividad petrolera fue en declive, la economía en Ciudad del Carmen cayó. Ahora, trabajar en este negocio es despertar y lanzar un volado para ver cómo pinta.
Hay mucho desempleo y es rara la vez que hay movimiento. Es como si tiráramos una moneda al aire. Es 50 y 50 la probabilidad de que haya gente. Esto lleva así rato, como 10 años. Esto se mantenía de la pesca, pero bajó. Y pues ya. Y lo del petróleo vino a rematar, expone.
Como en feria
• Entre finales de julio y principios de agosto llega la feria de Ciudad del Carmen, esperanza para reactivar el gasto y el consumo local. Aquí, el panorama no es diferente. Los puestos de vendedores, los juegos mecánicos y los locales de comida están en un terreno llano enorme. Es una región envuelta en pobreza, en el sureste, lugar que la administración busca desarrollar, pero la innovación, fuera de las plataformas petroleras, no llega.
Junto con la feria llega la esperanza de los vendedores por obtener ingresos necesarios, pero Belén Flores, quien se dedica a vender brochetas de carne, asegura que el consumo, aun en temporada vacacional, es muy bajo.
Esto está muy tranquilo
Carolina Velázquez, quien lleva trabajando cuatro meses en un puesto de comida ubicado sobre el malecón, afirma que tras la llegada de Andrés Manuel López Obrador la cosa se mueve más.
• Aquí hay movimiento, sobre todo el fin de semana. Desde que entró este Presidente hay más movimiento. Las ganancias son mejores los fines de semana, como de 3 mil o 4 mil pesos, cuando hay mucha gente, declara.
• Sin embargo, César Mejenes, quien hoy se dedica al comercio informal, difiere. Lo que pasa es que la mejoría es para quienes viven de la política. Al menos nosotros no vivimos de ésta. Nosotros, si no trabajamos, no tenemos para comer.
• Antes la cosa era mejor. Llegaban camionetas chorreando camarón por las calles. Llegaban lanchas. Apestaba la isla a camarón. Pero era puro dinero. Nadie decía que apestaba la calle. Al contrario. Hasta el changarro vendía. Había abundancia, pero se acabó, lamenta./LA JORNADA-PUNTOporPUNTO