La argumentación del subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, que ayer comparó el tiempo que le llevó a México y a otros países alcanzar el punto máximo de casos confirmados de Covid-19 y con qué volumen de contagios, tiene dos sesgos que hacen ficticio el ejercicio.
El primer sesgo es comparar el número de casos confirmados por cada millón de personas, cuando este dato está condicionado al número de pruebas que realiza cada nación. Entre mayor sea el número de pruebas, mayor será el número de casos confirmados, y México es de los países que menos pruebas realizan en el mundo para detectar Covid-19.
Nuestro país tiene 517 mil 714 casos confirmados de Covid-19, pero hasta el 10 de agosto tenía una tasa de 8 pruebas por cada mil habitantes. En contraste, Singapur, uno de los países que más pruebas hace en el planeta, acumula 55 mil 661 contagios, pero realiza 252 test por cada mil personas. Es decir, México con 30 veces menos pruebas que el país oriental tiene 10 veces más casos confirmados.
En tanto, Estados Unidos realiza 186 pruebas por cada mil habitantes (23 veces más que México), Reino Unidos 161 (20 veces más) y España 106 (13 veces más), lo que significa el número de casos confirmados en nuestro país está notoriamente subestimado y no es cotejable con los países seleccionados por Gatell.
Manzanas con manzanas
“Estas comparaciones que hemos visto en varios medios de comunicación, creo que cada vez menos frecuente, por cierto, lo que da gusto, porque ya se ve que hay un poquito más de enfoque en el aspecto técnico, que ya no se hacen estas comparaciones de números de casos entre países con poblaciones diferentes”, dijo ayer López-Gatell al advertir que no se deben hacer comparaciones arbitrarias.
- Siguiendo la recomendación del funcionario, ejecentral comparó la curva epidémica de México con la de países que hace el mismo número de pruebas. Se trata de Pakistán (9 pruebas por cada mil habitantes), Túnez (8.7 por cada mil), Fiji (8 por cada mil), Bangladesh (7.8 por cada mil) Senegal (7.4 por cada mil), Kenia (6.8 por cada mil), Uganda (5.8 por cada mil) y Tailandia (5.6 por cada mil).
Como se puede ver en la gráfica, obtenida de la base de datos del portal Our World in Data, el volumen de la curva de México es muy superior y hay casos como Pakistán y Bangladesh que alcanzaron el acmé desde hace dos meses.
- El segundo sesgo en que incurre López-Gatell es la selección de países para comparar a México, pues no explicó los criterios de selección, lo que la convierte en arbitraria y las referencias parecen estar seleccionadas para dar la impresión de que la epidemia en México está más controlada.
- Si se compara a México con Estados Unidos, Brasil, Colombia, Chile y Ecuador, que son los países más virulentos del continente, evidentemente se obtiene la percepción de que en México las cosas están más estables. Ellos tuvieron picos más altos y en menor tiempo.
Pero, ¿qué pasa si a México lo comparamos con Cuba, Uruguay, Venezuela, Nicaragua? Ahora parece que en nuestro país las cosas están fuera de control.
Como se aprecia en esta gráfica, México supera por mucho los casos quincenales por millón de personas de los otros países. Con excepción de Paraguay y Venezuela (que tienen una tendencia al alza en número de contagios), países como Nicaragua y Haití tuvieron su “pico” a mediados de junio, mientras que Jamaica lo experimentó desde abril y ya va rumbo al segundo.
Variables a modo
El objetivo de las comparativas de Gatell era demostrar que la estrategia de México funcionó, al haber tenido una epidemia lenta (para no saturar los hospitales) y con bajo volumen de contagios (atribuible a las intervenciones del gobierno como la sana distancia y el confinamiento); sin embargo, la teoría del subsecretario se confirma sólo si se eligen los países adecuados y pasando por alto los principios de comparabilidad.
Lo mismo ocurre con Europa. Si para la comparación se seleccionan los países con más velocidad de transmisión, como España, Francia, Italia y Reino Unido, evidentemente se dará la impresión de que México experimentó una situación a más baja intensidad.
Sin embargo, si la comparación la hacemos con países como Finlandia, Eslovaquia, Ucrania, República Checa, Croacia o Grecia, se tendrá la impresión de que los europeos doblaron la curva mucho más rápido y a un menor costo en términos de contagios.
¿Cuántas personas han muerto realmente de COVID-19 en México?
