Con las reservas de gas natural en una media del 95% en los países de la Unión Europea, el mercado de este combustible se encuentra en una encrucijada: mientras el precio al contado (spot) cerró en la primera quincena de septiembre en 34,80 euros/MWh (Mibgas) y 33,63 euros/MWh (el TTF holandés) los mercados de futuros cotizaron a más de 50 euros/MWh para 2024.
Una diferencia (prima) que está provocando la especulación entre los comercializadores de Gas Natural Licuado (GNL), que están utilizando los barcos metaneros como almacenes a la espera de que suba el precio para vender el gas y descargar los barcos en las regasificadoras.
Una acumulación de buques “en el agua” de la que alertan los analistas de Grupo ASE, pues haría subir los precios de los fletes al reducir la capacidad naviera de transporte de GNL. En España, el gestor del sistema y transportista, Enagás, no ha detectado ninguna incidencia en las descargas ni en las subastas de slots.
- Varios factores, según Juan Antonio Martínez, experto de esa firma, son los que están provocando que los futuros reflejen para 2024 un incremento de la prima de riesgo: descontados unos inventarios de gas que ya están en orden, de cara al próximo invierno se prevé un aumento de la demanda.
- Especialmente, en Asia (China, Corea, Japón o Pakistán) o Estados Unidos, que está destinando meno GNL a la exportación para atender su mayor consumo y hace reducir la oferta. La expectativa de un fuerte despegue de China sigue reflejándose en los mercados a plazo.
- La mayor demanda llegaría de la mano de unas temperaturas más frías que las del invierno pasado, extraordinariamente templado. La previsión de los expertos es que se vuelva al rango histórico y que las temperaturas vuelvan a ser más frías.
A todo ello se une la incertidumbre por la huelga de las plantas de licuación de GNL de Chevron (Australia), las cancelaciones en la del puerto franco de Freeport (Estados Unidos) así como el largo mantenimiento del mayor yacimiento de gas de Noruega (Troll). Todo ello contribuye, según ASE, a un aumento de los precios en los mercado de futuros.
- Frente a lo ocurrido en el verano de 2022, cuando, para cumplir con los niveles de reservas impuestos por la Comisión Europea para evitar problemas de desabastecimiento invernal, este año el acopio de gas se ha producido de manera más gradual y se han logrado alcanzar el objetivo con dos meses de antelación.
En el caso de España, ya están llenos el 100% de los almacenamientos terrestres y en un 70% los tanques de GNL, aunque las entradas y salidas de estos es oscilante. Las compras de GNL se han reducido un 15% durante el verano que acaba de terminar.
- Por tanto, este año, la compra de gas destinado a las reservas obligatorias comunitarias no ha afectado a las cotizaciones, como se podía temer, pero las tensiones en el mercado, que está contaminando los precios del mercado mayorista de la electricidad (pool), en el que el marginal lo marcan las centrales de ciclo combinado de gas. Estos se sitúan por encima de los 100 euros/MWh (hoy, en 110,06 euros/MWh), según datos del operador del mercado, OMIE.
- Aunque estos precios están más de un 50% por debajo del verano del año pasado, en lo que va de septiembre han subido más del 7% respecto a agosto. En el caso de la factura eléctrica, su encarecimiento seguirá amortiguada si el Gobierno opta por mantener el fuerte recorte de los impuestos que gravan el recibo de los consumidores, cuya vigencia termina este año: el IVA, en el 5%, el de la electricidad, al 0,5% y el del 7% a los ingresos a cualquier tipo de generación.
Mayor impacto ha tenido este año la subvención, vía Presupuestos, de la tarifa de último recurso del gas natural (TUR), una dotación de 3.000 millones de euros. Su mantenimiento dependerá de una posible prórroga de los Presupuestos del Estado en 2024, en el caso de que no haya investidura o, de haberla, no haya tiempo para tramitar nuevas cuentas públicas.
Esta subvención, unida al descenso del precio de la materia prima, permitió rebajar un 30% la tarifa regulada del gas en el segundo trimestre de este año. Todo va a depender de cómo se comporten los últimos meses del año, subrayan los analistas.
Precio del gas natural en Europa se disparó 23.4%
El precio del gas natural TTF en Europa se disparó 23.4 por ciento durante agosto, y alcanzó un precio de 35.02 euros por megawatt hora. Especialistas coinciden en que el mercado europeo volvió al temor ante la expectativa de una menor oferta en el Viejo Continente.
- De acuerdo con Gabriela Siller, directora de Análisis Económico de Banco Base, estos temores fueron desatados ante el mantenimiento que desarrolla Noruega en sus campos de gas natural, a lo que se suma el escalamiento de la guerra entre Rusia y Ucrania.
