La invasión de Rusia a Ucrania, que inició hace ya cuatro meses, ha traído consecuencias como una crisis alimentaria y de inflación que preocupa al mundo. Sin embargo, hay otra consecuencia más silenciosa del conflicto, pero igualmente preocupante: los países están dejando de cumplir sus compromisos para frenar la emisión de carbono.
- Durante la COP26, celebrada en Glasgow en noviembre de 2021, los países asistentes se comprometieron a poner fin al nuevo apoyo extranjero directo a los combustibles fósiles para fines de 2022 y a priorizar por completo sus finanzas públicas internacionales para una transición energética limpia y justa.
- Estas promesas no tardaron en chocar con una realidad política que ha impedido su cumplimiento. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, enfrenta una dura situación interna por el aumento de los precios del combustible vinculado a las consecuencias de la invasión de Ucrania.
- A pesar de sus promesas de campaña de relanzar la política climática de Estados Unidos, hundida durante la presidencia de Donald Trump, Biden ahora trata de persuadir a la industria petrolera nacional para que aumente la producción y se prepara para una visita a Arabia Saudita el mes que viene.
Los estadounidenses están pagando un promedio de cinco dólares por galón (unos 3.8 litros) para llenar el tanque de sus automóviles, frente a los tres dólares de hace un año. Ese aumento, a su vez, está alimentando una inflación que ha llegado a ser la más alta en 40 años.
Al mismo tiempo, los países europeos luchan por encontrar formas de eludir la dependencia de las importaciones rusas de petróleo y gas.
- Los países que se comprometieron en la COP26 a dejar de financiar la extracción internacional de combustibles fósiles van camino de incumplir sus objetivos debido a la búsqueda de alternativas al gas ruso por la guerra de Ucrania, según un informe del Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible (IISD).
- El estudio, en el que también han colaborado Tearfund y Oil Change International (OCI), recuerda que 34 países y cinco instituciones financieras públicas firmaron en la COP26 un compromiso para poner fin a la financiación internacional pública de combustibles fósiles para finales de 2022.
Sin embargo, el informe señala que «la mayoría de los países e instituciones todavía tienen que publicar sus políticas alineadas con Glasgow», mientras que las agencias de crédito están «muy rezagadas».
«Además, a principios de esta semana, los líderes del G7 debilitaron un compromiso casi idéntico adoptado en la reunión ministerial del G7 en mayo, creando incertidumbre para la iniciativa de la Declaración de Glasgow», señala el informe.
Incompatible con el Acuerdo de París
Una de las «mayores amenazas» para el éxito de los compromisos adoptados en Glasgow es “la tentación de los países de seguir invirtiendo en gas en el extranjero como consecuencia de la guerra en Ucrania”, ya que buscan reemplazar el combustible ruso.
- Los autores del informe destacan que estas inversiones son “incompatibles» con el límite de calentamiento global de 1.5 grados acordado en París, y muestran que las alternativas limpias son “más adecuadas para servir a la seguridad energética”.
De hecho, Canadá (11,000 millones de dólares anuales), Estados Unidos (3,100), Italia (2,800), Alemania (2,800) y España (2,400) fueron los que más financiación pública aportaron al petróleo y al gas entre 2018 y 2020, a pesar de que todos ellos firmaron en Glasgow.
- En el mismo periodo, sólo siete de los signatarios del acuerdo —Dinamarca, Suecia, Francia, Alemania, Nueva Zelanda, Eslovenia, Bélgica, y el Banco Europeo de Inversiones (BEI)— financiaron más energía limpia que combustibles fósiles, mientras que otros siete —de nuevo Bélgica, además de Finlandia, Nueva Zelanda, Portugal, Eslovenia, España y Suiza— financiaron según este documento menos de 100 millones de dólares en energía limpia al año.
Además, el informe muestra que si los países “cumplen sus promesas” podrían acelerar una revolución energética verde en los países de renta baja, para lo que será necesario movilizar “una inversión conjunta de 28,000 millones de dólares anuales” de financiación pública internacional para energías renovables.
El estudio indica que estas inversiones “pueden desempeñar un papel importante para evitar el bloqueo de combustibles fósiles y acelerar una transición energética limpia y justa en los países menos desarrollados”
- La codirectora de Finanzas Públicas Globales de OCI, Laurie van der Burg, ha señalado que “aunque el acuerdo de Glasgow tiene un gran potencial transformador, hay señales de retroceso entre los países firmantes”, como Alemania, “que está buscando activamente nuevas inversiones en el extranjero para reemplazar el suministro ruso”.
- Para Van der Burg, las inversiones gasísticas “no son necesarias para garantizar la seguridad energética” porque “las renovables y la eficiencia energética permiten cubrir las necesidades de desarrollo y ofrecen un mejor acceso a la energía”.