México ha superado la barrera de los 50.000 fallecidos por COVID-19. Con 127 millones de habitantes, México es el tercer país con más muertes resultado de la infección con el nuevo coronavirus, por detrás de Estados Unidos y Brasil. Según los datos oficiales, la Ciudad de México es la entidad más afectada por la pandemia, seguida por los estados de México, Tabasco, Veracruz y Puebla.
Esos son los datos oficiales. Sin embargo, cada vez más evidencias indican que detrás de la tragedia podría esconderse una tragedia aún mayor: que en realidad la infección se haya robado muchas más vidas.
«El registro y el reporte de los casos está por debajo de los reales”, afirma a DW Samuel Ponce de León, coordinador de la Comisión COVID-19. «Es un defecto de prácticamente todos los sistemas de vigilancia”, añade el médico infectólogo, «pero particularmente en México tenemos un sistema lleno de defectos”.
- Según el primer estudio gubernamental sobre las muertes durante la pandemia, la capital mexicana sufrió cerca de tres veces más defunciones de las que normalmente tendría desde marzo hasta mayo, en términos comparativos con años anteriores. De acuerdo con un estudio de la revista Nexos, mas de 27.000 personas murieron en Ciudad de México en ese período, más del doble de lo normal. Durante ese período el Gobierno mexicano solo reportó algo menos de 9.000 muertes por coronavirus en la capital.
- Los números no encajan. Según el director regional del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Luis Felipe López-Calva, que recurre a datos de la revista británica The Economist, a fecha del pasado 6 de julio se presenta una tasa de subregistro de muertes del 78 % en Ciudad de México.
El resto del país, mientras tanto, sigue siendo un rompecabezas incompleto en relación con el exceso de muertes. Medios de comunicación han informado que en el estado de México, por ejemplo, si bien no se ha registrado exceso de mortalidad por otras enfermedades, se han disparado los fallecimientos por causas respiratorias.
Hay razones para este subregistro. La más evidente es la escasez de test. «En México tememos el sistema Centinela de vigilancia epidemiológica, según el cual no se contabilizan todos los casos que hay, sino solamente se hacen pruebas de PCR a aquellos pacientes que están muy graves y al 10 % de aquellas personas que tienen infección respiratoria aguda”, dice a DW Rosa María Wong-Chew, infectóloga de la Universidad Autónoma de México. «Y para que pueda poner en el acta de defunción que alguien falleció por COVID-19”, continúa, «tiene que tener una prueba de PCR positiva”.
Según han denunciado científicos y medios de comunicación locales, miles de registros se han llenado con actas de defunción que muestran diagnósticos confusos como «probable COVID”, «sospechoso de COVID”, «neumonías atípicas” o formulaciones similares, ante la imposibilidad de poder confirmarse en diagnóstico sin una prueba de laboratorio.
«En pueblos muy pequeños o en lugares donde no tienen acceso a los servicios de salud, como en la sierra, o en estados muy pobres, no hay laboratorios”, sostiene Wong-Chew. «Las personas que se infectan allí y se mueren en realidad no se contabilizan en el número de muertes oficiales”.
Ante la evidencia cada vez más clara de este subregistro, las autoridades mexicanas pusieron en marcha a principios de junio una comisión técnica para determinar en qué nivel se sitúa esta «mortalidad no observable”.
El peligroso indicador de la ocupación hospitalaria
Pero no solo se trata de las pruebas, o de la falta de ellas. Uno de los indicadores más utilizados hasta ahora para medir la incidencia de los brotes en diferentes lugares (y el semáforo del desconfinamiento) es la ocupación hospitalaria. A fecha del 20 de julio solo Nueva León, Nayarit y Tabasco estaban por encima de la línea de alarma del 65 %.
- Wong-Chew advierte de cómo este indicador puede dar una visión distorsionada de la situación epidemiológica. «Aquí podrían pasar dos cosas: una es que la gente ya no quiera ir a los hospitales”, explica la profesora de la UNAM. La otra es que el virus se esté moviendo a regiones donde no necesariamente no haya camas, que según ellas son muchas en el país. Por lo tanto, agrega la infectóloga, «no sabemos cuántos casos graves hay que no estamos detectando y cuánta gente está muriendo en su casa”.
Precisamente, el seguimiento de cuántos mexicanos están muriendo por la pandemia en su casa o mientras son llevados al hospital preocupa a los epidemiólogos, ya que pocas veces se llega a tomar una muestra útil a tiempo. Una dificultad añadida es que, si el médico no ha llegado siquiera a visitar al paciente y ver por sí mismo los síntomas, todo se remite a las explicaciones de los familiares./Agencias-PUNTOporPUNTO