“Ni perdón, ni olvido” se ha convertido en una de las consignas más famosas que tenemos en la historia de nuestro país, pues está ligada a un acontecimiento que dejó una gran herida en la historia actual de México.
- Las marchas sociales que dignifican el movimiento estudiantil y que recuerdan la matanza de inocentes el 2 de octubre son algo muy presenta para algunos, pero a muchas personas aún les resulta desconocido por qué en México esta fecha tiene un peso cultural muy grande.
Pero ¿realmente sabemos qué pasó en esa fecha y por qué no debemos dejar que caiga en el olvido? Aquí explicamos un poco más sobre la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco.
Un poco de contexto
La entrada del año de 1968 para México fue una punta de lanza para demostrar que de este lado del océano la modernidad, la decencia y la historia eran una mancuerna única que construía una sociedad digna de presumirse a todos los países.
- Aun con los movimientos obreros y estudiantiles que inundaban las principales capitales culturales del mundo, el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz se perfiló como un sexenio donde «el orden y la rectitud eran el pan de cada día de la sociedad mexicana».
- En 1968 México estaba gobernado por una formación política de nombre contradictorio: el Partido Revolucionario Institucional. El PRI venía rigiendo el país desde la década de los treinta, prácticamente desde la Revolución Mexicana
- Controlaba todos los sectores del Estado, sindicatos y patronal, los medios de comunicación, el Ejército… Todos menos uno, los estudiantes, especialmente contestatarios en 1968, como en el resto del mundo.
Cadena de sucesos condujo a esta carnicería político – militar
- La noche del 2 de octubre de ese año, en el centro de la capital, tuvo lugar un choque desigual entre las fuerzas del gobierno y manifestantes universitarios. Aún no se sabe con certeza cuántas víctimas hubo: una veintena, publicaron los medios oficiales de la época; entre 150 y más de 350, según estudios posteriores.
La matanza, en la que cayeron principalmente estudiantes, señaló un punto de inflexión en la vida pública mexicana. Abrió un proceso de revisión política que, tras otras vicisitudes, se cobraría la hegemonía del PRI en 2000. La cadena de sucesos que condujo a esta carnicería de tanta repercusión comenzó con una serie de nimiedades.
Un escaparate olímpico
- Gustavo Díaz Ordaz detentaba la presidencia de la República. Era, por supuesto, un hombre del PRI y, como tal, de línea conservadora. Las cosas le habían ido muy bien en el gobierno federal. Era la epoca de la «Presidencia Totalitaria», igual que hoy con López Obrador.
- Sólo que la tasa de crecimiento económico anual se cifraba en torno al 7%, no como ahora en 2023, menor a 3%; se construían infraestructuras y edificios modernos; y la paz social parecía estar garantizada gracias al largo brazo de su partido, pese a que un 80% de las riquezas estaba en manos de un 10% de la población.
- Había habido, sin embargo, varias revueltas protagonizadas por los sectores medios de la sociedad, que fueron desarticuladas mediante concesiones admisibles, sobornos a sus dirigentes o la cárcel para los más radicales. Todo estaba control, pero se disputaba la candidtura Presidencial y políticos como Echeverría echaba manos de artimañas.
Pero Díaz Ordaz auguraba que 1968 sería un año estupendo. Además de continuar la bonanza, tendría una oportunidad única de mostrar a la comunidad internacional los progresos conseguidos con su administración. México iba a acoger unos juegos olímpicos, el primer acontecimiento de relevancia mundial en el país desde inicios del siglo 20.
Un escaparate magnífico para el PRI
Movimiento estudiantil
Sin embargo, el presidente Díaz Ordaz estaba preocupado. Le inquietaba un colectivo específico. Antes casi inexistentes como fuerza política, los estudiantes escapaban a su órbita de influencia, en su mayoría deseosos de libertades y poder democrático.
- La generación que en ese momento ocupaba las aulas de la Universidad Autónoma de México (UNAM) o del Instituto Politécnico Nacional era hija de la prosperidad, aunque no comulgaba con el ideario del gobierno del PRI.
