En México los ataques con ácido no están considerados como un delito en el Código Penal Federal, lo que impide conocer de manera oficial el número de agresiones de este tipo. Ante esta realidad, activistas y defensoras en favor de los derechos de las mujeres se han encargado de visibilizar estas fallas que les impiden acceder a la justicia.
- Dicen que lo que no se nombra no existe. La mañana del 20 de febrero de 2014, la expareja de Carmen Sánchez llegó a lo que era su casa en Ixtapaluca, Estado de México. Los dos discutieron 20 minutos. Él, un taxista 17 años más grande, le pidió otra oportunidad y ella se negó. Entonces Efrén, el padre de sus hijas, sacó de su chamarra una botella de ácido y le aventó el químico en el rostro y cuerpo.
- Las quemaduras de tercer grado la dejaron casi ocho meses hospitalizada a pesar de que personal ministerial dictaminó que las lesiones no ponían en riesgo su vida ya que según la autoridad tardarían 15 días en sanar. A la fecha lleva 57 cirugías.
- Tras su experiencia, Carmen pasó de ser una víctima a una activista por los derechos de las mujeres. Ahora exige justicia para ella y para quienes han sufrido este tipo de violencia. A a seis años de su agresión, ha logrado formar una red de contactos en diversos estados de la República y ahora imparte una conferencia en el Museo Memoria y Tolerancia titulada “Ataques con ácido en México: entre el machismo y la impunidad”.
- Al día de hoy Sánchez ha documentado 13 casos de mujeres agredidas en ataques con ácido, incluyéndose.
- El primero ocurrió en 2010, seguido de uno en 2012, luego el suyo en 2014 y otro en 2015. De 2016 no tiene ningún registro, a diferencia de 2017, donde hubo un ataque; en 2018 la cantidad anual aumentó a cinco y 2019 concluyó con tres.
El más reciente fue el 9 de septiembre del año pasado. A María Elena Ríos Ortiz, saxofonista de Huajuapan, Oaxaca, un hombre le roció un bote de ácido mientras estaba en su casa.
El presunto autor intelectual es Juan Antonio Vera Carrizal, un exdiputado local del PRI, más de 20 años mayor, con quien tenía una relación y quien la amenazaba cada vez que ella intentaba terminarla.
“Ese es el conocimiento que tenemos. Pero yo estoy segura, puedo, con toda la certeza, decir que hay más mujeres atacadas con ácido dentro del país (…) Hablo de estos 13 casos porque me autorizaron hablarlos, no puedo mencionar algunos otros”, dice. El miedo a represalias o al rechazo de la sociedad impide romper el silencio.
Como Carmen y María Elena, Esmeralda Millán también fue agredida por su expareja. El 2 de diciembre de 2018 cuatro hombres la acorralaron mientras caminaba con su mamá en Cuautlancingo, Puebla. Fidel, padre de sus dos hijos, le lanzó la sustancia corrosiva cuando la tuvo enfrente, incluso resultó salpicado.
El sexo, la edad y la relación con el victimario son algunos indicadores para que los ataques con ácido sean considerados como violencia de género. Mientras que un Estado que no previene, no investiga, no castiga y no repara refleja la impunidad institucional.
- “Son hombres que deciden quemarnos cuando ellos se ven rechazados, cuando la mujer les dice que ya no más”, menciona la activista.
La organización Acid Survivors Trust International (ASTI), la cual busca que los sobrevivientes de estos ataques puedan vivir con dignidad y sin miedo, refiere que la violencia con ácido es un fenómeno mundial que no distingue países pero sí sexo.
Tiene su sede en Reino Unido y tras su fundación en 2002, comenzó sus labores en Bangladesh, Cambodia, India, Nepal, Pakistán, Uganda y recientemente en Colombia.
Desde luego, existen los ataques hacia hombres pero mujeres y niñas resultan afectadas de forma desproporcionada. Datos de ASTI indican que cada año en el mundo se cometen al menos mil 500 agresiones con ácido hacia mujeres y más del 80 por ciento de los ataques van dirigidos hacia su rostro.
La cara tiene que ver con lo que habíamos comentado sobre estos roles de género. A las mujeres se les asocia con la belleza, por supuesto que un punto débil sería atacar justo a ese valor que también le atribuye la sociedad
- En el caso de México, de acuerdo con la información que Carmen Sánchez proporcionó a Reporte Índigo, 85 por ciento de las víctimas de la llamada violencia ácida son mujeres. Mientras que el 79 por ciento de los agresores son hombres.
- Además, ASTI enfatiza en que el uso del ácido como arma es un tipo de violencia premeditada. En México sólo se trata de una agravante para la clasificación del delito expresada en el artículo 315 del Código Penal Federal. En éste, el concepto sustancia nociva para la salud se emplea sin especificaciones sobre este compuesto químico.
- Hay premeditación: siempre que se cause intencionalmente una lesión después de haber reflexionado sobre el delito que se va a cometer”, menciona el artículo 315.
- Con base en la sistematización que realizó Carmen Sánchez se puede inferir que las mujeres jóvenes son las más vulnerables.
- Ella tenía 29 años, Esmeralda 23 y María Elena 26. De las 13 víctimas de violencia ácida, hay dos de entre 15 y 19 años; tres de 20 a 25; seis en un rango de edad entre los 26 a 30 años y dos más de entre 41 y 60.
- “El 8 de marzo de 2017, el Día Internacional de la Mujer, fui víctima de un ataque con ácido mientras trabajaba. Nunca imaginé que hubiera un dolor físico tan grande y que el cuerpo humano pudiera soportarlo. Tengo tres hijas, yo fui un daño colateral de un agresor que buscaba matar o al menos destruir la vida de una de ellas. Si le tenía que tocar a ella, qué bueno que me tocó a mí”, narra Martha Ávila.
La mujer mexiquense de 60 años de edad afirma que el victimario fue un hombre argentino, exesposo de su hija. Actualmente está en la cárcel, su sentencia fue de ocho años y cuatro meses.
“No puedo imaginar lo que viven mis compañeras si están libres sus agresores, si yo día a día cuento lo que falta para que salga”, lamenta./REPORTE INDIGO-PUNTOporPUNTO