Para Guy Edwards, consultor de la División de Cambio Climático del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), «un experimento en tiempo real sin precedentes está en marcha en el planeta, cuando millones de personas se adaptan a las restricciones para derrotar a la COVID-19, lo cual podría ayudarnos a visualizar un mundo más sostenible y resiliente, y cómo enfrentar el cambio climático”.
A medida que los aviones se quedan en tierra y los vehículos desaparecen de las calles, vemos reducciones considerables en la contaminación del aire y las emisiones globales de gases de efecto invernadero, que pueden contribuir a reducir las complicaciones de salud y las muertes prematuras relacionadas con la polución atmosférica.
- Un nuevo estudio muestra que la contaminación del aire causa 8.8 millones de muertes adicionales al año en el mundo. Las ciudades latinoamericanas sufren de contaminación del aire debido a la gran cantidad de vehículos y la baja calidad del combustible, por lo que estimaciones conservadoras sugieren que cada año 50 mil personas mueren prematuramente en la región, debido a la contaminación del aire, causada principalmente por el transporte.
La pandemia también generó que ahora se exijan mayores esfuerzos para limpiar el aire que afecta negativamente la salud de las personas.
Acerca de si estas reducciones en la contaminación del aire y las emisiones van a durar, Edwards considera que la pandemia no es la solución a la crisis climática, por lo que cualquier reducción en las emisiones y la contaminación será efímera e, incluso, sugiere que podrían aumentar rápidamente a medida que se reanude la producción industrial y la generación de energía.
- La recesión global provocada por el coronavirus (COVID-19) también podría socavar la transición hacia una economía verde, a medida que las empresas luchan por asegurar el financiamiento para proyectos de energía renovable y movilidad eléctrica. La cadena de suministro global para componentes como paneles solares y baterías de iones de litio, muchas de las cuales se producen en China, se interrumpió.
Menciona que después de esta crisis, las personas podrían evaluar sus traslados diarios y continuar la reducción de los viajes de negocios a favor del teletrabajo. Sin embargo, a medida que surgen del autoaislamiento y, en muchos casos, se enfrentan a tragedias personales, problemas de salud mental y desafíos económicos, puede haber un retorno a la situación previa a la pandemia.
Es posible que las personas vuelvan a subir a sus automóviles y, en el peor de los casos, la contaminación del tráfico podría incluso superar los niveles previos, si a las personas les preocupa viajar en transporte público.
- El consultor del Banco Interamericano de Desarrollo sugiere que, terminada la crisis de la COVID-19, los formuladores de políticas y el sector privado podrían buscar formas de acelerar la electrificación del transporte público y eliminar los vehículos contaminantes, pasos clave para construir una sociedad más resistente y saludable.
- Explica que el transporte en América Latina es la mayor fuente de emisiones relacionadas con la energía, y responsable del 37 por ciento de las emisiones totales de la movilidad. A medida que los países trabajan en la revisión de sus Contribuciones
Determinadas a Nivel Nacional, la conversación sobre la COVID-19 y la contaminación del aire podría desempeñar un papel para ayudar a defender el impulso simultáneo de la acción climática y las medidas de salud pública.
Señala que para llegar a cero emisiones netas al 2050 y limitar el aumento de la temperatura global a 1.5 grados Celsius, los países deben reducir urgentemente las emisiones en aproximadamente un 50 por ciento para 2030 y descarbonizar la economía global, a través de una transición justa, lo cual requerirá una transformación en varias áreas, incluida la electrificación del transporte y el uso más frecuente del transporte público y no motorizado.
- Refiere que desde 2017, el BID ha trabajado para movilizar inversiones en transporte público limpio para lograrlo, ya que los beneficios podrían ser enormes si la flota actual de autobuses y taxis de 22 ciudades latinoamericanas se cambia a vehículos eléctricos, con lo cual la región podría ahorrar casi 64 mil millones de dólares en combustible para 2030, evitar la emisión de 300 millones de toneladas equivalentes de dióxido de carbono y salvar a 36 mil 500 personas de muertes prematuras.
Finalmente, menciona que el mundo ya tiene gran parte de la tecnología, las finanzas y las políticas para hacerlo, y que la COVID-19 podría estar ayudando a visualizar un mundo más sostenible.
“A medida que salgamos de esta crisis, reducir la contaminación del aire y electrificar el transporte son dos formas de avanzar hacia un futuro más sostenible y resiliente”, apunta Edwards./NOTIMEX-PUNTOporPUNTO