- En la misma formación en que sus padres veían representada la feliz consumación de la Revolución, los universitarios del 68 solo encontraban una agrupación autoritaria. Emiliano Zapata era su héroe, pero también Che Guevara, la nueva izquierda.
- Convenía vigilar de cerca a esos muchachos, no fuera que estropearan los Juegos Olímpicos. Los estudiantes mexicanos, sensibles a las aspiraciones de los sectores medios, ya se habían puesto en contacto con el movimiento obrero.
Había que detenerlos antes de que causaran problemas serios. El Ministerio del Interior, por lo pronto, infiltraba informadores en los claustros para que dieran parte de cualquier conato de agitación popular. Difícilmente se esperaba, no obstante, que un incidente menor, una disputa entre dos institutos, acabara desencadenando una tragedia
Crece la tensión
El 22 de julio de 1968, dos facciones estudiantiles se enfrentaron en la comercial plaza de la Ciudadela. A la jornada siguiente se reanudó la trifulca, atentamente observada por policías y unidades antidisturbios.
- De repente, las fuerzas del orden lanzaron cargas de gas lacrimógeno. Los jóvenes, disueltos, comenzaron a correr para refugiarse en sus centros de estudios entre los porrazos de los uniformados. La persecución duró tres horas.
- Se saldó con veinte universitarios arrestados y numerosos heridos. Tres días más tarde, estudiantes y profesores organizaron una marcha que reclamaba la liberación de los detenidos y denunciaba la brutalidad del gobierno.
Jamás se había congregado una muchedumbre semejante en Ciudad de México. Alarmadas, las autoridades mandaron a la zona al Ejército. Este rompió la concentración y la encauzó hacia calles laterales, donde un grupo de presuntos manifestantes empezó a tirar piedras a los represores, que respondieron con ferocidad.
Pruebas reveladas en 1999 aclararon que estos elementos violentos del bando universitario eran agentes militares vestidos de civiles. Los impostores también quemaron autobuses. En suma, justificaron la dura acometida del gobierno contra los estudiantes, que entonces se organizaron.
Los campus tomados
En agosto de 1968 formaron el Consejo Nacional de Huelga (CNH) en protesta por un universitario muerto, los cientos de heridos y el número indeterminado, aunque ingente, de encarcelados.
- El CNH comenzó un plan de acciones propagandísticas contra el ejecutivo de Díaz Ordaz, que veía cómo se iba al traste la campaña de imagen preparada con ocasión de los Juegos Olímpicos: carteles, marchas e invitaciones a estudiantes extranjeros para explicarles la realidad del país.
- Ese mes se llevaron a cabo diversas concentraciones antigubernamentales, de cientos de miles de participantes, en la capital y en otros puntos del estado. Cada una terminaba con una ofensiva desproporcionada por parte del Ejército. Fue creciendo el número de víctimas.
- La prensa foránea empezó a hacerse eco de los sucesos. El presidente, desesperado, montó una contramanifestación, que resultó fallida. El 1 de septiembre, en el discurso sobre el estado de la nación, afirmó que no podían permitirse “las violaciones de la ley y el orden”.
Para suprimirlas, “haremos lo que tengamos que hacer”, dijo amenazante. En efecto, el día 18, mientras continuaban las protestas, mandó cercar con tanques el campus de la UNAM.
- Unas mil personas, entre profesores y estudiantes, terminaron retenidas en prisiones como la temible Lecumberri, donde se hacinaban los enemigos políticos del PRI. Cinco días después, en el Instituto Politécnico Nacional, el Ejército abrió fuego por primera vez contra los universitarios. Se contaron unos cuarenta heridos.
Noche Negra
Para evitar que el duelo colectivo se desbordara, el 2 de octubre se celebró una reunión de urgencia entre el gobierno y el CNH. No hubo diálogo ni acuerdo.
