Enrique Peña Nieto ha llamado a votar por el partido que por ahora jefatura con el grito de que el PRI va a «ganar» en Nayarit, Estado de México, Coahuila y Veracruz. Quiere carro completo. Es un priista calcado de los de antes pero su discurso es ridículo si tomamos en cuenta los tiempos actuales.
En la conmemoración del acto fundacional del Partido Nacional Revolucionario (1929), Peña ha intentado un análisis politológico. Habló de «amenazas (contra México) desde el interior… igual que hace 6 años», en referencia a López Obrador, a quien le atribuye una política de «salto al vacío de la izquierda demagógica», mientras que a la «derecha» panista le confiere un lugar de resguardo en el conservadurismo.
Mas el discurso del jefe superior del PRI lleva al Presidente de la República a renunciar a su planteamiento de «unidad nacional» para defender a México por encima de partido, grupo, etc. Peña pisa el tapete de la lucha político-electoral y convierte en vana convocatoria el discurso oficial del gobierno, porque, como se aprecia, en realidad tiene como objetivo prioritario un carro completo electoral y, para 2018, ganar otra vez. La Presidencia es lo que es, un partido en el poder.
Al poner las cosas en su lugar, Peña refleja con mayor nitidez la pretensión de su gobierno de aplastar a sus opositores y, de esa forma, cohesiona a la inmensa mayoría de los votantes, es decir, a quienes sufragan justamente en favor de las oposiciones. En la medida en que Peña mantenga como prioridad nacional la derrota de sus adversarios políticos, una buena parte de la ciudadanía que le repudia tendrá que buscar a uno entre los posibles relevos, el que tenga mejores posibilidades de lograr hacer efectivo el desprecio popular hacia el actual gobierno. En otras palabras, al PRI le resulta muy incómodo el liderazgo de Peña.
Con frecuencia, el presidente brinda motivos a sus adversarios, tiene un lado de opositor inconsciente. Muchos querrían ahora en México «saltar» con tal de dejar atrás el viejo sistema político impuesto por el priismo. Mas cuando Peña afirma lo del «salto al vacío» en referencia a la «demagogia de la izquierda», en concreto él mismo está dando un aporte a la unidad de esa corriente nacional alrededor de un solo candidato. En la medida en que Peña combata a un aspirante opositor estará convocando a votar en su favor.
Otro error electoral que puede cometer el PRI hacia 2018 sería admitir que Peña fuera la única persona en decidir el nombre del candidato o candidata de ese partido, pues quien se encuentre más cerca del actual presidente, más lejos estará de obtener una mayoría. Parece que Peña ya decidió que él, en su soledad, como antes era, hará la designación. Mejor para el país, dirán los opositores.
Existe un detalle adicional, el cual ya no va a depender del actual Presidente. Dice Peña que el PRI no apoyará a ningún contrario, es decir, no habrá derrotas consentidas o negociadas. Lo dice porque esa es la línea de no pocos políticos priistas que consideran a la izquierda como una amenaza contra sus sistemas de corrupción e impunidad, por lo cual, ante el peligro de perder, sería mejor que fuera a manos del PAN, al que ya se le conoce como complaciente y muchas veces cómplice. Ese es el esquema político que le funcionó al priismo de carne y hueso en el año 2006, para ayudar a Calderón, y es el que se está construyendo ahora. Así que en este aspecto también se equivoca el jefe superior del PRI que, como tal, tiene literalmente los días contados.