Agotamiento de Recursos Naturales están provocan Desplazamientos y Guerras Territoriales entre los PAÍSES

Según un informe del Programa de Medio Ambiente de la ONU, un 40% de los conflictos están relacionados con la explotación de recursos naturales.

Créditos: AFP

El impacto climático no es lo primero en lo que pensamos cuando hablamos de guerra, pero la destrucción ambiental no es menor: desde emisiones de gases contaminantes a polución del agua y suelo y pérdida de biodiversidad. Se ha dicho incluso que la militarización es el acto humano “más destructivo desde el punto de vista ecológico”.

Se estima que entre un 5 y un 6% de las emisiones globales de CO2 están relacionadas con actividades militares no solo en tiempos de guerra, también de paz. Sin embargo, el impacto medioambiental de la actividad militar “está ausente de los grandes debates sobre el clima”.

  • Según Enrique Quintanilla, de la ONG Ecologistas en Acción, “los datos de contaminación de los ejércitos son un secreto de Estado” que los países no se quieren compartir porque son “tremendos”.

La guerra de Ucrania es una oportunidad para empezar a comprender y tener en cuenta las consecuencias climáticas de una guerra.

  • Las guerras son, en última instancia, catástrofes medioambientales impulsadas por la acción humana. Y es que la guerra no solamente involucra a seres humanos, sino también al medio ambiente.
  • Uno de los pocos estudios sobre el impacto climático de la guerra es el que realiza el Observatorio de Conflictos y Medioambiente (CEOBS) británico, que clasifica los impactos de la guerra en tres: anteriores, simultáneos o posteriores al conflicto bélico.
  • Los impactos “anteriores” son los precedentes: a menudo las guerras estallan por causas climáticas, como el control del agua. Según un informe del Programa de Medio Ambiente de la ONU, un 40% de los conflictos están vinculados con recursos naturales.
  • Por ejemplo, el aumento de temperaturas o fenómenos como las lluvias excesivas, las sequías y las hambrunas pueden aumentar la probabilidad de un conflicto entre cuatro y cinco veces en África.

Los impactos simultáneos suceden durante la guerra, como la contaminación producida por las explosiones o los incendios producidos por el conflicto.

  • Los daños ambientales también pueden ser deliberados. Uno de los ejemplos más famosos es la decisión de Estados Unidos de rociar agente naranja durante la guerra de Vietnam. Este compuesto químico se usó durante diez años para deforestar las selvas donde se refugiaban los guerrilleros vietnamitas, lo que ha sido calificado como un ecocidio.

Pero una guerra puede seguir dañando el medio ambiente mucho después de haber terminado.

  • Son los impactos posteriores, como los compuestos químicos arrojados a los ríos o las selvas, la desaparición de la fauna, las bombas sin detonar o la persistencia de gases nocivos en las zonas de combate. Las más de 2.000 bombas nucleares detonadas en la Tierra, por ejemplo, han dejado rastros radioactivos irreversibles en la superficie terrestre.

No se trata solo del efecto directo de los combates. La falta de alimentos o refugio puede llevar a la población de zonas en conflicto a recurrir a prácticas dañinas con el entorno.

  • De los veinticinco países más vulnerables a los efectos del cambio climático, catorce están en situación de guerra, incluidos Mali, Afganistán, Yemen o Somalia. En Yemen, por ejemplo, el conflicto está obligando a la gente a recurrir a madera o carbón para calentarse, agravando la deforestación en el país.

La guerra de Ucrania, un ecocidio

Un año y medio después de la invasión rusa de Ucrania ya existen evidencias de los daños medioambientales que ha sufrido el país. Incidentes en instalaciones industriales o centrales nucleares, deterioro de la infraestructura energética, abandono de vehículos militares, armas y munición o vertidos de combustible.

