«Ai’ nomás le trajimos 70 mil», dijo José Héctor Carrera García, uno de los líderes del Sindicato Único de Trabajadores del Gobierno capitalino, a Manuel Granados, presidente del PRD, partido que mostró el músculo a su candidato presidencial Ricardo Anaya, durante su cierre de campaña en el Ángel de la Independencia.
- Granados agradeció el gesto a Juan Ayala Rivero, dirigente del gremio capitalino, con un efusivo abrazo.
- Al pie del Ángel, Anaya contempló a decenas de miles de simpatizantes sobre Paseo de la Reforma, al menos hasta la Glorieta de la Palma, mayoritariamente perredistas, ondeando las banderas del sol azteca. Los panistas se acomodaron muy cerca de la tarima, junto con los emecistas, pero en un número muy menor.
- Si el músculo lo puso el PRD, parecería hasta normal que Anaya fuera el telonero de Alejandra Barrales, la candidata al Gobierno de la Ciudad, que cerró el mitin advirtiendo que sacaría al narco de la urbe. Y, en ese ambiente, no debería haber sorprendido a nadie que el controvertido ex Delegado coyoacanense Mauricio Toledo se despidiera de Anaya con un beso en la frente.
- Si el Ángel era territorio blanquiazul -«testigo de muchas de las páginas más brillantes que ha escrito el PAN en la historia de nuestro País», resaltó Anaya-, apenas un puñado de panistas acompañó a su correligionario en el cierre de campaña: Santiago Creel, el coordinador político del cuarto de guerra; Marcelo Torres, el secretario general del blanquiazul; la ex dirigente Cecilia Romero; el jefe estatal, Mauricio Tabe; el todavía asambleísta Jorge Romero; el senador Fernando Herrera; y el tabasqueño Gerardo Priego. ¿Y Diego? ¿Y Josefina? ¿Y Bravo Mena?
La perspectiva del gentío estimulaba a los panistas. «Veracruz, Puebla, Yucatán, Guanajuato y Jalisco -en la parte federal- son del Frente», ilustró Creel, quien apenas y esbozó una sonrisa cuando el perredista Eloí Vázquez le soltó: «Ya no fueron a Oaxaca más que a la puntita, ¿verdad?», en alusión a la visita de pisa y corre de Anaya a Acatlán, colindante con Veracruz.
- Creel confirmó lo que a media campaña se decía que ocurría en las entrañas del cuarto de guerra: que unos sugerían al candidato atacar a Peña y otros, como el propio ex Secretario de Gobernación, tantear el terreno y acomodarlo a las circunstancias, aunque luego se tomara la decisión de «desenmascarar» a Andrés Manuel López Obrador «con su pacto oculto con Peña Nieto».
- «Era una cuestión de tiempos y de poder sentar las bases para que no fuera una estrategia en donde tuvieras una locomotora sin jalar a todos los carros del ferrocarril, pero necesitábamos embonar muy bien las cosas», describió.
- «Algunos querían que esto se hiciera de manera más rápida. Otros, en otro tono y en otro paso, pero era una cuestión más bien de grado que de dirección».
El senador Ernesto Ruffo reveló que la ruptura con Peña sobrevino en noviembre del año pasado, horas antes de que la Comisión Permanente de Acción Nacional aprobara buscar una coalición con el sol azteca y con el movimiento naranja.
- «Llegó una llamada con una amenaza muy seria a él y su familia alrededor de la transparencia de sus recursos y sus negocios. Yo estaba presente cuando se lo estaban comunicando a Ricardo. Hasta le dije: ‘pa’ que veas lo que se siente, porque te van a seguir atacando’. Es la primera vez que yo, desde que lo conozco, lo vi enojado. Ahí empezó la ruptura», articuló el legislador panista./ CON INFORMACIÓN DE MILENIO