En los dos años anteriores el número de personas en pobreza aumentó 9 millones y 6.5 millones se sumaron a quienes no pueden adquirir una canasta básica de alimentos con sus ingresos. El alza se dio sobre todo en los primeros meses de confinamiento por la pandemia, durante abril y mayo y, aunque a finales de 2020 se había revertido parcialmente esta tendencia, “la crisis no sólo aumentó la pobreza, sino que la profundizó”, documenta el Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED).
- En todo el país, tipo de localidad y actividad se registraron aumentos de pobreza. La crisis contiene acentos y matices, hubo una mayor pérdida de ingresos en los hogares con trabajadores dedicados al sector servicios, en los habitados por personas menores de 18 años y en aquellos ubicados en las ciudades. La realidad general es que “los pobres ahora son más pobres que en 2018”, expuso el grupo de académicos perteneciente a la UNAM.
Al menos una de cada cinco personas se encontraba en pobreza extrema y más de la mitad en pobreza general por ingresos al cierre del año pasado, muestra el estudio La pandemia y la pobreza en México en 2020, realizado por los investigadores Héctor Nájera y Curtis Huffman. Se tomaron como base las encuestas de ocupación y empleo y la más reciente de ingreso y gasto en los hogares, todas levantadas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Para calcular estos incrementos en la vulnerabilidad por ingresos, los cuales cayeron hasta 9 por ciento con la crisis sanitaria, se usaron dos escenarios, uno con base en la inflación general y otro en la canasta de alimentos que registra el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social; esta última medición exhibe que antes de la pandemia ya se había dado un deterioro en los niveles de pobreza extrema, dada la velocidad a la que se ha encarecido la comida frente a otros bienes básicos.
- En el escenario que considera la inflación general se observa que la pobreza extrema estaba en 16.8 por ciento en 2018 –y en el mismo nivel previo a los confinamientos en México–, llegó hasta 22.6 por ciento en mayo y luego descendió a 21.5 por ciento en el último trimestre de 2020.
- La pobreza extrema implica que el ingreso es tan bajo que, aun si se dedicase por completo a la adquisición de alimentos, no es suficiente para garantizar la salud de las personas; eso destaca porque al tomar como base la canasta de alimentos de Coneval se observa que en esta circunstancia estaba 16.8 por ciento de población hace dos años, en febrero de 2020 ya había incrementado a 20 por ciento y al cierre del año pasado se ubicó en 27.2 por ciento, casi uno en tres habitantes en México.
A su vez la pobreza general –medido el ingreso con la inflación– pasó de 48.8 por ciento en que se encontraba hace más de dos años a 55.7 por ciento al cierre de 2020; pero al tomar como parámetro únicamente el encarecimiento de alimentos básicos, brincó de 48.8 por ciento a 64.7 por ciento, es decir que seis de cada 10 mexicanos (incluso un poco más) no pueden cubrir alguna de sus necesidades básicas, como salud, educación, alimento, vivienda.
Con la pandemia estos indicadores vieron un mayor incremento en los hogares que tienen población menor a 18 años y en los estados con más población o donde la actividad económica se basa en servicios; destacan Baja California, Ciudad de México, estado de México y Quintana Roo, con un alza de alrededor de 10 puntos porcentuales.
México aporta la mitad del aumento de pobreza en América Latina
El más reciente informe de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) muestra un panorama desolador en la región y la necesidad de una reactivación económica distinta, con inclusión e igualdad. La recuperación económica que tenemos es lenta e inercial, aumenta desigualdad y no reduce pobreza.
- Destacan en particular los malos resultados para México por el crecimiento de la pobreza. “El Panorama Social de América Latina 2020” de la CEPAL proyecta un incremento de al menos 22 millones de personas más en pobreza en la región, de las cuales México aportaría al menos la mitad.
- El informe de CEPAL documenta que nuestro país no tomó medidas suficientes para proteger a los hogares durante la pandemia, y que tuvo una de las más bajas asignaciones presupuestales de emergencia: 0.42 % del Producto Interno Bruto.
Esta bajísima inversión contrasta con 4% de Brasil, 2.8% de Bolivia, 2.3% de Perú e incluso por debajo del 1.85% que asignó el Salvador y 1.4% de Honduras, países que evidentemente tienen una economía menos desarrollada que México. Y por ello, nuestro país no tiene reducción de pobreza por las transferencias
- El reporte de CEPAL aclara que México tampoco tiene un gasto social muy alto. De hecho se encuentra en el promedio ¡de Centroamérica! Y muy por debajo del presupuesto que asignan los países hermanos del sur: Chile, Brasil, Argentina, Uruguay. Todo esto por supuesto, como proporción del PIB, es decir, al tamaño de cada economía.
La reactivación económica con igualdad requiere la inclusión económica y laboral de las mujeres. México tiene una de las más bajas tasas de participación laboral femenina.
Como muchas voces han insistido alrededor del #8M, para crecer hay que incluir a las mujeres en el trabajo. Y ahí CEPAL nos recuerda que la “economía del cuidado” es un sector estratégico para la reactivación y para crecer.
- Por eso resulta tan relevante la creación del Sistema Nacional de Cuidados ya aprobado como reforma constitucional por la Cámara de Diputados. Pero es importante que el sistema no sea una “promesa de papel”. Se requiere asignar presupuesto para crear los centros de cuidado infantil y también para remunerar el trabajo de cuidado en los hogares. La aprobación de una reforma legal para lograr igualdad salarial entre hombres y mujeres es una buena medida, pero depende de su aplicación práctica (El “Panorama 2020” de CEPAL muestra a México con la brecha salarial más grande, ver pág. 201)
Desde la Acción Ciudadana Frente a la Pobreza reiteramos la urgencia de un plan especial para lograr la reactivación económica incluyente y con igualdad. Para ser efectivo el plan no puede ser solo del gobierno. Un plan serio requiere un gran acuerdo social, con participación de los sectores productivos y otros actores de sociedad civil, así como de los gobiernos estatales.
La reactivación incluyente y con igualdad además de acelerar el crecimiento económico debe tener entre sus estrategias lograr trabajo digno, facilitar la inclusión económica para las mujeres, abrir oportunidades para jóvenes y también la cobertura universal de salud (desvinculada del régimen laboral). Todo eso puede reducir pobreza./Agenica-PUNTOporPUNTO