En la Ciudad de México y su área metropolitana, el problema de la contaminación atmosférica es cada vez más preocupante. Según el experto de la UNAM Óscar Peralta Rosales, las contingencias ambientales atmosféricas son cada vez más frecuentes y las medidas para reducir las emisiones contaminantes y verificar autos que se han implementado hasta ahora ya no son suficientes.
- Peralta explicó que las contingencias ambientales consisten en aplicar medidas restrictivas para reducir emisiones y tratar de disminuir concentraciones de ozono y material particulado en la atmósfera. En los últimos tres años, la aplicación del programa de contingencias por ozono ha aumentado significativamente, lo que es motivo de preocupación.
En 2019, se declararon cuatro contingencias, dos de las cuales duraron varios días y se concentraron en la zona suroeste del Valle de México. En 2020, sólo se declaró una, en noviembre, que duró solo un día y unas horas, probablemente debido a la emergencia sanitaria y al comportamiento atípico en la emisión de precursores de ozono. Sin embargo, en 2021 se registraron tres contingencias, y en 2022, seis, una de las cuales duró 51 horas.
Según Peralta, las contingencias suelen activarse en la zona suroeste en un horario vespertino, entre las 3 y las 5 de la tarde, cuando se dan las condiciones propicias para la rápida formación de ozono. Las condiciones atmosféricas, como las altas temperaturas registradas en los meses de abril y mayo en horas de la tarde, la escasez de lluvia y la menor nubosidad, permiten una mayor radiación ultravioleta que detona la formación del contaminante.
Además, la velocidad y la dirección de los vientos también influyen en la formación de ozono en la Ciudad de México. Según la experta de la UNAM Erika Danae López Espinoza, la circulación de los vientos en la planicie del Valle de México es compleja. Durante el día y la noche se presentan diferentes patrones, pero hay uno predominante de norte a sur. Sin embargo, en los meses donde se registran las concentraciones de ozono, los vientos soplan del sureste al norte, lo que crea una zona de convergencia donde se concentran los contaminantes. Además, los vientos son débiles, lo que dificulta su dispersión.
- La contaminación atmosférica en la Ciudad de México y su área metropolitana sigue siendo un grave problema para la salud pública. Además de las condiciones atmosféricas que favorecen la formación del ozono, existe un factor geográfico que agrava la situación. La mancha urbana está rodeada por sierras montañosas al este, al oeste y al sur, lo que limita la dispersión de contaminantes.
La especialista de la UNAM Elizabeth Vega Rangel explicó que el ozono se forma en la tropósfera baja a partir de dos precursores: óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles, más radiación solar. De estos, solo los primeros están normados y se miden de manera sistemática por la Secretaría del Medio Ambiente a través de la Red Automática de Monitoreo Atmosférico. Por lo tanto, es importante conocer las concentraciones y diferentes especies que conforman los compuestos orgánicos volátiles en la atmósfera.
Existen contaminantes primarios y secundarios, explicó Vega Rangel. Los primeros son los que se emiten directamente, como las partículas, el monóxido de carbono y los propios compuestos orgánicos volátiles. Los secundarios se forman a partir de que se emiten gases a la atmósfera, los cuales reaccionan y forman otras especies, como el ozono.
Uno de los precursores del ozono es el óxido de nitrógeno, compuesto que se emite en los vehículos automotores. El gobierno de la Ciudad de México ha hecho un gran esfuerzo por sustituir el transporte público que utiliza una tecnología más limpia. Además, es necesario que se tomen medidas más efectivas para reducir las emisiones contaminantes, como mejorar los controles para los camiones de carga con motores a diésel.
Ricardo Torres Jardón, otro experto en la materia, explicó que en días hábiles prácticamente se tienen las mismas emisiones, lo que cambia es la meteorología, como el viento, los sistemas de alta presión, etcétera. Con suficiente radiación solar, temperatura alta y vientos ligeros, la producción de ozono será muy alta. Por lo tanto, es necesario proponer acciones preventivas a partir de un análisis cuidadoso de las condiciones previas a la ocurrencia de las contingencias.
Torres Jardón recomendó que se evite hacer ejercicio al aire libre entre las 13 y las 17 horas del día, y que se permanezca dentro de casa en ese horario si es posible. Además, es importante evitar las quemas agrícolas e incendios forestales fuera de la zona metropolitana, ya que pueden provocar contingencias.
