Es por razones físicas, por las que debemos usar cubrebocas.
Todo el mundo anda preocupado con la pandemia de COVID-19, causada por el virus SARS-Cov-2. La posibilidad de contagiarse, de enfermar y ponerse grave, incluso de morir, está en muchas mentes. El probable contagio nos llena de desazón y miedo; es casi como un volado fatal. Y además, la información que nos llega es tan contradictoria que no sabemos con certeza cómo actuar para librar el contagio. Buena parte del miedo proviene de que el adversario es casi invisible: ¡Para ver un virus necesitaríamos un microscopio electrónico! No sorprende que ante la Peste Negra, la gente de la Edad Media concibiera fantásticas conspiraciones. La ignorancia causa miedo.
Hay información suficiente para afirmar que el uso apropiado del cubrebocas, además de mantener la distancia interpersonal y las medidas de higiene recomendadas, es una acción que reduce el contagio por coronavirus. Sin embargo, debido a la información distorsionadora o a la carencia de sentido común, hay muchos que en medio de la pandemia siguen muy orondos con la boca descubierta en público. Van aquí las razones científicas de porqué hay que usar el cubrebocas.
¿Cómo nos contagiamos de la COVID-19?
Para contagiar, los virus tienen que pasar de una persona infectada a otra. La principal fuente de contagio es la saliva del infectado, invadida de virus. Para infectar a otra persona, los virus deben penetrar en su organismo a través de las mucosas de la boca, ojos, nariz y garganta, o ser aspirados para llegar a los pulmones. La infección puede ocurrir por contacto directo, al tocar a la segunda persona con las manos infectadas, o indirecto, cuando se transfiere saliva infectada a algún objeto y alguien más toca este objeto y luego se lleva la mano a la cara. Esta transmisión por contacto está plenamente comprobada y muchas de las medidas de higiene hoy recomendadas tienen por objeto evitarla.
Pero, ¿pueden los virus viajar también a través del aire?
Claro que sí, pero no lo hacen por sí solos. Al toser o estornudar, e incluso al hablar, expulsamos gotitas de saliva y gran parte de ellas forman un aerosol y pueden ser aspiradas por terceros. No nos confundamos. En la vida diaria llamamos con descuido ‘aerosol’ a un frasco con gas comprimido –este es sólo un atomizador– que expele el verdadero aerosol. Este es una pequeña nube de partículas que están suspendidas en el aire. El humo, la neblina y las nubes son aerosoles naturales; los insecticidas se suelen esparcir en forma de aerosol, al igual que los perfumes. Cuando quien habla, tose o estornuda está infectado con virus, la gotitas que exhale los acarrean al ambiente: las gotitas más grandes viajan uno o dos metros antes de caer al suelo, en alguna superficie o sobre otra persona –por eso se pide guardar una distancia de dos metros entre personas–, pero por su parte el aerosol formado por las gotitas más pequeñas flotará en el aire.
¿Es el aerosol infectado de virus capaz de contagiar la enfermedad?
- Claro, el aerosol queda suspendido en el aire y las gotitas que acarrean los virus pueden infectar a alguien más al inhalarlas. El asunto no es menor porque en un estornudo se expulsan al aire cientos de miles de partículas. ¿Qué tantas estarán infectadas?, ¿qué tan lejos llegarán en el aire ambiente?, ¿qué tan activos permanecerán los virus? Las respuestas dependen de la enfermedad, es decir, del tipo de virus que se trate, pero también de circunstancias físicas como el tipo de exhalación, la temperatura y la humedad.
¿Se sabe si enfermedades parecidas a la COVID-19 se transmiten por el aire?
Ya sabemos que el virus de la influenza y el SARS-Cov-2 se parecen mucho. En 2008, en plena epidemia de influenza A-H1N1, investigadores de EUA y Hong Kong encabezados por Patricia Fabian encontraron el rastro del virus en las exhalaciones de residentes de Hong Kong con influenza. Un par de años después, en una clínica de Virginia Oeste, EUA, William G Lindsley y sus coautores también hallaron rastros del virus en las exhalaciones de trabajadores sanitarios y pacientes, y en colectores de aerosol dentro de la clínica: el virus estaba en las partículas del aerosol. Además, como reseñó Nikolai Nikitin en 2014, los virus de influenza siguen activos dentro de las partículas de aerosol y pueden incluso cruzar habitaciones. La atmósfera seca y las bajas temperaturas propician la propagación aérea del virus. En un caso, hasta el 50% de los contagios de influenza fueron atribuidos a la transmisión por aerosol.
¿Qué les pasa a las gotitas del aerosol?