  • Además, Ucrania es uno de los mayores productores de grano y aceite de girasol del mundo y las cosechas han quedado devastadas, lo que puede generar problemas en los países dependientes de su exportación.
  • Unas de las primeras estrategias de Rusia contra Ucrania fue atacar a su infraestructura de transportes y producción, lo que supuso que se liberaran sustancias tóxicas al agua, tierra y aire cercanos, contaminando la zona.
  • Los incendios y bombardeos han destruido cultivos y amenazado la vida de millones de animales. La construcción de defensas como muros, trincheras, campos de minas o alambradas supone otro riesgo para la biodiversidad de la zona.

El mayor ejemplo de este desastre medioambiental es la destrucción de la presa de Nova Kajovka el pasado junio.

  • Este embalse, situado en el sur del país, cerca de la desembocadura del río Dniéper y bajo control militar ruso, servía, entre otros, para refrigerar la gran central nuclear de Zaporiyia.
  • La desaparición de la presa no ha puesto en peligro la central en el corto plazo. Pero sí provocó inundaciones devastadoras en la región y podría constituir un crimen de guerra si se prueba que fue un acto deliberado.
  • Con todo, hay noticias esperanzadoras entre tanto desastre. Por ejemplo, un grupo de botánicos ucranianos arriesgaron sus vidas para rescatar un herbario único en el mundo de las ruinas de la ciudad de Jersón.

La reparación socioambiental es uno de los pilares del plan de reconstrucción de Ucrania, el llamado “nuevo Plan Marshall Verde del siglo XXI” impulsado por la Unión Europea. Incluir la perspectiva ambiental no solo es importante para este contexto concreto, sino que podría suponer un precedente para la rendición de cuentas en futuros conflictos.

Aportes de los ejércitos globales a las emisiones de carbono

Reuben Larbi y Kirsti Ashworth investigadores de la Universidad de Lancaster, elaboraron un informe sobre el sector militar y la contaminación publicado en la revista Nature. Destacan que las fuerzas armadas de Estados Unidos y el Reino Unido emiten tanto dióxido de carbono per cápita como muchos países intensivos en carbono.

  • Por cada 100 millas náuticas voladas, el avión de combate F-35 característico de la Fuerza Aérea de Estados Unidos emite muchas emisiones, refiere el texto. Tanto CO2 (2,3 toneladas métricas de CO2eq) como un automóvil de gasolina promedio en el Reino Unido conducido durante un año.
  • Además, cada año, solo el uso de combustible para aviones por parte del ejército estadounidense genera emisiones equivalentes a seis millones de automóviles de pasajeros estadounidenses.
  • Durante las negociaciones del Protocolo de Kioto de 1997, los delegados estadounidenses presionaron, por motivos de seguridad nacional para excluir a las fuerzas armadas de la notificación de gases.

Ese enfoque se mantuvo, aunque su argumento ya no se sostiene. Ahora hay métodos disponibles para contar las emisiones a lo largo de las cadenas de suministro. Sin comprometer los derechos de propiedad intelectual o divulgar información confidencial.

Sin un acuerdo internacional sobre la rendición de cuentas, monitorear y reducir las emisiones militares son prioridades bajas. Un puñado de fuerzas, incluidas las del Reino Unido y Estados Unidos, han publicado documentos de estrategia sobre la acción climática. En los 27 estados miembros de la UE, diez ejércitos habían notado la necesidad de mitigar los gases de efecto invernadero, de los cuales solo siete habían establecido objetivos.

El clima y el mapa geopolítico

El cambio climático tiene además consecuencias en el orden geopolítico mundial, por su repercusión negativa en la productividad de los ecosistemas, incluyendo la ganadería y la agricultura. Menor producción significa menos comida y menos recursos, caldo de cultivo para el conflicto. Hay que añadir que aunque el cambio climático afecta a todo el planeta, lo hace de forma desigual.