Las contingencias ambientales afectan tanto la salud como la economía de la población. En este sentido, Omar Amador Muñoz, experto en la materia, propuso un proyecto para estudiar las especies emitidas de fuentes poco estudiadas, más allá de las vehiculares y que no están reguladas. En colaboración con la Secretaría del Medio Ambiente y con financiamiento de la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación, se tratará de identificar aquellas que impactan más en la formación del ozono.
Se ha observado que el consumo de productos domésticos para limpieza y aseo personal, así como pinturas y productos químicos en la industria, tienen un impacto muy importante en la formación de ozono. Alrededor del 15 por ciento de ese potencial proviene de los llamados compuestos orgánicos oxigenados. Por esta razón, se está realizando una encuesta en la página del instituto para conocer los productos más usados por la población de la CDMX.
Si se logran identificar las especies predominantes en los productos de mayor uso, se podría sugerir el cambio de su composición y así evitar las emisiones a la atmósfera y con ello las contingencias. La identificación de estas especies es fundamental para mejorar la calidad del aire en la Ciudad de México y su área metropolitana y reducir los efectos negativos en la salud pública y la economía.
- Las contingencias ambientales atmosféricas en la Ciudad de México son cada vez más frecuentes, y se concentran en la zona suroeste del Valle de México. Las altas temperaturas, la escasez de lluvia y la menor nubosidad son condiciones atmosféricas que propician la formación de ozono.
Además, la circulación de los vientos en la planicie del Valle de México es compleja, y los vientos son débiles, lo que dificulta la dispersión de los contaminantes. Es necesario que se tomen medidas más efectivas para reducir las emisiones contaminantes y mejorar la calidad del aire en la Ciudad de México. Además, se deben proponer acciones preventivas a partir de un análisis cuidadoso de las condiciones previas a la ocurrencia de las contingencias. La salud pública de la población depende de ello.
La investigación de fuentes poco estudiadas de emisión de compuestos orgánicos volátiles es esencial para reducir la formación de ozono en la atmósfera. El conocimiento de las especies predominantes en los productos de mayor uso podría ser un gran avance en la reducción de las emisiones contaminantes en la Ciudad de México.
Mueren en la CDMX hasta 14 mil personas anualmente, por efecto de la contaminación
La contaminación acaba de forma prematura con la vida de 8 a 14 mil personas cada año en Ciudad de México. La capital del país vive sumergida en un aire que es nocivo para la salud incluso cuando los índices oficiales consideran que es aceptable. El altísimo nivel de concentración de ozono y de partículas finas expone a los citadinos a sufrir más enfermedades respiratorias y cardiovasculares, diabetes y cáncer. Hace solo una semana que la advertencia volvió a saltar en el Valle de México: era peligroso salir a la calle a respirar el aire del exterior.
- La zona metropolitana de la capital está situada a unos 2.400 metros sobre el nivel del mar, en una cuenca rodeada de montañas y de un cinturón industrial altamente tóxico. Se ha convertido en una caldera de contaminantes cada vez más difíciles de dispersar. En lo que va de 2022, se han declarado seis contingencias ambientales, la última a mitad de noviembre.
Esta es una época menos usual para estos fenómenos que la llamada temporada seca caliente, antes de las lluvias de verano, pero no se consideran extraños. Según el registro histórico de contingencias, cada año sucede al menos una en estos meses fríos. “Se trata de un fenómeno de inversión térmica. Se da cuando empieza a hacer más frío, pero hay una capa superior de aire más caliente que crea una cápsula que impide que la contaminación se vaya al exterior”, explica la experta en calidad del aire Andrea Bizberg. Los sistemas de alta presión y las altas temperaturas completaron la envoltura del 12 de noviembre.
La alarma de la contingencia suena cuando la concentración de ozono supera las 150 ppb (partes por billón), una cifra que sobrepasa con creces el máximo que permite la norma mexicana de 90 ppb y que triplica los 51 que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS), es decir, la emergencia se despierta en la capital cuando la situación es extrema.
El estallido da inicio al programa Hoy no circula —que prohíbe el paso de ciertos vehículos por la ciudad— como parte de la Fase I de la contingencia; en caso de que la concentración esté por encima de los 200 puntos se pasa a la Fase II, en la que también se suspenden las clases escolares y los eventos al aire libre.
El ozono es un antioxidante muy potente que además de dolor de cabeza e irritación de ojos y garganta reduce la capacidad respiratoria, provoca inflamación y daña las paredes celulares de los pulmones. También impacta en la esperanza de vida. El máximo que se ha alcanzado este año en Ciudad de México es de 172 ppb y, hasta septiembre, 175 días de 2022 excedían el límite que marca la norma mexicana (NOM-020-SSA1-2021), actualizada en 2021 para acercarse un poquito más a los parámetros de la OMS.