- Los delegados universitarios abandonaron la sala anunciando que convocarían esa misma tarde, en la céntrica plaza de las Tres Culturas, o Tlatelolco, una huelga de hambre para exigir la liberación de sus detenidos. Duraría diez días, hasta la inauguración de los Juegos.
La lectura del manifiesto se previó para las cuatro de la tarde. Entre 5,000 y 12,000 personas se concentraron en la antigua plaza enlosada. Los oradores estudiantiles se situaron en el balcón del tercer piso del edificio Chihuahua y empezaron el discurso.
- De pronto emergieron del horizonte helicópteros con luces verdes. Se oyeron disparos de armas automáticas. Se veían francotiradores apostados en las azoteas, miembros del ejército regular y otros del Batallón Olimpia (un cuerpo de élite que dependía directamente de presidencia) vestidos de paisano tiroteando a la multitud en la plaza, a quemarropa y de manera indiscriminada.
Iba anocheciendo mientras la gente moría espantada
Además de estudiantes había parejas, familias, niños. También cayeron soldados, incluso un general, en la confusión del fuego cruzado. La carnicería se prolongó dos horas y media. Un periódico informó al día siguiente de 29 muertos y más de 80 heridos; la televisión, oficialista, apenas de un incidente policial.
Hoy se cree que en la masacre de Tlatelolco perecieron cientos de personas. No se sabe cuántas, sí que casi todas eran civiles indefensos. Más cientos o miles de heridos y otros tantos encarcelados. Después hubo un pacto de silencio orquestado mediante amenazas por el gobierno del PRI.
- El movimiento mexicano fue segado a balazos ese 2 de octubre de 1968. El escritor Octavio Paz, entonces un diplomático, renunció a su cargo. Surgieron otras voces indignadas dentro y fuera del país, pero ninguna vislumbró la magnitud de la matanza.
- Los Juegos Olímpicos se celebraron con la pompa prevista. Luis Echeverría, ministro del Interior durante la masacre de las Tres Culturas, sucedió a Díaz Ordaz en la presidencia.
- Fue en 1970. En 2002 tuvo que comparecer ante la justicia por los sucesos referidos. Dos años antes, el PRI había perdido las elecciones por primera vez en 71 años. Ya no tenía manera de esconder la piedra, su cruenta actuación esa noche de 1968.
El pliego petitorio de los estudiantes que se manifestaron en 1968
- Libertad de todos los presos políticos (personas detenidas por manifestarse).
- Derogación del artículo 145 del Código Penal Federal, el cual regulaba los delitos de disolución social, es decir, la difusión de ideas que perturben el orden público o afecten la soberanía nacional.
- Desaparición del cuerpo de granaderos, grupo policial que participó en varios actos de represión.
- Destitución de Luis Cueto y Raúl Mendiolea, el jefe y el subjefe de la policía capitalina, respectivamente.
- Indemnización a las víctimas de los actos represivos.
- Deslinde de responsabilidades de los funcionarios involucrados en actos de violencia contra los estudiantes, y establecer un diálogo público entre autoridades y el CNH para negociar las peticiones.
55 años de la matanza de Tlatelolco
Julio y septiembre, meses duros para el gobierno. Gracias a los enfrentamientos ocurridos y la forma tan violenta en que la policía reprimió estos primeros choques, entre el 26 al 29 de julio de 1968, varias escuelas inician un paro de labores, obligando a los granaderos a tomar las instalaciones de las escuelas.
Para fin de mes, varias de las preparatorias y las vocacionales contaban con presencia del Ejército dentro de los planteles.
De agosto a septiembre las marchas entre las diferentes facultades de Ciudad Universitaria y las principales vías de comunicación de la capital eran algo recurrente. Por eso mismo, el gobierno tomó la iniciativa de girar órdenes de aprehensión para líderes estudiantiles, sin dejar de lado que el Ejército Mexicano estaba en las calles para calmar cualquier brote violento que las marchas tuvieran.
- El 13 de septiembre, la Marcha del silencio se hace presente. Fue un mitin de estudiantes que portaron un pañuelo en la boca que marcharon por el desalojo violento de sus iguales que se encontraban en el Zócalo de la Ciudad de México.
