De vez en cuando renace estúpidamente la esperanza de que los que nos gobiernan tienen la sensatez suficiente como para rectificar en el curso de la implementación de sus órdenes y, de manera especial, transparentar sus decisiones e informar con sinceridad y apertura. En ese sentido, el presidente López Obrador dio buena muestra en la corrección del “error” que reducía los fondos dedicados a las universidades del país.
- Lo que no podemos es aceptar estúpidamente el engaño en la información y, especialmente, la traición a los principios que a lo largo de la historia patria hemos hecho nuestros.
- Tal como informó ayer la Secretaría de la Relaciones Exteriores, nuestro país se va a convertir, en la frontera norte, en un campo de concentración para los centroamericanos que están siendo procesados por las autoridades migratorias de Estados Unidos, buscando asilo y admisión. Mientras esos procesos, que tardan más que meses, años, México se convierte en un reducto semicarcelario de ciudadanos de un país que quieren ingresar al otro. La condición rechazada en el verbo de Tercer País.
- Si renunciamos —que es lo que debemos hacer siempre— a la terminología de la diplomacia y la política, veremos que nos hemos convertido ya en el patio trasero de Estados Unidos. Aquí están tus pendejos para alojar, alimentar, vigilar y cuidar a los migrantes que tú, en última instancia, decidirás si admites en tu país o los mandas a la chingada de regreso a Tijuana y alrededores.
- El aceptar esta operación violatoria de la soberanía de nuestro país es el primer eslabón de una política sumisa e indignante. Fue de Washington desde donde se anunció el nuevo procedimiento de que México alojaría a los migrantes en proceso de admisión o no en Estados Unidos. Relaciones Exteriores en nuestro país se limitó a ratificar lo que ya era público. México asume formal, legal y económicamente el papel que, desde el presidente Roosevelt, Estados Unidos asignó a sus vecinos del sur: somos el patio trasero./ OPINIÓN FÉLIX CORTES CAMARILLO EN EXCÉLSIOR