Bizberg, que es asesora técnica para Latinoamérica en Calidad del Aire en Cities For Climate, apunta que ante esa situación las medidas que se están aplicando son más paliativas que preventivas: “Impedimos circular a algunos coches cuando ya estamos inundados por la contaminación, pero necesitamos políticas que reduzcan las emisiones antes de que el aire se vuelva irrespirable”.
La contingencia de noviembre acabó cómo suelen terminar este tipo de emergencias: los vientos y las lluvias se encargaron de disipar la contaminación. Por esa razón, Bizberg considera que ProAire, el plan anual de gestión atmosférica que engloba las políticas de la ciudad para reducir la contaminación, “no es suficientemente ambicioso”: “No hacemos lo suficiente y lo que nos salva son las condiciones meteorológicas favorables que tenemos de vez en cuando”.
El ozono (O₃) se considera un contaminante criterio, es decir, que cuando está presente es porque también hay otros. Así, Ciudad de México tiene un fuerte problema de concentración de las llamadas partículas finas, que son las partículas en suspensión de menos de 10 micras de diámetro (PM₁₀) y de menos de 2,5 micras (PM₂,₅). La masa de estas últimas es minúscula, casi insignificante, su riesgo aparece cuando se acumulan debido a que entran por las vías respiratorias y se intercambian en el torrente sanguíneo.
Una investigación de la Universidad de Montana (EE UU), en colaboración con la UNAM, encontró una asociación entre la concentración de partículas ultrafinas con la aparición del alzhéimer a temprana edad en Ciudad de México. Los resultados del estudio concluyeron que, en comparación con los niños que viven con aire limpio, los de la capital del país “exhiben inflamación sistémica, cerebral e intratecal, déficits de memoria de atención y corto plazo, y otras condiciones que indican que esta parte del cerebro es blanco de la contaminación”. Esta inflamación cerebral se vincula con deficiencias cognitivas como la memoria reciente y el desarrollo de marcadores del alzhéimer.
El director de economía sectorial del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), Abraham Ortínez, reconoce que todo lo que no se hace en la parte preventiva para reducir las exposiciones de la población a los contaminantes se revierte en un costo mucho mayor para el sector salud. Ortínez apunta a que desde el Instituto —que pertenece al Gobierno de Ciudad de México— se están tratando de trabajar de forma más cercana a la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) para armonizar los índices de calidad del aire y el protocolo de contingencia y ser más claros de “en qué momento hay riesgo”.
“Hay que reducir emisiones. Esta ciudad está generando muchos gases de efecto invernadero, seguimos en la línea del auto particular, hay un uso excesivo de la motorización y, por otro lado, falta más transporte público, porque hay una saturación de las líneas. Debemos conjuntar esfuerzos”, apunta Ortínez.
En la actualización de septiembre de 2021 de sus Guías de Calidad del Aire, 16 años después de la última revisión, la OMS redujo todavía más el límite de concentración de estas partículas. Sobre las PM₁₀ pasó de considerar aceptable un promedio al año de 20 microgramos por metro cúbico a solo 15. En México el umbral está hasta 36, es decir más del doble, pero la realidad es que la media en 2021 fue de 55 microgramos y en 2022, hasta septiembre, superaba ya los 42.
El exceso se repite con las PM₂,₅, la OMS considera buena la calidad del aire por debajo de cinco microgramos por metro cúbico y México cuadruplicó ese nivel: 20 microgramos tanto en 2021 como en lo que llevamos de año. De hecho, ningún año desde 2004, la concentración de partículas ultrafinas ha estado por debajo de 20.
Aunque la situación es alarmante en Ciudad de México, prácticamente solo el 1% de la ciudades consigue estar alineada con el nivel que marca la OMS y en América Latina y el Caribe, nueve de cada 10 personas viven en ciudades que no cumplen ni siquiera los niveles de 2005.
“Esas directrices de calidad del aire se ajustaron para mandar una señal de que ningún nivel de contaminación atmosférica, sobre todo de partículas finas, es inofensiva para la salud, todo tiene un impacto y de ahí la necesidad de reducir al máximo ese riesgo”, contextualiza Bizberg.