- El tercer factor es que los trabajadores de las instalaciones de Chevron Corp. y Woodside Energy Group Ltd. en Australia votaron a favor de la huelga, lo que puede interrumpir las exportaciones de Gas Natural Licuado del país.
“Se espera que la huelga inicie el 7 de septiembre, si no alcanzan ningún compromiso antes de esa fecha. De desatarse una huelga, Asia tendría que competir con Europa por el suministro de gas natural licuado de Estados Unidos, lo que elevaría el precio global”, advierte la especialista.
- Para Norbert Rücker, jefe de economía e investigación de Next Generation, del banco privado Julius Baer, los precios permanecen elevados en medio de las disputas laborales que amenazan con afectar las exportaciones de gas de Australia y de los trabajos de mantenimiento que afectan el flujo hacia el sur.
- “Sin embargo, cuando se consideran los factores fundamentales, este nerviosismo parece no tener razón. El almacenamiento de gas natural está a tope, con otros dos meses para el inicio de la temporada de calefacción. Normalmente el almacenamiento se llena a una tasa de 130 millones de metros cúbicos al día hasta mediados de octubre”.
El especialista refirió que la tasa de importación debería reducirse a la mitad para evitar que la capacidad de almacenamiento en Europa se sature.
En este sentido, dijo que las importaciones de gas natural están a la mitad de los niveles que tenían en 2022, lo que obliga a las terminales a permanecer parcialmente inactivas y consideró que la entrada de combustible podría reducirse hasta los mínimos de 2021.
- Además, consideró que el uso de gas natural podría incrementarse, especialmente en plantas de generación de electricidad, dada su flexibilidad operativa. Con la flota nuclear francesa regresando a la operatividad, la flota de carbón lignito alemana debe hacer espacio para otras fuentes.
Si cualquiera de estas condiciones se cumple, se generarían menores precios y bajarían los riesgos al suministro durante el invierno.
- “Los menores precios podrían apuntar a una disminución de las importaciones y un alza en la demanda de las plantas de generación. Más capacidad de almacenamiento en Ucrania y una mayor disponibilidad global de gas natural disminuyen los temores de falta de suministro en el invierno”, dijo.
Rücker añadió que Asia está comprando menos gas, debido a su giro hacia las energías limpias, carbón y generación nuclear, por lo que el mercado no parece vulnerable a los riesgos a las exportaciones australianas.
“Las próximas semanas deberían traer un periodo de deflación energética que probablemente dure demasiado poco para ser relevante económicamente”, concluyó.
Países Bajos cierra el mayor yacimiento de gas de Europa
- Países Bajos cesó el domingo pasado la extracción de gas natural del yacimiento de Groningen, que es el mayor campo de Europa, debido a los sismos que afectan a los residentes de la zona y que pueden persistir, a pesar del fin de las operaciones.
- Sin embargo, las autoridades mantendrán activas 11 unidades de extracción un año más en caso de que haya un invierno muy fuerte.
- Además, la extracción ya estaba siendo reducida gradualmente, pero en 2022 las autoridades decidieron aplazar el cierre por la incertidumbre sobre el suministro energético debido a la invasión rusa de Ucrania.
Este yacimiento ha sido explotado desde 1963, pero desde hace más de 20 años la población circundante sufre pequeños sismos provocados por la perforación, los cuales han provocado cuantiosos daños.
«Muchas personas en esta provincia sufren problemas psicológicos debido a la extracción de gas», dijo Jan Wigboldus, presidente del Consejo de Gas de Groninguen, una asociación local que defiende los intereses de la población afectada, según la agencia de noticias AFP.
En esta región, muchas casas han tenido que ser restauradas o reconstruidas con la incorporación de normativa antisísmica.
Europa llena las reservas de gas un mes antes del invierno
A las puertas del segundo invierno de la guerra de Ucrania, Europa ha hecho sus deberes energéticos con antelación: las reservas subterráneas de gas natural de todos los países de la Unión Europea superan ya el 90% de la capacidad de almacenaje, el umbral que Bruselas había marcado este año como obligatorio para el 1 de noviembre, dentro de un mes, cuando empieza la temporada de uso de la calefacción.
- En conjunto, la Unión Europea ha llenado más del 95% de sus almacenes, lo que, junto a la previsión de un otoño y un invierno relativamente cálidos, augura una cierta tranquilidad sobre el abastecimiento.
- Sin embargo, eso no evita que persistan las incertidumbres y los riesgos: desde un posible corte en el ya reducido, pero aún significativo, suministro desde Rusia.
