Por Eduardo Ibarra Aguirre
A diferencia del brillante trío intelectual de Aguilar, Castañeda y Zuckermann que observa un retroceso de medio siglo en el “formato del informe” rendido por el presidente Andrés Manuel y del que no se pueden auditar las cifras brindadas (Héctor y Jorge Germán), para Porfirio Muñoz Ledo –presidente de la Cámara de Diputados y crítico del pacto migratorio entre Mike Pompeo y Marcelo Ebrard–, se pueden comprobar “todos los datos que ofreció el mandatario, en contraste con gobiernos anteriores”, ya que en México se perdió hace mucho la noción de un informe.
Así de dispares son las percepciones sobre un mismo hecho por observadores y actores experimentados del quehacer público, pero condicionados por intereses individuales y grupales, como se detalla en el siguiente enlace: https://www.sdpnoticias.com/nacional/2019/06/30/los-motivos-de-aguilar-camin-para-calumniar-a-amlo-cherchez-les-abonnements
“Informe” o no, en cuanto las prácticas institucionales, lo cierto es que los 85 mil asistentes al Zócalo, según la Secretaría de Seguridad Ciudadana, destinatarios presenciales del mensaje presidencial –aparte estaban los invitados como Carlos Slim y Emilio Azcárraga–, aguantaron horas de espera y hasta la lluvia para escuchar un discurso de 90 minutos, que podían ver u oír por el Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano, que tiene una audiencia de 30 millones.
Nadie mejor que el paisano más rico del orbe para describir el contenido del mensaje de AMLO: el informe fue muy completo y ofreció bastantes avances y lo que falta. Los retos son “seguridad, desarrollo, empleo y actividad económica”, los mismos que enlistó Obrador. No obstante, sostuvo que está a tiempo para cumplir sus metas. Y postuló que la relación entre la iniciativa privada y el gobierno es muy importante; “va a ir mucha inversión, mucho empleo”. Y 78 de 100 compromisos fueron cumplidos, dijo el presidente.
Para el redactor lo más sustantivo se dejó para el final del discurso: “mi activismo, mi loca pasión, tiene un fundamento racional, aunque no lo piensen así mis adversarios. Considero que entre más rápido consumamos la obra de transformación, más tiempo tendremos para consolidarla y convertirla en hábito democrático, en forma de vida y en forma de gobierno”.
Esto se complementa con una conclusión previamente enunciada con la fuerza necesaria: “el proyecto de gobierno no tiene retorno. Ni un paso atrás, nada de titubeos o medias tintas. Una cosa es actuar con prudencia, evitar la confrontación y garantizar las libertades que son sagradas, y otra es la indefinición”.
Sin duda que lo anterior preocupará muchísimo a los adversarios partidistas que por lo general y para desgracia de México, reaccionan con los reflejos propios de los burócratas de partidos marginales, como el cómico Marko Cortés, el de los moches en San Lázaro y quien descubrió que “estábamos mejor con (Enrique) Peña Nieto”, por supuesto que Acción Nacional estaba infinitamente mejor; también el bufón enriquecido que corrieron de la marcha dominical de León, Guanajuato, pero Vicente Fox no se retiró.
En agudo contraste, el respaldo ciudadano para Andrés Manuel López Obrador “se mantiene prácticamente sin cambios”, 73% de aprobación, concluye la encuesta de Opinión Pública, Marketing e Imagen, y Social Research Solutions. Mientras que para Consulta Mitofsky, de Roy Campos, contó con 62% al cierre de junio. Como fuere, son aprobaciones muy altas. Y en cuanto al sector económico que es el más polémico, La economía sí “va bien”; 75% coincide con AMLO y no con sus críticos.