Se acercan las festividades del Día de Muertos en México y varios panteones se han convertido en una auténtica «mina de oro» para sus administradores, toda vez que precisamente en estas fechas incrementan sus ganancias al permitir que grupos de santeros realicen sus ceremonias donde invocan a los muertos, sacrifican animales y utilizan restos humanos recién exhumados de manera clandestina, los cuales compran en esos lugares.
Además, los encargados de los diversos cementerios permiten la entrada a familiares de difuntos para realizar fiestas clandestinas que duran hasta altas horas de la madrugada, y hasta balazos avientan como una forma de «homenajear» al ser querido que ya inició su viaje «al más allá».
A esta columna llegó la información de que esta situación se puso al descubierto precisamente este fin de semana en el único panteón que se encuentra ubicado en la alcaldía Iztacalco, cuyo administrador es Juan Caballero Velázquez, quien se ha encargado de enriquecerse precisamente mediante las acciones que hemos mencionado líneas arriba.
Bajo la sombra protectora del alcalde Raúl Armando Quintero Martínez –quien por cierto también practica la santería- durante todo el año y casi a diario, se dedica a organizar grupos que pertenecen a las sectas Yoruba y Palo Mayombe para permitirles la entrada al campo santo ubicado en la calle Juana de Arco 159, Barrio San Pedro, para que hagan sus rituales.
De acuerdo con los datos proporcionados por vecinos del lugar y colaboradores cercanos a Quintero Martínez, el señor Juan Caballero les cobra una cuota que va entre los tres mil y diez mil pesos para que puedan ingresar e incluso, les vende cadáveres ya casi desechos pero prácticamente completos, así como cráneos y huesos, además de que les permite sacrificar a chivos, palomas y gallinas, cuyos restos después de ser utilizados en las ceremonias, son metidos en bolsas de plático de color negro y tirados a la basura para que no quede huella de lo que ahí se realiza.
Dicho administrador también hace las inhumaciones clandestinas para que los familiares del difunto no se enteren de que la tumba fue violada y tampoco sea objeto de algún tipo de denuncia penal. Además, dicen los informantes, también vende los restos humanos a estudiantes de medicina que acuden al panteón para adquirirlos, mediante pedido.
Por si fuera poco, la semana pasada, el señor Caballero Velázquez permitió la entrada a dicho panteón a un grupo de personas que al parecer son familiares de un narcomenudista que fue asesinado a balazos y está enterrado ahí, quienes como una forma de recordarlo, organizaron tremendo «fiestón», soltaron balazos con armas de grueso calibre que metieron con el permiso del administrador, además de que bebieron alcohol, cantaron y bailaron hasta altas horas de la madrugada.
El hecho quedó registrado en un video que grabó una persona que vive cerca del lugar, aunque posteriormente el alcalde Armando Quintero y el administrador trataron de desmentir el hecho al comentar que se trataba de la grabación de un comercial que hizo una televisora con motivo del Día de Muertos.
AQUÍ UNA FIESTA en el Panteón de San José :
Es claro que el panteón –construído hace 62 años- se ha convertido en un nido de delincuentes y drogadictos, así como en un mercado clandestino de huesos humanos utilizados para rituales de santería, con el aval de la administración del lugar.
El grupo de vecinos, que pidió permanecer en el anonimato, proporcionó fotografías y videos donde se observa basura acumulada, ataúdes podridos sacados de las fosas, huesos humanos regados en el piso y en bolsas, así como varias coronas de flores arrumbadas y marchitas.
De acuerdo con los denunciantes, Caballero Velázquez es quien permite que al cementerio ingresen grupos de viciosos quienes, acusaron, consumen estupefacientes y posteriormente se salen del lugar para asaltar en las calles y avenidas aledañas.
También acusaron que el administrador supuestamente ha realizado la venta ilegal de fosas a perpetuidad, con un costo de hasta 10 mil pesos, las cuales presuntamente ofrece en complicidad con su hermano.
“En 2009 pagué 10 mil pesos por ese contrato de perpetuidad y apenas me encuentro con que otra familia va a ver a su difunto ahí mismo, en el lugar del mío; esto no se vale. Enviamos ya un escrito directamente a la alcaldía para que nos resuelvan”, aseguró Eduardo Hernández Vélez, vecino de la zona.
Ante ello, Caballero Velázquez aseguró al autor de esta columna que «todas las acusaciones son mentiras. Eso de los ritos satánicos y venta de huesos es una tontería; pero si están inconformes que denuncien, a mí no me ha llegado ninguna notificación”.
“El que haya restos en el panteón no dice nada; los cuerpos son exhumados porque por ley pueden se exhumados pasados siete años; desde 1975 ya no se dan contratos de perpetuidad y los cuerpos se dejan a pie de fosa”, dijo.
Por su parte, el alcalde Quintero Martínez aseguró que hasta el momento no se ha presentado ninguna denuncia penal, “pero sí hay algunas quejas aisladas y se van a atender. No permitiré agravios de ningún tipo a ciudadanos, vamos a investigar a detalle. Yo personalmente iré al a realizar una inspección y a escuchar a los ciudadanos y si hay irregularidades, se van a resolver”.
Cabe señalar que esta misma respuesta es la que maneja desde hace casi tres años y no ha hecho absolutamente nada para acabar con la situación. Y obviamente no lo hará porque de todo ese dinero que se genera en el panteón, se lleva el 70 por ciento a sus bolsillos. Cuando menos, dicho señalamiento circula de manera muy insistente entre los vecinos de la alcaldía que han sido testigos de esta terrible situación.
Esperemos que la información llegue a oídos de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, para que ponga un alto y ordene la sanción correspondiente contra quien o quienes se encuentren implicados; y como dicen por ahí: «dejad que los muertos descansen en paz»
APUNTES FIDEDIGNOS
En otros temas, digamos menos desagradables, se dio a conocer que cada vez se deteriora la salud del Gobernador de Puebla, Miguel Barbosa Huerta, a quien sus colaboradores cercanos lo apodan «el viejo», pues casi siempre se la pasa echando trago a pesar de que tiene diabetes y por causa de dicha enfermedad le fue amputado un pie, además de que también se está quedando ciego.
Barbosa Huerta ya ha comenzado a perder la vista y no alcanza a ver objetos incluso a menos de 50 centímetros de distancia, debido a que ya tiene cataratas bastante avanzadas y no se ha podido operar porque tiene una agenda laboral «bastante saturada» y debe cumplir con sus compromisos por el bienestar de la entidad.
Sin embargo, su afición al alcohol ha orillado a su vocera Verónica Vélez a suspender en varias ocasiones, las conferencias «mañaneras» que ofrece el mandatario poblano y que son transmitidas en redes sociales. Barbosa Huerta ha llegado al grado de transmitir aún en evidente estado de ebriedad o bastante «crudo», lo cual por supuesto ha demeritado mucho su imagen ante los habitantes de la entidad.
El gobernador ya se ha convertido en una carga incluso para su equipo de trabajo, al grado de que ya cuenta con un asistente personal quien funge como su «lazarillo» para guiarlo cuando debe caminar y hasta ayudarlo a sentarse e incluso lo tiene que auxiliar para firmar documentos. Quiérase tantito señor Barbosa, por ahí dicen que hasta los ojos ya se le ven chiquitos, ya suelte el pomo y cuide su salud que es lo más preciado que tenemos los humanos, después de la libertad. ¡¡¡Seguiremos informando!!!
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