  • Algunas zonas son particularmente sensibles; precisamente las áreas ya tensionadas, con bajos recursos, mientras que los países responsables de la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero, y por lo tanto, los principales causantes del cambio climático, se encuentran en otros lugares.
  • Amplias zonas del planeta ya muestran signos de debilitamiento causados por los efectos del cambio climático; en las áreas pesqueras del sur de China comienza a haber tensiones importantes, y en regiones como el Sahel, Etiopía, Somalia y Oriente Medio los conflictos se vuelven cada vez más graves.
  • Y mientras no se actúe para frenar la crisis climática y mitigar sus efectos, el riesgo de conflicto e inestabilidad aumentará y será más difícil de controlar. A la pérdida de capacidad de obtención de recursos se suma la presión demográfica, económica y política, motivada por las migraciones humanas y el abandono de áreas ya inhabitables.

El Cuerno de África, un área extremadamente vulnerable

Una región particularmente vulnerable a estos cambios es la península del Cuerno de África, ya de por sí con serias deficiencias estructurales. De ahí, la preocupación legítima de que esta región sea escenario de conflictos y situaciones de inestabilidad en el futuro.

El factor más importante para la estabilidad de un Estado radica en garantizar la capacidad de satisfacer las necesidades básicas de los ciudadanos, como alimentos, agua, energía y empleo. El Cuerno de África, que ya enfrentaba numerosas dificultades, recibe ahora los impactos de un cambio en el clima que llega solo a agravar el escenario desestabilizador.

  • La importancia de abordar esta problemática, en las zonas más afectadas y en particular, en regiones tensionadas de África, fue reconocida por el presidente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en una declaración hecha pública en enero de 2018.
  • En ella se destacaron los efectos perjudiciales del cambio climático y sus efectos ecológicos que, combinados con otros factores, influyen en la estabilidad de estas regiones.

En esta declaración se mencionan aspectos como la sequía, la desertificación, el deterioro de los suelos y la inseguridad alimentaria.

  • El llamamiento a los gobiernos y a las Naciones Unidas es claro: es necesario abordar de manera urgente estos desafíos para garantizar la estabilidad y seguridad de las regiones afectadas.

La militarización del agua

La alteración del mapa geopolítico por causa climática, y el riesgo subsiguiente de conflictos, tiene distintos orígenes. Por un lado, el cambio del nivel del mar aumenta la vulnerabilidad de las costas. Las ciudades costeras, como Mombasa, Kenya o Mogadiscio, Somalia, seguramente sufrirán pérdidas de recurso hídrico —por la salinización del agua de consumo—, anegación de infraestructuras esenciales o reducción del área cultivable de los campos próximos.

  • Además, los cambios en el océano pueden alterar la disponibilidad de recursos pesqueros. La pérdida de recursos en estas regiones aumentará la piratería, por su proximidad a las rutas comerciales internacionales. De nuevo, conflictos.
  • La escasez o los problemas de acceso al agua en estas áreas han llevado a que algunos estados y entidades no estatales conviertan el agua en un arma de guerra. Somalia y Oriente Medio, por su situación geopolítica y por las previsiones climáticas, son regiones muy vulnerables en este sentido.
  • Según el investigador Marcus King, el estrés hídrico está proporcionando una oportunidad para que organizaciones extremistas militaricen el agua y su uso, en un conflicto interno que trasciende las fronteras, y crea un efecto dominó internacional.

Si nada cambia, es de esperar que en las próximas décadas, estos efectos se extiendan a regiones áridas y semiáridas, especialmente en aquellas donde el recurso hídrico vaya a ser cada vez más escaso.

Una vez más, la solución a tan complejo problema pasa por frenar las emisiones de gases de efecto invernadero a niveles mínimos, de forma coordinada, global, y cuanto antes. De otro modo, el clima no será el único problema con el que la humanidad tenga que lidiar.

Suministro limitado de agua en Gaza desata preocupaciones de salud pública

La falta de agua potable en la Franja de Gaza ha generado una enorme preocupación de salud pública.