Las gotitas exhaladas por una persona han sido estudiadas por más de un siglo. En 1934 William Wells descubrió que ellas se evaporan en pocos segundos. Las más grandes —de cerca de una décima de milímetro o más— se encogen al evaporarse, pero llegan al suelo o a una persona enfrente del exhalador; si este está infectado, esa persona se contaminará. Sin embargo, aquellas gotitas más pequeñas se evaporan antes y dejan unos núcleos resecos con virus que quedan suspendidos como aerosol por horas e incluso días.
¿Qué tan seguros estamos del comportamiento de las gotitas y los aerosoles?
La dinámica de la gotitas y los aerosoles está descrita a cabalidad por las leyes de la física y está confirmada por muchos experimentos. Las gotas más grandes son conducidas por las fuerzas de gravedad y de resistencia de aire. Las más pequeñas que conforman los aerosoles son movidas por las fuerzas que ejercen las moléculas del aire, empujándolas erráticamente en todas direcciones. En nuestro segundo artículo referido al inicio abundamos en estas evidencias teóricas y experimentales.
¿Cuáles son las características físicas de los virus?
Un virus SARS-Cov-2 está formado por una gran molécula de ARN rodeada por varias capas de proteínas y glicoproteínas; en su exterior sobresalen las espículas, que a manera de espinas le dan su aspecto característico de corona. Su diámetro, determinado por Marco Cascella y su grupo, varía entre 0.04 y 0.14 micras –una micra es una milésima de milímetro–; su masa es de un femtogramo, esto es, cien millones de veces más pesado que una molécula de oxígeno. Un núcleo de aerosol formado alrededor del virus, contiene también residuos de mucosidad y minerales, y tiene un diámetro algo mayor que el propio virus. Cada molécula en el aire recorre de media 0.05 micras antes de chocar con otra; este es el llamado camino libre medio. Como este camino es parecido al diámetro de los núcleos más pequeños, estos sufren el caótico embate de los choques moleculares. Por su parte, las gotitas exhaladas mayores de 0.16 micras tardan tres segundos o menos en caer al suelo.; las más pequeñas se evaporan y dejan flotando los núcleos.
Pero, ¿cómo contagia el aerosol exhalado por un infectado de virus?
- El tamaño de las gotitas o núcleos determina cómo se mueven en el aire y a qué profundidad pueden penetrar al ser aspiradas. Al estudiar la exhalación de estornudos con modernas técnicas de difracción con láser, Gustavo Zayas y sus colaboradores de la Universidad de Alberta, Canadá, encontraron en 2012 que 97 % de las partículas exhaladas tenían entre una micra y una décima de micra, partículas que quedaban suspendidas en el aire como aerosol. Además, son tan pequeñas que al inhalarse pueden penetrar muy adentro del tracto respiratorio. Los investigadores concluyeron que el aerosol exhalado al toser es un importante vehículo transmisor de enfermedades respiratorias como la influenza A-H1N1.
¿Qué tan importante es la transmisión aérea de los virus?
No está tan claro todavía qué tanto pueden infectar los virus de un aerosol comparados con otros medios de contagio. La potencia infecciosa de los virus en el aerosol depende de su concentración y posterior dispersión, las que cambian con la humedad, la temperatura, las corrientes de aire, etc. Numerosas publicaciones recientes muestran que las partículas infecciosas en los aerosoles en ocasiones llegan a varios metros y permanecen suspendidas por varias horas. Por ejemplo, en un hospital de Wuhan, Yuan Liu y su equipo de investigadores encontraron que el SARS-CoV-2 se transmite por vía aérea en lugares donde se concentran personas infectadas.
¿Que tan activo permanece el SARS-CoV-2 en aerosol?
- Las más recientes investigaciones, también de este año, indican que sí puede haber contagio aéreo. El equipo de investigación de Neetlje van Doremalen mostró que el SARS-CoV-2 permanece en aerosol y reduce su actividad a la mitad en una hora. ¡A las tres horas de comenzar el experimento todavía había virus viables en aerosol! En otro estudio, Joshua Santarpia y sus coautores de varias instituciones de EUA recolectaron muestras aéreas y de superficies en una clínica con pacientes de COVID-19.
- Encontraron que el virus había contaminado el aire y varias superficies al interior de la clínica, consistente con lo ya observado para la influenza. Otro estudio dirigido por DS Reed y CJ Roy, de las universidades de Pittsburgh y Tulane, EUA, demuestra que el SARS-CoV-2 persiste en el aerosol aún después de 12 horas. Y otra investigación, encabezada por Yuguo Li, de la Universidad de Hong Kong analizó el contagio en un restaurante y encontró que hubo contagio entre mesas vecinas, lo que sólo pudo efectuarse por aerosol.