- Hasta un incremento de la demanda asiática si la economía china levanta el vuelo, pasando por las vulnerabilidades que implica la mayor dependencia del mercado de gas licuado en Europa y Asia.
«Este invierno todavía es una prueba», recalca José María Yusta, especialista en mercados energéticos e infraestructuras críticas de la Universidad de Zaragoza, quien señala que, pese a la relativa calma del mercado, «nos hemos acostumbrado a precios muy altos: antes de esta crisis el gas estaba típicamente a 20 euros el megavatio-hora, y ahora está a 40 euros, que es el doble, y nos parece normal».
«Europa todavía se tiene que curar de la hecatombe que ha sufrido en el gas», corrobora Antonio Aceituno, director general y técnico de la consultora Tempos Energía, que señala que sigue habiendo «mucha volatilidad» y que es imprescindible seguir diversificando el suministro, analizando «año tras año qué funciona y qué no» para garantizar el abastecimiento energético. Su pronóstico, en cualquier caso, es que si se cumplen las previsiones meteorológicas, que apuntan a un invierno más cálido de lo normal, el precio del gas acabará bajando.
- Entre otras cosas, porque los operadores del mercado, a la vista de que los futuros del gas cotizan para enero y febrero en torno a 50 euros el megavatio-hora, también están apostando por almacenar combustible.
- «Hay un incentivo para guardar gas comprado barato ahora para venderlo después más caro», explica Aceituno, «pero Europa consume un 20% menos de lo que consumía en 2021. Si el invierno es cálido, habrá muchas reservas almacenadas y falta de demanda que podrían llevar el gas, en el mejor de los casos, a los 20 euros por megavatio-hora».
- En este momento, según los datos de inventario que recopila Gas Infraestructure Europe -la asociación que agrupa a las empresas de infraestructura gasista en el continente-, los 18 países miembros de la UE que disponen de almacenes de gas rebasan ya el 90%.
Eso incluye a los que eran más dependientes del gas ruso y, por eso mismo, tienen menos plantas para regasificar gas licuado, como Alemania, que supera ya el 95%, y Polonia, que llega al 99% de reservas.
España, que tiene la mayor capacidad de regasificación de Europa y no necesita guardar tanto gas, también ha llenado por completo sus almacenes, al cien por cien. Eso implica que, incluso aunque se interrumpiera por completo el suministro, tendría garantizado el abastecimiento más de un mes.
- La cobertura de las reservas está muy relacionada con la infraestructura gasística de cada país: Suecia, España o Portugal, que basan su abastecimiento en la regasificación de gas licuado importado mediante buques metaneros, disponen de menor capacidad de almacenaje que países como Austria o Eslovaquia. Estos, sin salida al mar y enteramente dependientes del gas que llega por gasoducto, necesitan ser más previsores y, a día de hoy, ambos tienen cobertura para prácticamente todo el invierno.
- También los países bálticos, que antes importaban todo su gas de Rusia y que concentran sus reservas en un único almacén subterráneo ubicado en Letonia. Su cobertura alcanzaría hasta el mes de marzo, según las previsiones de demanda de la Red Europea de Operadores de Sistemas de Transporte de Gas (ENTSOG, por sus siglas en inglés), incluso si el invierno fuera excepcionalmente frío.
No parece que ese extremo sea lo más probable: las previsiones de los organismos meteorológicos, como el Centro Europeo de Predicción a Medio Plazo (ECMWF), apuntan a un invierno «más cálido y más húmedo que la media». Pero eso no excluye riesgos puntuales, como una ola de frío a últimos de febrero o marzo, cuando las reservas están bajas.
«Las tasas de extracción de gas son más bajas cuando los almacenamientos se van vaciando, por la bajada de la presión, y todo eso hace que una ola de frío al final del invierno sea más peligrosa, más delicada para el sistema», indica Jose María Yusta.
Riesgos y golpes de suerte
Este es solo uno de los riesgos que pueden complicar el abastecimiento energético, aunque los expertos citan varios más. Por ejemplo, la amenaza de huelgas en los yacimientos australianos, que proporcionan más del 5% del gas licuado mundial, por lo que una parada en la producción puede tensionar todo el mercado.
O la sequía en el canal de Panamá, que dificulta el paso de los metaneros; aunque en este caso puede beneficiar a Europa, porque el suministro del golfo de México tendría más difícil llegar a Asia, todo contratiempo añade incertidumbre al mercado.
- También pesa la economía: «El factor más importante en que el precio del gas se haya reducido es la demanda de Asia», subraya Yusta, «porque si hubieran seguido consumiendo gas al ritmo previo, el desajuste entre oferta y demanda hubiera conducido a precios más altos».
