La hallaron bañada en cinabrio, un polvo rojo compuesto de mercurio y azufre, y cubierta de jade, obsidiana, concha nácar y cuarzos. Desde entonces la llamaron Reina Roja de Palenque. Su nombre en vida fue Tz’ak-b’u Ajaw, y volvió de un profundo sueño, de más de 1,300 años, cuando el arqueólogo Arnoldo González Cruz descubrió su osamenta dentro de un sarcófago labrado en una sola pieza, en una cámara funeraria de la subestructura del Templo XIII de la antigua ciudad de Lakamhá, en Chiapas. Eran las 5:30 de la mañana del 1 de junio de 1994. El hallazgo de los restos de esta dignataria maya es el segundo más importante de Palenque, señala la arqueóloga Martha Cuevas, especialista en cultura maya. La muestra puede verse en el Museo del Templo Mayor, en el centro Histórico de la CDMX, hasta el próximo 9 de septiembre, de las 9 de la mañana a las 5 de la tarde./ EL ECONOMISTA