En seis meses de campaña a José Antonio Meade y al PRI nada les ha funcionado. Desde que arrancó la precampaña el 12 de diciembre en San Juan Chamula, Chiapas, el candidato y su partido han hecho cambios en su equipo y en la dirigencia, desplegaron una guerra sucia contra sus adversarios y han tenido ayuda desde el gobierno para lograr una mejor posición.
Pero ninguna de las acciones les dio resultado y al final de la carrera presidencial continúan estancados en el tercer sitio, luchando contra Ricardo Anaya por el segundo lugar en las preferencias electorales.
- Ante este panorama, las baterías del priismo se han enfocado en obtener para Meade el segundo lugar y ganar terreno en las elecciones locales para que, desde los congresos estatales y los gobiernos de los estados, se otorgue apoyo al PRI, que enfrenta la posibilidad de un descalabro peor al de 2006, cuando Roberto Madrazo quedó en 22% y el PRI en 29% de la votación, advierte el director de la empresa de sondeos Parametría, Francisco Abundis.
- Aunque no le quita responsabilidad al equipo de Meade, encabezado por Aurelio Nuño, de la mala campaña que ha llevado a cabo, Abundis destaca dos datos que han pesado en todo el transcurso de la campaña: el 60% de opinión negativa de Peña Nieto y el 40% para el PRI.
- “Con eso era muy difícil remontar porque las variables de corrupción, violencia, inseguridad, devaluación y la inflación no han cambiado, y eso es lo que impacta en el ciudadano”, precisa Abundis, que en 2016 fue el primer encuestador que detectó el enojo social y la corrupción como factores de incidencia en las elecciones.
“Para ser justos y no cargarle todo al candidato, hay que decir que es el presidente y el PRI los factores que han afectado la contienda de Meade; él no tiene toda la culpa porque es impresionante el desprestigio que le generan el presidente Enrique Peña Nieto y el PRI. Son las dos cosas juntas y hubiera sido lo mismo si el candidato hubiese sido Miguel Ángel Osorio Chong”, precisa Abundis, quien cursó maestrías en políticas públicas en la Universidad de Oxford, y en asuntos internacionales en la Universidad de Columbia, además de especializarse en temas de opinión pública y comportamiento electoral./ CON INFORMACIÓN DE PROCESO