“AntiIMPERIALISMO”: Cuáles PAÍSES son gobernados por la IZQUIERDA en LATINOAMÉRICA

Colombia, Brasil y Chile se han sumado a México, Argentina y Bolivia en esta segunda oleada de la izquierda latinoamericana.

El compromiso de combatir la pobreza y la corrupción en la región más desigual del mundo y dar protagonismo a sectores históricamente marginados está llevando al poder en Latinoamérica a líderes de izquierda que, con diferentes perfiles y resultados, prometen la profundización democrática y el crecimiento económico igualitario.

  • El triunfo en junio pasado de Gustavo Petro, exmilitante de la guerrilla M-19 y exalcalde de Bogotá, marcó un hito en la historia de Colombia, la democracia más antigua de América Latina, donde jamás ha gobernado la izquierda, y abre la puerta a una nueva era en un país azotado por la injusticia social, la violencia armada, el narcotráfico y los altos niveles de corrupción
  • La victoria de Petro, que tendrá como vicepresidenta a la luchadora ambientalista y feminista afroamericana Francia Márquez, se da en un ambiente de fuerte polarización, que ha dejado a la sociedad colombiana dividida en dos sectores con sensibilidades políticas y modelos de país antagónicos, y ha disuelto el modelo de alternancia en el poder que históricamente se dividieron gobernantes liberales y conservadores.

Un fenómeno muy similar al de Gabriel Boric, un joven político procedente de las filas del movimiento estudiantil que llegó al poder tras derrotar en diciembre pasado al ultraderechista José Antonio Kast en una contienda electoral de la que estuvieron ausentes los partidos que durante tres décadas protagonizaron la vida política de Chile.

El estallido social fruto del cansancio de los ciudadanos con el modelo económico y el sistema establecido confinó a un rincón de la actividad pública a las fuerzas políticas tradicionales, tanto en Colombia como en Chile.

Los triunfos electorales se suceden en Latinoamérica

Con la única excepción de Costa Rica, donde el triunfo fue para el aspirante populista Rodrigo Castro, las últimas elecciones presidenciales han visto vencer a candidatos de izquierda, primero en Perú, con Pedro Castillo (ahora expresidente); después en Chile, con Boric, y en Honduras, con Xiomara Castro, y ahora en Colombia.

  • Donde en los comicios de octubre los pronósticos se cumplen, ya que le dieron a Luiz Inácio Lula da Silva una ventaja sobre el ultraderechista Jair Bolsonaro, las seis economías más grandes de la región, desde Rio Grande hasta Tierra de Fuego, estarán gobernadas por la izquierda, culminando así un proceso político iniciado hace un par de años.
  • En ese caso, Suramérica sólo contaría con Gobiernos conservadores en Paraguay (Mario Abdo Benítez), Uruguay (Luis Lacalle Pou) y Ecuador (Guillermo Lasso).

Un país, este último, donde el Ejecutivo que desde hace un año encabeza Lasso enfrenta estos días una oleada de protestas de organizaciones indígenas, cuyos representantes en la Asamblea Nacional -el movimiento indigenista y plurinacional Pachakutik- integran la oposición mayoritaria, junto con Izquierda Democrática y los seguidores del expresidente Rafael Correa (2007-2017).

Más confusa es la situación en Centroamérica, donde por su origen o afiliación nominal existe una mayoría de gobernantes que teóricamente pueden ser adscritos a la izquierda, como Xiomara Castro (Honduras), Daniel Ortega (Nicaragua), Laurentino Cortizo (Panamá) y Nayib Bukele (El Salvador).

Sin embargo, este último caso es muy discutible, dado que Bukele procede de las filas del revolucionario Frente Farabundo Martí de la Liberación Nacional, pero ganó las elecciones como candidato de Nuevas Ideas, partido integrado en la conservadora Gran Alianza por la Unidad Nacional, y gobierna desde 2019 con unos modales desideologizados propios del populismo autoritario.

Uno de los liderazgos más emblemáticos de la izquierda latinoamericana es el de Andrés Manuel López Obrador, quien llegó a la presidencia de su país en 2018 con el 53.19 por ciento de los votos, tras dos intentos fallidos, como Petro, y cuya gestión ha estado marcada por un cierto distanciamiento de Estados Unidos y la aproximación a los líderes socialistas latinoamericanos.

  • A comienzos de junio, López Obrador remarcó su postura ante Estados Unidos al negarse a participar en la Cumbre de las Américas celebrada en Los Ángeles en protesta por el hecho de que el anfitrión excluyera a Cuba, Nicaragua y Venezuela argumentando falta de respeto a los derechos humanos y deficiencias democráticas.
  • En su habitual conferencia matutina, el mandatario mexicano señaló que su llegada al poder inició el viraje hacia el triunfo de la izquierda en Latinoamérica.

“Cuando llegamos nosotros, eran pocos los países que tenían Gobiernos progresistas. A partir de nuestra llegada, se inicia una etapa nueva, con triunfos importantes”, declaró este lunes el mandatario mexicano recurriendo a su tradicional estilo de hablar de sí mismo siempre en plural.

