OPINIÓN POR RAMÓN ZURITA SAHAGÚN
Dónde estaban esos priistas que ahora se asumen como los salvadores del PRI y hasta se atreven a proclamar la refundación del partido.
En la pasada elección no se les vio en ninguna trinchera, ni apoyando a tal o cual candidato, mucho menos haciendo labor de proselitismo. Seguramente estaban esperando los resultados para lanzar su movimiento de salvación.
Y es que cíclicamente, desde hace poco más de 30 años, los priistas se agrupan para lanzar sus distintos movimientos y tratar de reencauzar al partido que alguna vez fue considerado como una aplanadora y que desde la década de los noventa mostró fisuras, hasta irse desmoronando poco a poco.
Es cierto que el PRI requiere de readecuarse, moverse de los límites de la comodidad en los que estuvo hasta 2018, detentando el poder desde el gobierno federal y gobernando la mayor parte de las administraciones estatales.
Así como ahora se pregona la Cuarta Transformación desde el gobierno federal, los priistas deben mostrar que todavía su ideología y sus documentos básicos son factibles y si no, adecuarlos a los tiempos actuales, porque de otra forma poco a poco irán descendiendo en la escala de las preferencias electorales.
En 2006 las estructuras políticas se sacudieron cuando el candidato presidencial del partido tricolor, Roberto Madrazo Pintado, coqueteó apenas con un cuarto de las preferencias ciudadanas y ese 25 por ciento se convirtió en una vergüenza para los militantes del partido.
Claro que en ese entonces operó el TUCOM en contra de Madrazo Pintado y otros elementos como Elba Esther Gordillo que socavaron las estructuras del partido.
Sin embargo, en los comicios presidenciales del 2018, la situación fue peor con un candidato sin ángel, ni carisma, José Antonio Meade, que fue ninguneado por los propios simpatizantes del partido que le dieron la espalda y voltearon hacia otras opciones.
Meade cayó abajo del 20 por ciento y se argumentó entonces que como no era militante del partido tricolor, muchos militantes le dieron la espalda, por lo que se esperaba que en los comicios intermedios del 2021 las cosa podrían mejorar para el priismo, sin embargo, no sucedió así y nuevamente los priistas se quedaron abajo del 20 por ciento de los sufragios con toda y la alianza conformada con el PAN y PRD en la mayoría de los cargos de elección popular.
Es aquí cuando saltan a la palestra los refundacionalistas y ambiciosos que pretenden cambiar al partido.
Sin embargo, no se aprecia entre ellos alguien que verdaderamente pueda mover al partido y sacarlo de su marasmo para llevarlo a mejores horizontes que vislumbren una tierra más fértil.
Y es que uno de los grandes problemas del partido tricolor es que se quedó sin cuadros jóvenes y ahora disputan los pocos espacios disponibles una serie de personajes que antaño no hicieron nada para mover al partido.
Por un lado, el ex gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz Ortiz, quien ganó apretadamente los comicios en 2004 y seis años después dejó el espacio para que la oposición alcanzara la administración estatal, con Gabino Cué Monteagudo, mismo candidato al que Ruiz Ortiz le había ganado por escasos puntos porcentuales.
Del otro lado, encabezando un grupo de personajes que alguna vez obtuvieron un cargo de elección popular y después se esfumaron del quehacer partidista, está Fernando Lerdo de Tejada, un efímero dirigente del PRI en el Distrito Federal y que en su paso como diputado federal protagonizó varios bochornos, por desconocer el quehacer político.
Lerdo de Tejada un conservador que se escandalizó por la presencia de Madona en México y cuestionó a los diputados de oposición por arribar, principalmente, por la vía de la representación popular, cuando su propia coordinadora había arribado por esa misma ruta, cree ser el salvador del partido y busca la refundación del partido pregonando que solamente de esa manera podría salvarse de pasar a ser un partido satélite, como todos aquellos que alguna ocasión se colgaron del tricolor para obtener cargos de elección popular como los ya desparecidos PARM, PPS, PANAL y otros más.
Lerdo encabeza la revuelta de un centenar de priistas a los que no se le ve con frecuencia haciendo talacha o tratando de convencer al electorado y que, eso sí, buscan un nuevo cargo de elección popular, siempre y cuando sea por la vía de la representación proporcional.
Veremos que sucede con este movimiento que fue anunciado hace un par de semanas, pero que después de ello, no se la ha visto acción alguna.
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Como se esperaba Jorge Romero fue designado coordinador de la diputación panista en la LXV legislatura del Congreso de la Unión, truncando las aspiraciones de Juan Carlos Romero por continuar haciendo esa labor con su arribo a esa posición Romero se convierte en un sólido aspirante a la candidatura al gobierno de la CDMX.
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