La OMS calcula que cada año la exposición a la contaminación del aire causa siete millones de muertes prematuras en el mundo, 320.000 en la región de Latinoamérica, 48.000 en México y entre 8.000 y 14.000 en la capital, según el índice Global Burden of Disease. Es el noveno factor de muerte prematura en México, además de la pérdida de otros tantos años de vida saludable. Para el organismo internacional la contaminación atmosférica se ha convertido en “la amenaza medioambiental más peligrosa para la salud humana”.
‘Las muertes silenciosas’ por contaminación
De acuerdo con el periodista Arturo Barba, menciona que, en un estudio publicado en 2022, hubo dos millones de muertes en 2019 en todo el mundo, a causa de la contaminación ambiental.
¿Qué son “las muertes silenciosas”?
Llevan ese nombre porque hay personas que fallecen sin saber que fue debido a la mala condición del aire. Este es un asesino que maneja un bajo perfil, pues quizá puedes pensar “es solo aire” o “ya mañana se limpia la ciudad”, pero la realidad es otra y las estadísticas no mienten.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la concentración de ozono de 51 partes por billón, es la recomendada, pero la alarma en la capital suena cuando se superan las 150, casi el triple de lo recomendado.
El ozono puede provocar dolor de cabeza, irritación en los ojos, daño en los pulmones, reducción de la capacidad respiratoria y hasta la esperanza de vida.
De acuerdo con un análisis de la Secretaría del Medio Ambiente en la Ciudad de México, en 2018 las principales causas de muerte relacionadas con la mala calidad del aire fueron las siguientes:
- Enfermedades del sistema circulatorio: 33 mil 846 muertes.
- Diabetes: 20 mil 326 fallecimientos.
- Enfermedad isquémica del corazón: 19 mil 916 decesos.
- Enfermedades del sistema respiratorio:12 mil 242 muertes.
Después de todo, no es solo un aire sucio que puede acabar de la noche a la mañana y que todo siga como si nada, o simplemente poner a descansar autos, aquí se necesitan nuevas reformas para frenar estas malas estadísticas.
Llegó la hora de crear conciencia para cuidar nuestro hogar, de devolverle a la naturaleza todo lo bueno que nos deja con sus paisajes, y proteger al mundo de una catástrofe, iniciando por las miles de “muertes silenciosas”, por la contaminación del aire en la Ciudad de México.
¿Cómo se mide la contaminación del aire?
Hay diversos conceptos que se deben considerar para medir la calidad del aire: el ozono, (O3) Dióxido de Carbono(Co2), monóxido de carbono (CO) y las partículas suspendidas como el polvo, hollín, cenizas, metal, cemento, polen, entre otras que se identifican como PM10 y PM2.5, y su valor de referencia se mide en partes por billón (ppb).
El índice Metropolitano de Calidad del Aire (IMECA) es una herramienta utilizada por las autoridades ambientales federales y capitalinas para agrupar y cuantificar los niveles de contaminantes y así comunicar a los habitantes de la región los niveles que pudieran afectar la calidad del aire.
Para reportar la calidad del aire, la Comisión Ambiental de la Megalópolis y el Sistema de Monitoreo Atmosférico utiliza colores para comunicar los niveles de contaminantes. Por ejemplo, el verde, cuando la calidad del aire es considerada buena; regular en color amarillo; mala en color naranja; rojo cuando es muy mala, y el máximo nivel de contaminación está representado en color púrpura.
¿Hay más contingencias que antes?
Para responder esta pregunta es necesario remontarnos a 1990, cuando el Sistema de Monitoreo Atmosférico activaba la fase de contingencia hasta que los valores de contaminantes llegaban a 300 partes por billón y la fase dos hasta los 410 ppb.
- Para evitar que se llegara a la contingencia ambiental, en 1998 las autoridades modificaron el esquema y agregaron una fase de pre-contingencia a partir de los 250 puntos IMECA y se aplicaban medidas restrictivas a la circulación de vehículos en ciertos días y horarios.
- En 2017, los valores de medición para declarar la fase de precontingencia pasaron de 250 puntos IMECA a 200 y disminuyó poco a poco hasta que en 2017 alcanzó una medida de 160 puntos.
En 2019 se modificó el esquema de medición del aire, se quitó la precontingencia y se pasó directamente a la contingencia ambiental a partir de los 150 puntos, por lo que los valores de medición de contaminantes se endurecieron.
De acuerdo con Sergio Zirath, director general de calidad del aire de la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México, en el año 2000 las autoridades detectaron solo 10 días con aire completamente limpio.