Nacionalismo y antiimperialismo en Latinoamérica

El componente nacionalista y antimperialista presente en el discurso de López Obrador es una de las constantes de muchos líderes de la izquierda latinoamericana, que han sepultado definitivamente el Consenso de Washington.

  • Este es el caso de Venezuela, un país que acumula más de 22 años con el chavismo en el poder, desde que Hugo Chávez ganó sus primeras elecciones en 1999, iniciando así una revolución bolivariana que prometió que permanecería para siempre, para lo cual se aseguró la reelección indefinida.
  • Antes de fallecer en 2013, Chávez cedió el testigo a Nicolás Maduro con la idea de garantizar la perpetuidad en el poder de un modelo político que ha sido muy criticado por la comunidad internacional por sus manejos electorales y la erosión de las instituciones democráticas.

Como sucedió a comienzos del milenio, la actual expansión de la izquierda en América Latina se apoya en propuestas que van desde la socialdemocracia hasta la revolución bolivariana.

Pero hace dos décadas, la región disfrutaba del boom de los “commodities” y una fuerte subida del precio de las materias primas que permitió financiar políticas de gasto expansivas, un panorama muy diferente al actual, caracterizado por una fuerte caída en el ritmo de crecimiento de la región, que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) sitúa en un magro 2.1 por ciento para este año.

Junto a esta desaceleración, persisten los problemas estructurales de escasa inversión y baja productividad, lo que unido a las fuertes presiones inflacionarias dibujan un panorama nada halagüeño para los gobernantes progresistas.

  • Algo ante lo que tendrán que buscar soluciones para graves problemas estructurales, como la fragilidad de los sistemas educativos y de salud, la precariedad laboral, la erosión de las instituciones y unos niveles de pobreza que han retrotraído la región al siglo pasado.
  • Actualmente, la izquierda latinoamericana se proyecta como una opción política que puede garantizar servicios públicos, protección social y una distribución equitativa de la riqueza, aunque ello no evita graves problemas.

Ese es el caso de Argentina, cuyo presidente, Alberto Fernández, soporta una fuerte caída de su imagen en las encuestas y es objeto de críticas desde dentro y fuera del oficialismo en un país que afronta serios desequilibrios macroeconómicos, incluyendo una de las inflaciones más altas del mundo, problemas de financiación y restricciones al acceso de divisas que afectan a muchos sectores productivos

El caso argentino pone de manifiesto que los líderes de izquierda en el poder se enfrentan a serias limitaciones económicas, una oposición parlamentaria que frena sus ambiciosos proyectos y una ciudadanía hastiada y exigente que en ocasiones se decanta por opciones populistas pero que ha demostrado que está dispuesta a castigar a quienes incumplan sus promesas.

América Latina apuesta por la izquierda, dice experto

América Latina reafirmó su giro hacia la izquierda en 2022, dejando atrás el fantasma de Venezuela, de la mano de las victorias de Gustavo Petro en Colombia y Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, dos pesos pesados que; sin embargo, no garantizan un entendimiento monolítico para el futuro de la región.

  • Por primera vez, las potencias regionales están gobernadas por líderes vinculados al progresismo, pero los retos políticos, sociales y económicos hacen difícil una integración coordinada, con realidades diversas en un contexto lejos de la bonanza de comienzos de siglo.

“Evidentemente, ha habido un giro a la izquierda, pero hay que pensar en las causas”, apunta a EFE el latinoamericanista de la Universidad de Georgetown, Eric Langer, quien cree que esto “tiene que ver con la incompetencia de los gobiernos anteriores”.

Hay un hartazgo, una ruptura, y aunque en casos como Colombia “el proceso de paz ha hecho posible que Gustavo Petro sea presidente”, lo cierto es que “la izquierda se ha vacunado contra el ejemplo de Venezuela, que siempre la centroderecha había llevado a la mesa para tratar de asustar al electorado”, agrega.

Colombia y Brasil, los recientes

El pasado 7 de agosto, Petro se convirtió en el primer mandatario colombiano de izquierda, aunque con un discurso mucho más calmado y pragmático que cuando de joven militaba en la guerrilla del M-19.

  • En su dimensión internacional, Petro aparece como el gran aglutinador de Latinoamérica, con banderas como el combate a la emergencia climática, la defensa del Amazonas y un nuevo enfoque en la lucha contra el narcotráfico, ideales que están en sintonía con otros gobiernos afines, como el que en breve asumirá en Brasil.

Consciente de que sin la derecha no podía gobernar, Petro se ha reunido con algunos de sus principales detractores y ha forjado una coalición en la que tienen cabida distintas visiones, en línea con la praxis política de su amigo Luiz Inácio Lula da Silva.

  • El nuevo presidente brasileño asumirá el próximo 1 de enero tras una estrecha victoria sobre la ultraderecha de Jair Bolsonaro, para lo que forjó un variopinto frente político con una docena de partidos de izquierda, centro e incluso derecha.
  • Esto obligará a Lula a dar cabida en el Gobierno a grupos antagonistas e impondrá templanza tanto en lo económico como en lo político, en línea con la tendencia entre la mayoría de los nuevos mandatarios de la izquierda latinoamericana: la búsqueda del consenso y la moderación.

