El entorno mediático del segundo debate entre dos de los candidatos estadunidenses dio la impresión de ser una segunda edición, empeorada, del primero: casi todos están en contra de Donald Trump y nadie se ubica a su favor. En consecuencia, todo beneficia a la candidata Clinton.
Aunque entre las personas que consideramos que Trump es un chovinista, un racista y un patán, entre otras muchas cosas más, podría verse bien que las reglas sean inequitativas para tratar de evitar que el multimillonario obtenga el triunfo, eso sería tanto como estar a favor de sistemas electorales amañados. ¿Por qué demócratas y republicanos se abstuvieron de llegar a acuerdos para bloquear a ese último Bush que se convirtió en un enemigo público de la Humanidad? Casi todos estaban entonces alegres apoyando ir a hacer la guerra a Irak, incluso Hillary Clinton, con excepción de Obama y unos cuantos.
Trump no tiene más que una letanía fuera de la cual no dirá nada interesante. Por eso está ahí, en la competencia, para arrollar a la clase política que ya es odiada por una parte de los multimillonarios y por muchos millones de estadunidenses, sin duda la mayoría. Para enfrentarlo se hubiera requerido a un o una aspirante democrática, crítica, reformadora, propositiva. Pero la candidata Clinton no es nada de eso y se mantiene en sus mismos discursos después de ser dos veces senadora y secretaria de Estado, además de haber habitado en la Casa Blanca que también es un cargo público en EU. No dijo nada nuevo, lo cual
no está mal de por sí, sino que tampoco explicó lo que ha venido diciendo hasta ahora no obstante haber perdido los debates con el precandidato Bernie Sanders. Hillary no está expresando el contenido básico de la plataforma electoral oficial de su partido porque no lo comparte.
La candidata afirmó que no enviaría militares a operaciones terrestres a Siria pero que lanzaría a EU contra el gobierno de Assad en operaciones aéreas. Parece que Clinton desconoce que en ese país hay una guerra civil y hay al mismo tiempo una guerra de un protoestado, el Califato (ISIS), que el gobierno sirio tiene alianzas militares firmadas con otros países y que una grave agresión contra uno de los pactantes, según la cláusula de oro de los tratados militares, se considera hecha también contra el otro o los otros socios. Recordemos las Malvinas cuando Estados Unidos hizo a un lado su Tratado Interamericano y se abrazó a la OTAN como alianza estratégica. ¿Qué sucedería si en su guerra contra el gobierno Sirio se involucrara la aviación rusa? ¿La para entonces presidenta Clinton pediría disculpas a Putin o le haría un reclamo formal y asunto arreglado? ¿Puede EU obtener a corto plazo la derrota de al-Assad “desde el aire”? ¿La OTAN declararía también la guerra al gobierno Sirio? Las expresiones de Hillary parecen bromas dichas a la ligera, pero el hecho duro es que donde hay fuego de sobra, la candidata quiere meter más: es la clásica política estadunidense.
Trump sencillamente dijo que Rusia combate al Califato y que aunque al-Assad no le cae bien, éste también combate al mismo Califato.
Al respecto de lo dicho por la señora Clinton sobre la ciudad de Alepo se requiere repudiar esa sensiblería ensayada: es inaceptable separar a los niños masacrados y huérfanos a causa de los bombardeos rusos de
aquellos que han sido víctimas de los estadunidenses. Es inválido condolerse de unos y olvidar a los otros. En ese mismo sentido, cualquiera hubiera esperado que Clinton hiciera un reproche a Putin por no haber aceptado los términos estadunidenses de una tregua recientemente fracasada y, al tiempo, explicar la necesidad de un acuerdo. Pero no, Hillary quiso aplastar en el debate a un Trump al que le llovían golpes de todas partes del town hall y se lanzó contra él acusándole de que simpatiza y tiene intereses en Rusia. Clinton está mal. Cuando se es presidente de Estados Unidos, frente al resto del mundo sólo se es eso y basta. Además, como Hillary no explica la desaparición de sus correos electrónicos, ataca con acusaciones de que Rusia jaquea a EU, las cuales pueden ser ciertas tanto como lo es el escandaloso espionaje mundial de la NSA, pero la candidata olvida que las mayores filtraciones de información secreta fueron realizadas por un oficial y un empleado del gobierno de Estados Unidos.
La furia de Trump contra el programa de seguridad social llamado Obamacare, le llevó de nuevo a descalificarlo por ser más costoso, dijo, que lo que pudiera ser otro, pero Clinton no explicó la falsedad de esa afirmación a pesar de que el multimillonario se hizo bolas cuando le preguntaron qué nuevo programa sustituiría al actual. Lo cierto es que no tiene ninguno sino sólo las ganas de echarlo abajo con el entusiasta apoyo de todo el Partido Republicano que no obstante le niega respaldo. Sin embargo, Trump tocó un cable sensible cuando dijo que formaría una fiscalía para investigar y llevar a la candidata Clinton a la cárcel por el asunto de los correos electrónicos borrados, tema sobre el cual Hillary continúa con evasivas si no es que con mentiras. Lo que fuera, el lío de los
correos en el que se metió sola Hillary la perseguirá como una servidora pública por lo menos notoriamente deficiente e irresponsable, aun después de triunfar en las elecciones.
Es lamentable que la corriente política que ha encabezado el senador Sanders no hubiera tenido el menor sitio, a favor y en contra, en la disputa de los dos candidatos empeñados rabiosamente en atacarse con todo lo que tienen a la mano pero ignorando un programa, el de Sanders, que tiene el apoyo de millones que debieron haber sido referidos aún dentro de la anticuada democracia estadunidense.
Hillary no tiene programa pero llegará a la Presidencia de Estados Unidos (el mal menor se dice), mas desde ahí se comportará como siempre lo ha hecho: hablar mucho, no hacer nada nuevo y generar agresividad contra adversarios y socios díscolos. Ese país no va a progresar así y el mundo no será mejor, pero ellos deciden. Trump es una amenaza mundial pero no está claro que Hillary no lo sea.
La mayor culpa la tiene Obama por haber nombrado a Clinton como secretaria de Estado y, hace poco, poner a trabajar a su gobierno para derrotar a Sanders. Ya habrá motivos, ocasiones, lugares y personas para reclamárselo.