- El especialista de la Universidad de Zaragoza cita además otro elemento de incertidumbre que atañe a Europa: el cierre del yacimiento holandés de Groningen, el mayor del continente, que hasta ahora proporcionaba el 1% del consumo europeo, pero que cerrará a final de mes por los temblores de tierra que provoca su explotación.
Con todo, el mayor riesgo para un desabastecimiento de gas en Europa sigue siendo un corte total del suministro ruso. Y es que, aunque la Unión Europea ha tratado de diversificar sus proveedores, Rusia sigue proporcionando cerca del 10% del gas que consumen los Veintisiete, un volumen muy inferior al 40% de antes de la invasión de Ucrania, pero todavía suficiente para desestabilizar el mercado energético.
«Curiosamente, la única conexión por gasoducto que no se ha interrumpido es la que atraviesa Ucrania y ofrece gas a los países de Centro Europa», desliza Yusta.
- «Si Rusia corta el gas, el precio sube seguro por encima de los 60 euros por megavatio-hora», vaticina, por su parte, Antonio Aceituno, que recuerda que Europa se ha beneficiado de varios golpes de suerte para sostener su mercado energético, como la calidez de los últimos inviernos.
- De hecho, las altas temperaturas del último invierno explican en buena parte que se haya alcanzado tan pronto el objetivo de almacenamiento: las reservas del año pasado, pagadas a precio de oro en el verano de 2022, no bajaron en ningún momento del 50%, cuando lo habitual es que en marzo caigan al 35%.
Además, la contención de la demanda asiática ha permitido rellenar los almacenes este verano a precios relativamente moderados, lo que ha incentivado que los países llenaran sus reservas cuánto antes. Pero nunca se sabe cuando la suerte puede volverse en contra: la reciente operación militar en Nagorno Karabaj de Azerbaiyán, que ha aumentado sus exportaciones de gas a Europa hasta proporcionar casi el 5% del suministro, supuso un notable sobresalto en el mercado, aunque se mitigara con rapidez.
La dependencia del gas licuado y el precio de la luz
Y es que los expertos insisten en que el mercado del gas sigue sujeto a una elevada volatilidad y cualquier contratiempo puede inflar de nuevo los precios. Europa es ahora más sensible a esas variaciones, porque, en su búsqueda de alternativas al gas ruso, ha incrementado significativamente las importaciones de gas licuado.
- Esta forma de suministro es más cara que el gas natural que llega por gasoducto, tanto por sus dificultades técnicas -hay que licuar el gas, embarcarlo y luego regasificarlo en destino- como porque se compite con todo el globo: los metaneros van donde más se paga por el gas.
«Los barcos pueden venir o no, pero el gas por tubería siempre venía; al desconectarnos del tubo ruso, hemos perdido continuidad en el suministro», señala Antonio Aceituno.
Yusta añade que Europa ahora «depende mucho del precio del gas a corto plazo, porque los países europeos se están resistiendo a firmar contratos a largo plazo, con un precio estable, ya que, ante las perspectivas de las políticas de descarbonización, no saben si ese gas comprado para 25 o 30 años se va a necesitar».
- Toda esa incertidumbre tiene reverberaciones que van más allá del propio suministro de gas, ya de por sí de carácter crítico. A través de su uso en las centrales de ciclo combinado, el gas es uno de los principales factores en la determinación del precio de la electricidad, lo que le convierte en una variable esencial para toda la infraestructura energética de los Veintisiete.
- «Las cotizaciones del mercado spot [el que intercambia gas con el precio actual, en el momento] van directamente correlacionadas con la inyección en las centrales de ciclo combinado», recuerda el director de Tempos Energía, «así que si el gas pivota en torno a los 20 euros por megavatio-hora, la electricidad, contando con los derechos de emisión de CO2, puede estar entre 70 y 80 euros el megavatio-hora».
«Si el invierno es suave y hay muchos barcos circulando que no saben donde entregar el gas, el precio efectivamente puede empezar a bajar», coincide Yusta, quien, pese a todo, recalca que el gas sigue tirando hacia arriba del precio de la electricidad:
- «Nos hemos acostumbrado a tener un precio de la luz de 100 euros por megavatio-hora, cuando la media histórica era de 50 euros. Sigue siendo un precio inasumible, sobre todo para la industria electrointensiva, aunque sea inferior a los de años anteriores». Incluso con las reservas llenas de gas, Europa cruza los dedos para que el invierno no sea muy frío./Agencias-PUNTOporPUNTO