“Con la falta de crecimiento en América Latina se ha demostrado que los gobiernos de derecha no han funcionado y la mayoría de los países han elegido a líderes de una izquierda más mesurada, más comedida”, explica Langer.

Perú o el desafío de la reconstrucción

La nota discordante en esta sintonía es Perú. La llegada al poder de Pedro Castillo en julio de 2021 dio acceso a un sector social tradicionalmente olvidado en la centralista Lima. Pero en año y medio de mandato, ha sido una constante el enfrentamiento con el Congreso, escenario de la reacción contra un jefe de Estado rechazado, en parte, por su origen.

“Esto demuestra la pobreza total de los partidos políticos en el Perú”, considera Eric Langer, quien hace mención también a la falta de liderazgo de Castillo, con cambios constantes en su gabinete y casos de corrupción investigados por la Fiscalía.

  • Todo se ha empañado aún más con el fallido autogolpe de Estado que le ha llevado a prisión. En su reemplazo, la abogada Dina Boluarte ha asumido como la primera presidenta peruana de la historia, pero el movimiento que llevó a Castillo al poder afronta el difícil reto de la reconstrucción.

La “falta de legitimidad” que afecta a todo el espectro político peruano desde hace décadas también puede arrastrar a Boluarte, “que no tiene ningún apoyo político”, estima el americanista.

  • Los movimientos sociales rurales, base del voto castillista, enardecidos tras más de una veintena de muertos en las protestas, exigen en las calles una asamblea constituyente y denuncian el recalcitrante conservadurismo imperante, que ha bloqueado en el Parlamento la despenalización del aborto en caso de violación o el avance en derechos LGTBI+, entre otros asuntos.

La izquierda latinoamericana, simbolizada por Gustavo Petro, el mexicano Andrés Manuel López Obrador, el boliviano Luis Arce y el argentino Alberto Fernández, se niega a reconocer a Boluarte como presidenta y sigue mostrando su apoyo a Pedro Castillo.

Boric, el baluarte de la nueva izquierda

Bregado en las luchas estudiantiles, con marcadas convicciones ecologistas, feministas y regionalistas, y aupado por los movimientos sociales, el chileno Gabriel Boric llegó al poder con la aspiración de desterrar el modelo neoliberal heredado de la dictadura.

El joven mandatario derrotó al candidato José Antonio Kast, de ultraderecha, moderando su discurso para convencer al electorado de centro y ahuyentar el miedo que generaba su alianza con los comunistas.

Su elección fue interpretada por muchos expertos como la irrupción de una nueva izquierda latinoamericana, alejada del bolivarianismo, como ha demostrado al condenar categóricamente los regímenes de Venezuela y Nicaragua.

Los pioneros

Colombia, Brasil y Chile se han sumado a México, Argentina y Bolivia en esta segunda oleada de la izquierda latinoamericana.

  • López Obrador ha hecho gala de un recatado liderazgo en diversas ocasiones, la última de ellas en noviembre, con la proyectada cumbre de la Alianza del Pacífico, de la que era anfitrión, pero que decidió cancelar en solidaridad con Pedro Castillo, a quien el Congreso peruano no dio permiso para viajar. A pesar de todo, los jefes de Estado de Chile y Colombia (los otros socios de la alianza) se reunieron con su colega en la capital mexicana.

Esa capacidad de convocatoria visibiliza “un pretendido liderazgo que en realidad no existe”, en opinión de Jorge Márquez, profesor de historia política y globalización de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), para quien “la izquierda latinoamericana no está unificada ni es homogénea”.

  • En Argentina, la situación de la izquierda gobernante reviste características peculiares. Alberto Fernández accedió al poder en diciembre de 2019 como cabeza del Frente de Todos haciendo dupla con Cristina Fernández de Kirchner, la todopoderosa vicepresidenta.
  • Fernández y el kirchnerismo, en la actualidad abiertamente enfrentados, afrontan las elecciones presidenciales del próximo año en una complicada situación, especialmente tras la condena por corrupción de la vicepresidenta Cristina Fernández a seis años de cárcel e inhabilitación para ejercer cargos públicos. El hecho de que la sentencia sea recurrible, le permite presentarse a los comicios, aunque por el momento ha manifestado que no lo hará.

Pero al igual que sucede en Argentina, el futuro de los gobiernos de izquierda en la región dependerá sobre todo del rumbo de la economía, en medio de un complicado escenario debido a la inflación, la baja productividad, los desfavorables términos de intercambio, la deuda externa y la depreciación de la mayoría de las monedas locales.

“Si no pueden hacer crecer la economía, van a perder popularidad” y llegarán tecnócratas prometiendo un futuro más halagüeño en vez de una mejora en la distribución de la riqueza, vaticina el profesor de Georgetown./Agencias-PUNTOporPUNTO

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