“Gaza se está quedando sin agua y Gaza se está quedando sin vida”, dijo Philippe Lazzarini, director de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA).

  • Gaza suele obtener sus suministros de agua de diversas fuentes, incluido un ducto que proviene de Israel, plantas de desalinización en el mar Mediterráneo y pozos. El flujo de estos suministros se vio interrumpido cuando Israel cortó el paso de agua la semana pasada —además del combustible y de la electricidad que pone en marcha las plantas de tratamiento de agua y de aguas residuales— luego de los ataques perpetrados por Hamas.
  • Naciones Unidas reconoce el acceso al agua como un derecho humano y, en un nivel básico, el cuerpo humano necesita de un constante suministro de agua para sobrevivir. “Después del aire”, el agua es “realmente lo más importante para conservar la salud”, señaló el doctor Tsion Firew, médico de emergencias en la Universidad de Columbia que ha trabajado en el acceso al agua en situaciones humanitarias.
  • Un reporte de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos asegura que los hombres necesitan tomar alrededor de 3.7 litros (125 onzas) de agua al día, mientras que las mujeres requieren de alrededor de 2.7 litros (91 onzas) para permanecer debidamente hidratados. La mayor parte de esa cantidad proviene del consumo de agua o bebidas, y alrededor del 20% de los alimentos, como la fruta.

Muchas personas no pueden sobrevivir sin agua más que unos pocos días, dijo Firew, en especial los grupos vulnerables como niños, ancianos y personas con problemas de salud. La deshidratación causa mareos, fatiga y confusión y, en casos graves, puede conducir a la falla de órganos y la muerte.

El acceso al agua también es fundamental para la higiene, y la falta de agua limpia puede conducir a la propagación de infecciones como el cólera o la disentería.

  • Las enfermedades diarreicas que se propagan por agua insalubre son la principal causa de muerte en los niños menores de 5 años a nivel mundial, destacó Firew.
  • Las instalaciones médicas son de particular preocupación, pues dependen del agua limpia para el cuidado de pacientes enfermos y heridos.
  • Mientras los hospitales en toda la Franja de Gaza pasan problemas para atender a miles de pacientes, la OMS-ONU afirma que la falta de agua pone en riesgo sus vidas.

“El agua es necesaria para garantizar las condiciones sanitarias en los pabellones hospitalarios, en quirófanos y en salas de emergencia. Es esencial para la prevención de infecciones relacionadas con los hospitales y para la prevención de brotes dentro de hospitales”, indicó la OMS en un comunicado.

Las enfermedades se elevan por el cambio climático y la guerra

Los casos de cólera en todo el mundo se han duplicado en apenas un año, pasando de los 223,000 en 2021 a los más de 472,000 el año pasado, y las cifras probablemente empeoren en este 2023. La Organización Mundial de la Salud ha alertado esta semana de este incremento que obedece a la suma de varios factores que van de la falta de vacunas suficientes al impacto del cambio climático sobre todo en África Central y en Oriente Medio.

«Hay países que se están viendo afectados de nuevo después de años e incluso décadas sin cólera», explica a la SER Philippe Barboza, el encargado del programa para hacer frente a esta enfermedad en la OMS. «Probablemente la situación va a continuar y tenemos que seguir trabajando para que se reporten los brotes porque muchos países aún no lo hacen porque es una enfermedad que les estigmatiza», explica.

