México ha padecido a lo largo de su historia heroicos y penosos momentos en su vida “institucional”, todos marcados por el culto a la personalidad y una altísima traición en el umbral del llamado “parto de los montes”, cuando se designa al sucesor. Ello, mediante un conciliábulo corruptor al más alto nivel, que las más de las veces siempre termina imponiendo a la sociedad el sucesor de la Silla Imperial.
A principios del Siglo XX no terminábamos de sacudirnos el maximato del General Plutarco Elías Calles, que pretendió extenderse más allá de su Gobierno, hasta que se topó con la ingratitud de uno de los suyos, Lázaro Cárdenas del Rio quien una vez investido Presidente de la República se rebeló de su líder, para convertirse en el último héroe de la Patria con la Expropiación del Petróleo.
Pero el caudillismo nunca fue completamente derrotado, ya que vuelve a tomar impulso y se arraiga a partir del moderno bandidaje disfrazado de institucionalidad. Basta recordar que al sexenio del primer presidente “civil” electo en México, Miguel Alemán Valdés se le llamó el “Sexenio de los Tamprontistas”, pues tan luego empezó su mandato inició la descomposición política y los multimillonarios.
El alemanismo pervirtió el sindicalismo cardenista y los volvió apéndices de su Presidencia Imperial, así la tristemente célebre Confederación de Trabajadores de México (CTM) comenzó su larga tradición de corruptelas de sus líderes y el fin de la defensa del trabajador, donde cada seis años sólo ha sido utilizada como levanta dedos del poder en turno, brazo izquierdo del mismo PRI.
En esta vorágine cleptomaniaca se han servido y lo siguen haciendo una concebida cloaca que cínicamente se ha llamado a los finales de sexenio “el Año de Hidalgo”, y si sobra algo para después el “Año de Carranza”, del cual nadie se salva, que arrasa con todo; quitando al más rico y ensañándose con el más humilde, sólo porque tienen poder y gozan de impunidad, salen millonarios.
Así, generación tras generación llegamos al “Gobierno del Cambio”, personificado en Vicente Fox que representaba la oportunidad idónea para soterrar la impunidad y combatir la corrupción. Pero la luna de miel acabó muy pronto con la visión cortoplacista del merolico dicharachero que más se tardó en entrar a la Residencia Oficial que esté en abrir las arcas públicas a amigos y parientes.
Hoy Vicente abreva millones del erario con su “Centro de Estudios, Biblioteca y Museo Vicente Fox Quesada, A.C.», y la fundación de “Vamos México” de Martita, que desde Meade hasta el Presidente en turno de México han asistido a sus instalaciones para dictar conferencia o llegar a acuerdos, aun cuando sean en lo oscurito. De ahí que hoy no sea gratuito su apoyo a José Antonio Meade.
Su sucesor, Felipe Calderón también se vio envuelto en escandalosos sucesos como la Estela de Luz, que costó 1,304 millones 917,700 pesos del erario público; 192% más que su presupuesto inicial. Similar a la Mega Biblioteca Vasconcelos que en el foxismo derrocho 1,500 millones de pesos y cuando la inauguraron tenia más goteras que libros, ambos monumentos a la impunidad Presidencial.
Excesos que imponían una nueva y urgente “alternancia política”, así en 2012 llega un joven impetuoso pero impreparado, Enrique Peña Nieto; emanado del llamado Grupo Atlacomulco, “secta mexiquense” que sin ambages “toma todo”. Sí, abiertamente ha derrochado en imagen y publicidad miles de millones de dólares no pesos, aprovechando el “momentum” la estrella del “canal de las estrellas”.
La primera estafa salió a la luz pública cuando se supo que un operador financiero de Odebrecht transfirió dinero a Emilio Lozoya durante la campaña de Enrique Peña al depositarle 3.1 millones de dólares a su cuenta: A cambio, hoy PEMEX amplió hasta el año 2023 la reserva de la información relativa a la investigación que se sigue contra el entonces coordinador de campaña del PRI en 2012.
Mas temprano que pronto también salieron escándalos cómo el caso que marcó el principio de la “administración corrupta”, la llamada «Casa Blanca» que en noviembre de 2014 una investigación periodística reveló que la Primera Dama, Angélica Rivera de Peña había comprado con “recursos propios” una casa de 7 millones de dólares en una exclusiva zona residencial de la capital mexicana.
El fondo del asunto es que fue adquirida al empresario Juan Armando Hinojosa Cantú, dueño de Grupo Higa, el principal contratista de Peña Nieto desde que fue gobernador del Estado de México. Lo mismo pasó con otra suntuosa propiedad, “la Casa de Tecamachalco” que The Wall Street Journal descubrió posee Luis Videgaray, un inmueble de 850m2, en el exclusivo Club de Golf de Malinalco.
El gobierno peñanietista también participó en un descomunal desvío de fondos, poco más de 540 millones de pesos que la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) entregó mediante convenios a tres universidades en 2015, año en que esa dependencia estuvo encabezada por Rosario Robles y José Antonio Meade, señalados en la afamada “Estafa Maestra”, la cereza del pastel de este sexenio.
Aquí el tema no es por qué compran o entregan sino para qué dan miles de millones y lo tratan de esconder. Pero esto tampoco es privativo del Gobierno federal, los Gobernadores de los Estados también se han unido sexenio a sexenio a la orgia corruptora, de ahí que haya ocho mandatarios estatales encarcelados, dos prófugos y un incalculable quebranto al erario público, sí al dinero del Pueblo.
Ahora que la llamada “minoría rapaz” se reúne con los Presidenciales habrá que escudriñar si lo hacen para planificar el futuro o fraguar mayor corrupción e impunidad, ya que mientras ellos juegan sus cartas, millones se debaten entre sobrevivir o morir de inanición. Un estudio reciente de la ONU y ONG´s señalan que hoy nacer pobre en México es estar condenado a morir en esta condición.
Así que basta de simulaciones, el Pueblo está harto de la cueva de Ali Baba y sus 40 ladrones… sólo que aquí son los 300 y algunos más!!!
Twitter: @Armando_Alcocer
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