Limpiadores y aromatizantes contaminan el aire y deterioran la salud en CDMX
Las emisiones de automóviles particulares y de transporte público; y los compuestos orgánicos oxigenados como productos de limpieza, aseo personal, pinturas, aerosoles y otros productos químicos son precursores de la contaminación por ozono (O³), además aumentan las contingencias ambientales se han incrementado en la Ciudad de México
- De acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente (Sedema), el ozono es uno de los compuestos que constituyen al smog fotoquímico y contribuye al calentamiento global; además de que, en altas concentraciones, contamina el aire y provoca efectos nocivos en la salud de humanos, plantas y animales.
Entre 2021 y 2022 el incremento en las contingencias por ozono fue del 100% y, en los casi dos meses de 2023, ya se registró el primer incidente de esta índole. En el último lustro la Comisión Ambiental de la Megalópolis ha registrado 15 contingencias ambientales por ozono: cuatro en 2019; una en 2020 (donde se tuvo un comportamiento atípico a causa del confinamiento por la pandemia de Covid-19); tres en 2021; seis en 2022; y la del pasado 24 de febrero de 2023.
En la CDMX, la temporada de ozono se da entre los meses de febrero y junio, cuando la concentración de O³ alcanza los niveles más altos en la megalópolis. Cuando una de las 15 estaciones de monitoreo del aire de la capital detecta más de 150 partes por billón (ppb) de ozono se activan las contingencias ambientales.
Según especialistas del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), desde 2015 las acciones gubernamentales para abatir las concentraciones de ozono en la CDMX, como el programa hoy no circula, han dejado de ser suficientes para controlar las emisiones, por lo que urge analizar otros precursores de O³.
- El asunto de los autos: Pese a la inversión gubernamental para impulsar medios de transporte limpios como el Cablebús; las 60 unidades eléctricas de la Línea 3 del Metrobús; los autobuses reconvertido de diésel a eléctricos de la Red de Transporte de Pasajeros (RTP) de la CDMX y el mismo trolebús; diariamente circulan cerca de 5.8 millones de automóviles causantes del 80% de las emisiones de óxido de nitrógeno, uno de los principales precursores del ozono troposférico, nocivo para salud.
En este sentido, el 80% de las emisiones vehiculares de óxido de nitrógeno corresponden a autos particulares; 7% al público y 13% al transporte de carga.
De acuerdo con datos de la Sedema de la Ciudad de México cerca del 83% del total de los vehículos que transitan en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) circulan todos los días, es decir cuentan con hologramas cero y doble cero. Alrededor de 1.1 millones de automotores tienen holograma 1 (descansan un sábado de cada mes) y poco más de 250 mil con holograma 2 que dejan de circular todos los sábados.
Hacer “feliz a tu nariz” puede propiciar contaminación por ozono
De acuerdo con el doctor en Ciencias Químicas del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Omar Amador, alrededor del 15% de los precursores de ozono en la CDMX provienen de los orgánicos volátiles oxigenados.
“Si nosotros logramos los productos de mayor frecuencia de mayor uso en zona metropolitana, podríamos entonces restringir o sugerir en su composición, como se hizo con las gasolinas anteriormente, lo cual fue en beneficio de la población, en este caso también sería lo mismo para que un porcentaje de este 15% se decrementara y, probablemente, con ello evitamos, al menos, las contingencias”— Omar Amador.
Fugas de gas LP en los procesos de llenado de cilindros y tanques estacionarios; así como por deficiencias en las instalaciones; aplicación de pinturas, barnices para muebles de madera y solventes; aromatizantes y limpiadores; rellenos sanitarios; así como procesos industriales son algunos de los precursores de ozono que hace falta identificar contrarrestar a cabalidad.
Actualmente el Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM se encuentra realizando una encuesta para mapear los productos de mayor consumo que son precursores de ozono en toda la ZMVM, cuyos análisis preliminares arrojan que productos como el Fabuloso, concentran grandes cantidades de terpenos, conocidos precursores de O³.
A considerar:
- La mayor parte de estas contingencias por ozono de los últimos años se activaron en la zona suroeste del Valle de México.
- Las fugas de gas LP son consideradas una de las principales causas de contaminación por ozono en la CDMX. De acuerdo con la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y
- Protección Civil (SGIRPC), en la capital se reportan y atienden hasta 40 incidentes por fugas de gas al día.
¿Cómo puede afectar la salud?
Puede provocar irritación de nariz, ojos y garganta; tos y dificultad para respirar; dolor de cabeza; susceptibilidad a infecciones respiratorias y agrava padecimientos como asma, enfisema y bronquitis crónica./Agencias-PUNTOporPUNTO