Dada toda esta evidencia, ¿qué tan importante es el uso del cubrebocas?
Es indispensable usarlo para reducir el contagio. Philip Anfinrud, de los Institutos Nacionales de Salud, EUA, junto con sus coautores, iluminó mediante un láser las gotitas que exhalamos al hablar y comprobó cómo el número de gotitas se reduce drásticamente al utilizar un cubrebocas casero humedecido. La eficacia de los cubrebocas fue examinada por investigadores de Hong Kong y EUA encabezados por Nancy HL Leung. Se recolectaron muestras de gotas y aerosoles exhalados por enfermos con coronavirus, con y sin cubrebocas. De los que no los portaban, se identificó ARN viral en el 30% de las gotitas y en el 40% de los aerosoles recolectados; pero en las muestras de los que portaban cubrebocas no se detectó ARN viral.
- La conclusión es que el uso del cubrebocas por enfermos con síntomas contribuye a frenar el contagio por el SARS-Cov-2. Esta conclusión fue reforzada por el estudio sobre el uso comunitario del cubrebocas, encabezado por VCC Cheng, del hospital Queen Mary de Hong Kong en el que se encontró una reducción por un factor de 10 debida al uso generalizado del cubrebocas. A una conclusión similar llegó Chris Kenyon, del Instituto de Medicina Tropical de Bélgica.
¿Todas las mascarillas funcionan igual?
Por supuesto que no. El estudio dirigido por Supratik Guha de la Escuela Pritzker de la Universidad de Chicago, comparó la eficacia para filtrar virus por medio de distintos tipos de cubrebocas. Desde luego, las mascarillas N95 son sumamente eficaces, como probaron M Lindsey Grayson y su grupo del Hospital Austin Health en Australia, pero su uso debe restringirse a personal sanitario que atiende a pacientes infectados. Para el uso común, no hospitalario, basta un cubrebocas de tres o cuatro capas, con una tela de trama muy fina, con 400 hilos o más; la guata también es un relleno muy eficaz. Pero incluso los cubrebocas de dos capas reducen mucho la exhalación de partículas por alguien infectado, aunque no protegen tanto a los no infectados si están en un ambiente contaminado con virus. Es muy importante escoger bien el cubrebocas, ya que usar uno inadecuado da una falsa sensación de seguridad.
Las personas sin síntomas, ¿deben usar cubrebocas?
Por supuesto que sí. Una persona sin síntomas puede estar infectada: no tose ni estornuda, pero sí exhala gotitas y aerosol al hablar o al cantar, y así contagiar a los demás. Kenji Matsumoto quien dirigió el estudio sobre los infectados en el crucero Diamond Princess encontró que la mayoría de los contagios ocurrió antes de comenzar la cuarentena o dentro de las dos primera semanas. Por eso es muy importante que TODOS usen cubrebocas cuando están fuera de casa, aunque no tengan síntomas, y también dentro de ella si hay algún enfermo. Es una barbaridad que muchas personas no usen cubrebocas en público, o que sólo porten una visera transparente que sirve cono refuerzo del cubrebocas, pero que ella sola nada protege al portador ni a los demás.
¿Y los aspectos negativos de usar cubrebocas?
Se ha dicho que usar cubrebocas estorba la comunicación humana al ocultar los gestos, que son muy importantes. Además, son incómodos. ¡Pero la comunicación se estropeará mucho más si contagio a la otra persona y por mi desidia ella enferma y quizá hasta muera!
¿Puede contagiarse una persona a través de los ojos?
Sí, el contagio ocular es posible, sobre todo por contagio directo. Por eso cuando una persona ha estado expuesta no debe tocarse la cara ni los ojos. Pero si alguien necesita estar frente a una persona enferma de COVID-19, por ejemplo porque la está atendiendo en casa, necesita usar gafas de protección que impidan que a los ojos lleguen gotitas. Estas gafas –tipo ‘goggles’– cubren también los lados y sellan contra la cara. Desde luego, el personal sanitario que atiende enfermos de COVID-19 debe usar gafas de seguridad.
¿Alguna recomendación para terminar?
Aunque aún falta mucho por investigar, la evidencia apunta a una conclusión irrefutable: la COVID-19 puede contagiarse por el aerosol que exhalan los infectados en su hálito. Para no contagiarnos nosotros y no contagiar a los demás debemos usar el cubrebocas correctamente, pero ello además de guardar los dos metros de distancia, lavarnos las manos y las demás medidas de higiene recomendadas. Concordamos con el Dr Kar Keung Cheng de la Universidad de Birmingham: hay razones más que suficientes para añadir el altruismo a la autoprotección./NEXOS-PUNTOporPUNTO