  • 44 países confirmaron casos de cólera el pasado año frente a los 35 que lo hicieron en 2021. No sólo ha habido casos en más países, sino que además afectan a más personas. En Afganistán, Camerún, Malawi, Nigeria, Siria, Somalia y la República Democrática del Congo se han reportado más de 10,000 casos sospechosos o confirmados por país.
  • En este año se han detectado brotes ya en 24 países, algunos de los cuales ya está en situación de crisis severa según la OMS.
  • La OMS calcula que Afganistán es el país más afectado. Con datos de 2022, esta organización ha confirmado más de 280,000 casos, muy por delante de los 58,000 de Siria o los más de 23,000 en Nigeria.
  • Y según nos cuenta Barboza, en alguno de esos casos no hay excesiva colaboración por parte de las autoridades. Es por ejemplo el caso de Afganistán desde que ha vuelto a quedar en manos de los talibanes.
  • «Afganistán no ha reportado de modo oficial un brote de cólera, sino casos de diarrea aguda acuosa. Así que la OMS y nuestros socios trabajamos lo mejor que podemos para responder a los casos concretos de esa diarrea», explica el experto.

Barboza recuerda que la escasez de vacunas está teniendo un impacto muy negativo en la contención de la enfermedad. No hay suficiente material para hacer frente a los brotes desde que el Grupo Internacional de Coordinación para suministrarla tuviera que suspender el esquema ordinario de dos dosis y sustituirlo por una sola para llegar a más pacientes.

Si la pregunta es si tenemos suficientes vacunas para responder a los brotes y evitar la propagación del cólera la respuesta es «no»— Philippe Barboza, encargado del programa contra el cólera de la Organización Mundial de la Salud

«Casi un año después seguimos en la misma situación», lamenta Barboza, «no tenemos suficientes vacunas para hacer frente a los brotes ni para prevenirlos, por lo que estamos en un círculo vicioso en el que a menor prevención, surgen más casos».

  • También hay otras causas en la propagación de la enfermedad que son relativamente nuevas y cada vez son más preocupantes. Es el caso del impacto del cambio climático, ya que el cólera es una enfermedad vinculada directamente a la falta de acceso a agua limpia y a una higiene adecuada.
  • Según Barboza, «hemos notado un incremento del impacto del cambio climático. La mayoría de brotes están directamente relacionados con eventos climatológicos extremos como ciclones, lluvias torrenciales, sequías o monzones enormes. Y con la llegada del fenómeno de El Niño esta situación probablemente va a continuar».

El cambio climático puede aumentar el número de muertes en conflictos

El cambio climático podría alimentar los conflictos en los países con los contextos políticos más frágiles y provocar un aumento del número de muertes relacionadas, argumenta el Fondo Monetario Internacional en un informe publicado el pasado agosto.

Si bien el cambio climático no se identifica directamente como un desencadenante de la guerra, el FMI considera que «agrava considerablemente los conflictos y las dificultades conexas», como el hambre, la pobreza y los desplazamientos forzados.

  • Para 2060, las muertes relacionadas con conflictos podrían aumentar 8.5% en los Estados de «fragilidad, conflicto y violencia» (FCV) y hasta 14% en los países que enfrentan un aumento extremo de las temperaturas, indica el informe.
  • En total, 39 países, que albergan a casi 1,000 millones de habitantes y 43% de las personas más pobres del mundo, están clasificados como FCV por el Banco Mundial. Más de la mitad de esos países, afectados de manera desproporcionada por el cambio climático, se encuentran en África.
  • A su vez, más de 50 millones de personas en estos países podrían pasar hambre de aquí a 2060 debido a la disminución de la producción alimentaria combinada con el aumento de los precios, advierte el FMI.

Las pérdidas económicas causadas por las crisis climáticas son más «graves y persistentes» en los países frágiles que en los demás Estados, añade el informe.

«Cada año, tres veces más personas se ven afectadas por desastres naturales en Estados frágiles que en otros países. Los desastres en Estados frágiles desplazan más del doble a la población de otros países», se lee en el blog del FMI.

«El calor extremo y los fenómenos meteorológicos extremos más frecuentes que lo acompañan pondrán en peligro la salud humana y perjudicarán la productividad y el empleo en sectores clave como la agricultura y la construcción», subraya la institución./Agencias-PUNTOporPUNTO

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