En este momento hay 4.8 millones de mexicanos y mexicanas que probablemente no han comido y tal vez no lo harán en el resto del día. De acuerdo con cifras de la FAO, el 3.7% de la población total en México enfrenta inseguridad alimentaria severa.
- Pero la inseguridad alimentaria no sólo contempla a las personas en situación de hambre. Vivir con incetidumbre respecto de su capacidad para alimentarse o tener que comprometer la calidad o cantidad de su comida también es inseguridad alimentaria.
- Considerando esto, la cifra para México trepa a 26.1% de la población. Esto significa que 3 de cada 10 personas presentan algún grado de inseguridad alimentaria, de acuerdo con el último estudio elaborado por la FAO, la oficina de la ONU para la agricultura y alimentación.
- Alimentarse adecuadamente es cada vez más complejo para millones de personas en el mundo, especialmente para los más pobres. La pandemia Covid-19 y la crisis económica que le acompañó han profundizado las complicaciones que enfrentan los hogares para pagar la comida y otros bienes y servicios básicos.
Esto ha impactado con mayor fuerza a los países con brechas amplias de desigualdad y altos niveles de pobreza, lo que explica porque América Latina es la región con las tasas más altas de inseguridad alimentaria sólo después de África.
- En sólo dos años, del 2019 al 2021, 13 millones de personas en América Latina se sumaron a las filas del hambre, dejando un saldo actualizado de 56.5 millones de habitantes que no consumen los nutrientes necesarios para la vida. Esto es el 9% de toda la población latinoamericana.
- América Latina suma ya cinco años consecutivos revirtiendo los avances logrados en la lucha contra el hambre, incrementando el número de personas en situación de hambre. La recomposición del mercado laboral y la acelerada inflación que se enfrenta en el mundo han sido factores importantes en esta tendencia.
El hambre y la inseguridad alimentaria están estrechamente relacionados con todos los indicadores educativos, culturales, sociales, demográficos y económicos. La FAO señaló en su estudio El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2022, que los esfuerzos desde la política pública tendrán que ser extraordinarios para revertir esta tendencia negativa en materia de salud pública.
Brecha de género, cada vez más profunda
En todas las regiones del mundo, la pobreza es mayor entre las mujeres y los menores de edad. Sin sorpresas, es más probable que las mujeres enfrenten hambre o inseguridad alimentaria en relación con los hombres.
Al corte del 2021, las cifras de la FAO mostraron que América Latina presenta la brecha de género más amplia en materia de inseguridad alimentaria: de 11 puntos porcentuales. Esto es una brecha incluso mayor que las que presentan África y Asia.
- Mientras el 45% de las mujeres latinas enfrentan algún grado de incertidumbre para alimentarse, esta cifra baja significativamente a 34% si se considera a la población masculina.
- En México es la misma tendencia: 38 de cada 100 mujeres (38.1%) tienen problemas para cubrir sus necesidades alimentarias mientras que 26 de cada 100 hombres (25.8%) se encuentran en esta situación.
¿Pero por qué las mujeres están mucho más expuestas al hambre? Los ingresos de la población femenina son significativamente menores que los de la población masculina, especialmente cuando las mujeres son racializadas, indígenas o pertenecen a la comunidad LGBT+.
Las cosas se ponen peor
Aunque se pensaba que el 2020 sería el año más complejo en materia económica y laboral, en la época de recuperación pospandemia todavía se enfrentan muchos obstáculos. En medio de conflictos bélicos y comerciales, desequilibrios en la oferta-demanda de bienes y servicios y una escasez de materias primas, los alimentos cada vez tocan nuevos máximos en sus niveles de precios.
- La ola inflacionaria presionará la capacidad de compra de las familias, por lo menos, un año y medio más. Eso proyectan los expertos y las instituciones. La seguridad alimentaria de las personas, especialmente en países como México, está significativamente comprometida.
56,5 millones de personas se enfrentan al hambre en AL
Acción contra el Hambre ha alertado de «la mayor crisis del coste de la vida del siglo XXI» en América Latina, «provocada por el aumento de los precios de los alimentos, de la energía, de los fertilizantes y del transporte».
«Ahora, nos damos cuenta de cómo la COVID ha tenido en América Latina, además del altísimo nivel de mortalidad, unas terribles consecuencias sociales. Ni nos lo imaginamos desde España. La economía de los más pobres ha sido laminada de forma implacable, a la falta de ingresos por no poder salir de casa durante meses, se ha sumado la inexistencia de los sistemas de seguridad social que conocemos aquí en Europa. La post pandemia podría ser peor que la propia pandemia», ha afirmado el director general de Acción contra el Hambre, Olivier Longué.
- En América Latina el hambre afecta a 56,5 millones, según datos del último informe ‘El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo’, publicado por Naciones Unidas. Asimismo, la ONG ha destacado que se presenta como la región del mundo con la mayor brecha de género en inseguridad alimentaria moderada o severa, que ha alcanzado al 40,6% de la población de la región, el porcentaje más alto de los últimos siete años.
El informe alerta de que hay países como Honduras o Guatemala donde el gasto en la cesta de la compra de las familias vulnerables está en el 85% del total de sus ingresos, cuando en España se encuentra en torno a un 10% y advierte que «esta crisis alimentaria global será particularmente aguda para las familias latinoamericanas»
Acción contra el Hambre ha indicado que preocupan especialmente los efectos que pueda tener el aumento de los precios de los fertilizantes (el 78% de los fertilizantes utilizados en la agricultura son importados). Considerando que el precio de los fertilizantes incide significativamente en los costos agrícolas (desde cerca del 20% en el caso de arroz, papas y caña de azúcar, hasta el 40% en el caso de maíz amarillo y café), habrá un efecto inmediato en la generación de ingresos de los pequeños productores agrícolas.
La entidad ha alertado de que «muchas familias han visto mermada la variedad de su dieta, disminuyendo también la frecuencia en los grupos de alimentos». Es el caso de Patricia Canales, de Honduras. Con el dinero que gana apenas tiene para adquirir frijoles, huevos y un poco de arroz: «No puedo ir a un supermercado y comprar comida porque no tengo dinero, no me da pena decirlo, no desayunamos y no cenamos, solo hacemos el almuerzo para poder subsistir», sostiene./Agencias-PUNTOporPUNTO