Por su parte, la asesora principal de políticas del IISD ha destacado que “la crisis energética actual solo intensifica la necesidad de avanzar hacia sistemas más seguros y sostenibles basados en las energías renovables y la eficiencia energética».
“La COP27 de Sharm el-Sheikh (Egipto) será una prueba de rendición de cuentas para los firmantes de Glasgow, ya que tendrán que presentar nuevos planes de finanzas públicas internacionales” para consolidar el límite de calentamiento de 1,5 grados acordado en París.
El Ejército de EEUU uno de los países más contaminante del mundo
Con la Cumbre de la OTAN recién concluida, parece que la principal conclusión a la que se ha llegado es que hay que invertir más dinero en defensa. La guerra en Ucrania y la crisis energética que le ha seguido ha tirado por la borda los objetivos climáticos, y el carbón reaparece para producir electricidad.
En el punto de mira desde hace años, el Ejército de los EEUU, considerado uno de los mayores contribuyentes al cambio climático del mundo.
Prepararse para la guerra e ir a ella son actividades que requieren ingentes cantidades de combustibles fósiles. Movilizar a las tropas incluye vehículos terrestres, marítimos y aéreos, y supone la quema de grandes cantidades de hidrocarburos.
- Según datos de 2021 recogidos por Statista, EEUU encabeza la clasificación de los ejércitos más poderosos del mundo, por delante de Rusia y China, que ocupan el segundo y tercer lugar, respectivamente.
La clasificación se basa en más de 50 criterios, que van desde el número y la diversidad de armas, hasta la disponibilidad de efectivos para enrolar ante un posible conflicto, pasando por factores geográficos o de la industria armamentística. La mayor puntuación en el índice equivale a 0.
Aquí nos encontramos con EEUU como el Ejército más poderoso pero a Rusia y China, aún en fase de modernización de su sistema militar, también como grandes contribuyentes al cambio climático.
«En 2017, la Fuerza Aérea de EEUU compró combustibles por valor de 4.900 millones de dólares, la Armada compró 2.800 millones, el Ejército 947 millones y los Marines 36 millones. También se descubrió que el ejército estadounidense compró 269.230 barriles de petróleo al día y emitió más de 25.000 kilotoneladas de dióxido de carbono», recoge Earth.org.
- Un informe de la Universidad de Brown ha estimado que desde la invasión de Afganistán en 2001, el Ejército estadounidense ha emitido 1.212 millones de toneladas métricas de gases de efecto invernadero. Esto equivaldría a las emisiones de unos 257 millones de vehículos de pasajeros al año.
Solo en 2017, las emisiones de CO₂ sumaron 59 millones de toneladas, más que muchas naciones industrializadas, incluidas Suecia y Suiza.
- El Ejército estadounidense también produjo más gases de efecto invernadero que Marruecos, Perú, Hungría, Finlandia, Nueva Zelanda y Noruega, de acuerdo a datos recogidos por Forbes.
- Según la investigación de la Universidad de Brown con datos de 2017, el Pentágono sería el 55º emisor de CO₂ más grande del mundo si fuera un país.
- Pero a medida que avanzan los análisis con el tiempo, el papel contaminante del Ejército estadounidense avanza puestos. En 2019, un informe publicado por la Universidad de Durham y Lancaster encontró que que si las fuerzas armadas de EEUU fueran un estado nación, sería el 47º mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo, ubicándose entre Perú y Portugal.
Estas cifras se obtuvieron teniendo en cuenta las emisiones del uso de combustible únicamente.
En este contexto, y con el Pentágono exento de informar acerca de sus emisiones, el Ejército asegura que tiene un plan para disminuir su dependencia del petróleo: reducir en un 50 % las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030, con 2050 como año para lograr cero emisiones.
- Problema: la electrificación total de los vehículos tácticos y no tácticos no es una solución a corto plazo debido a la infraestructura y a la climatología extrema a la que se enfrentan. Pero el petróleo no es infinito, y EEUU lo sabe.
- Por otro lado, EEUU fue en 2021, con diferencia, el país con mayor gasto militar del mundo (más de 800.000 millones de dólares). Le siguieron China (293.000 millones), India y Reino Unido.
Los estudios y evaluaciones públicas independientes que analizan la huella medioambiental del Ejército estadounidense y su cadena logística son interminables, pero necesarios para tener una fotografía más completa del complejo problema global de emisiones.
Mientras los países reclaman un mayor gasto en defensa, establecen ambiciosos planes para que la ciudadanía abandone sus vehículos gasolina y diésel, señalando la paja en medio del granero./Agencias-PUNTOporPUNTO
Documento íntegro:
iisd-turning-glasgow-statement-into-action