Profunda indignación causó a la sociedad escuchar las cifras alegres y mentiras de Enrique Peña Nieto con motivo de su VI y Último Informe Presidencial, así como la avalancha de spots y road show en medios, cuyo derroche en publicidad a julio de 2018 asciende a más de 46 mil 986 millones de pesos; es decir, 90.5% de lo autorizado, pagado -por supuesto- con dinero del empobrecido pueblo.
Gasto para la autocomplacencia que tuvo como beneficiarios a solo 10 medios que concentraron el 49% del presupuesto, teniendo a Televisa y Tv Azteca como los consentidos del sexenio, con 3 mil 148 millones de pesos de dispendio, el colmo es que secretarias como Salud, Desarrollo Social y Educación Pública son las que más gastaron para publicitar su “logros”, a pesar de no tenerlos.
Con esta sangría de recursos se pretende lavar la cara ante los mexicanos de ser gobierno fallido; un presidente que pasó del salvador de México, como lo bautizo THE NEW YORK TIMES, a gran fracaso Nacional. Este optimismo ficticio inducido por medios y seudo líderes de opinión avituallados, no será suficiente para que la historia cambie su veredicto: corrupto, fratricida y entreguista.
No hay nada por celebrar, sólo que se va. En materia económica, Peña dedica en su resumen presidencial muy poco tiempo para hablar sobre tres temas clave: la deuda del sector público, la inflación y el PIB. En su alocución sobre “México Próspero”, ensalzo algunos de sus engañosos logros como su histórico empleo, olvidando indicar que fueron con salarios paupérrimos y sin prestaciones de ley.
En cuanto la deuda pública, Peña señaló que esta se redujo 48.7% en 2016 a un 45.5% al cierre de 2018, y que se encuentra en un “nivel manejable”. Lo que no informó es para que se utilizó dicha deuda, porque los niveles de pobreza siguieron al alza en su sexenio. Expertos señalan que el cambio en el alguarismo de la pobreza se debe a una manipulación de las mediciones del INEGI.
Caso similar ocurrió con el procedimiento de medición en el campo, pues se aumentaron artificialmente los ingresos para que Peña y el PRI pudiera presumir, primero en campaña y ahora al irse de Los Pinos, que entre 2012 y 2016 “bajó la pobreza en México”. Pero la realidad es que aumento, según CONEVAL el 43.6% de la población vive en pobreza; es decir, 53.4 millones de mexicanos.
MÉXICO EVALÚA señala que conforme a dígitos de Hacienda, la Deuda del Sector Público Federal asciende a 10.8 billones de pesos, que representa el 49.9% del PIB. Así, el desastre económico que deja Peña es inobjetable, como cierto que hay más miseria porque a pesar de los miles de millones derrochados en los Gobiernos del PAN y PRI seguimos siendo una fábrica de pobres.
A consecuencia de una política de Estado, hoy los programas sociales dispersan más recursos en mantener sumiso a los destinatarios a través de la manipulación y el clientelismo. Según el CIDE su evolución histórica creció en forma exponencial en la última década, llegando a aumentar 194% y su presupuesto se amplió 1,212%, mucho de ese dinero ha ido a parar al bolsillo de sus líderes.
Sin embargo, dicho gasto no ha mejorado el bienestar de los mexicanos. Un sondeo del GESOC revela, en una escala de 0 a 10 la calificación promedio, fue de 6.3; y del total de programas sociales evaluados, 52 de ellos; es decir, el 47.3%, resultaron reprobados, de ahí que hoy los niveles de pobreza son los mismos que hace 25 años, pero con 35 millones más de miserables.
El mejor ejemplo del fiasco económico Peña- PRI es el desmantelamiento de la Industria Energética Nacional, ya que hoy importamos el 75% de la gasolina que consumimos. Lo estúpido de la acción, explica en propio informe: “la exportación de los productos petroleros aportó al fisco mexicano 23,700 millones de dólares y la importación de estos productos costó a México 42,000 millones de dólares”.
La estulta administración peñanietista sólo es superada por la cínica corrupción solapada por el PRI, no olvidemos: Odebrecht, Socavón y La Casa Blanca, cuya cereza del pastel es “La Estafa Maestra”, robo-fraude que asciende a más de 7 mil 760 millones de pesos, teniendo como estrellas principales a las secretarías de Desarrollo Social (Rosario Robles) y Hacienda (José Antonio Meade).
El colofón del Presidente saliente es su incumplida promesa, como muchas otras más, de acabar con la inseguridad, tendencia que se disparó en la mitad de su mandato, siendo el primer semestre de 2018 el más violento en la historia de México, con 13 mil 738 asesinatos, 76.32 homicidios diarios, según confirma el Consejo Regulador de Industria y Servicios de Seguridad de la República.
Un estudio del Igárape Institute “Seguridad Ciudadana en América Latina: Hechos y cifras” advierte que México es el segundo país que más homicidios aportó al mundo en 2017, después de Siria. Y el informe del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, señala a Peña como el gobernante con más muertes en la historia de México, 120 mil asesinatos a la fecha y sumando cada día.
Hasta aquí el breve recuento que contrastan con el fantasioso y triunfalista discurso oficial, donde la gente de a pie, mexicanos simples, pero trabajadores: obreros, campesinos, profesionistas; hombres y mujeres, han visto deteriorada su calidad de vida, al cancelarse sus legítimas aspiraciones, seguridad y su propia vida, producto del Estado fallido y la ambición del Presidencialismo en turno.
Peña se va, pero nos deja históricos: Deuda Externa, inmanejable; Criminalidad, desbordada; y Pobres, por doquier; en suma, una Nación en ruinas, producto de la hipocresía del PRI y sus ambiciosos cómplices, que cínicamente se sirvieron del país, poniendo en agonía a México, así que llamamos a la familia presidencial que mejor se guarden sus lágrimas de cocodrilo… nadie, pero nadie se las cree!!!