- La marcha que inició cerca del Museo Nacional de Antropología y culminó frente a Palacio Nacional se dio en respuesta al Cuarto Informe de Gobierno de Díaz Ordáz y la manera en que el mandatario ignoraba las peticiones de los estudiantes.
- Para las fiestas patrias, (15 de septiembre) tuvo lugar en CU una ceremonia por el ‘Grito de Independencia’, misma que enfureció a Díaz Ordáz, por lo que mandó a efectivos del Ejército Mexicano a tomar las instalaciones de la máxima casa de estudios.
De la misma forma, las instalaciones del Politécnico Nacional son tomadas por las fuerzas armadas mismas que desalojaron las instituciones para cuando inició el mes de octubre.
- Tras este cobarde hecho, Marcelino García Barragán se retiró del Ejército mexicano y de toda actividad política, hasta su muerte el 3 de septiembre de 1979 en Guadalajara, Jalisco, pero su hijo Javier García Paniagua, buscaría
Ejército Asesino, comandado por abuelo de Omar García Harfuch
El general Marcelino García Barragán fue uno de los protagonistas de la Revolución Mexicana y comandó a los militares en la Matanza de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968; sus padres fueron Luis García y Virginia Barragán.
El 16 de octubre de 1955 quedó agregado al Estado Mayor Presidencial y el 1 de febrero de 1960, recibió el mando de la décima séptima Zona Militar. El 20 de noviembre de 1960 fue ascendido a general de división.
- Del 1 de octubre de 1961 al 30 de noviembre de 1964, fungió como comandante de la Vigésima Segunda Zona Militar, en Toluca, Estado de México.
- Separándose del cargo, luego de encomendarle la titularidad de la Secretaría de la Defensa Nacional, por el presidente de la República, Gustavo Díaz Ordaz.
Es por este cargo que el general Marcelino García Barragán ha sido señalado como Asesino, sobre todo por lanzar a las fuerzas armadas bajo su mando contra civiles (estudiantes, hombres y mujeres indefensos), en la Matanza de Tlatelolco el 2 de octubre.
El 3 de octubre, el general Marcelino ofreció una conferencia de prensa, en la que justificó la intervención del Ejército:
- “Se ordenó un dispositivo para evitar que los estudiantes fueran del mitin de Tlatelolco al Casco de Santo Tomás, el Ejército intervino en Tlatelolco a petición de la policía y para sofocar un tiroteo entre dos grupos de estudiantes”
Y agregó:
- “El comandante responsable soy yo. No se decretará el estado de sitio. México es un país donde la libertad impera y seguirá imperando”.
- También Marcelino García Barragán amenazó con actuar con la misma energía si “aparecían más brotes de agitación estudiantil y social”.
Según informes oficiales, las cifras de civiles fallecidos y heridos en Tlatelolco, registradas hasta hoy, son 30 muertos y 70 heridos; 53 de ellos heridos graves. También se notifica que en el Campo Militar Número Uno estuvieron detenidas 1500 personas.
Posterior a la masacre
El uso del aparato judicial para perseguir periodistas y líderes del movimiento estudiantil se extendió más allá de 1968. Pues al terminar los Juegos Olímpicos (que estuvieron llenos de controversias raciales y movimientos sociales), el gobierno se dedicó a negar la masacre ocurrida en Tlatelolco, pero la memoria social sigue recordando aquel Gobierno Totalitario y Dictatorial, que lanzó al ejército mexicano contra civiles indefensos.
Este capítulo de la historia nacional es algo que no se debe queda en el aire, pues “¡2 de octubre no se olvida!”, es el grito contra la impunidad que año tras año se recuerda en México, en la voz y conocimiento de cientos de estudiantes que conmemoran la trágica noche de Tlatelolco, abriendo las heridas del recuerdo para evitar la amnesia colectiva a pesar de los años./Agencia-PUNTOporPUNTO