Por Carlos Ramos Padilla
Murió víctima de cancer de esófago uno de los crimínales más sanguinarios en la historia. Jairo Velásquez, alias el Popeye, brazo derecho y de confianza del colombiano capo Pablo Escobar Gaviria. No hace mucho, apenas unas semanas, este delincuente declaró haber sido testigo de las negociaciones del expresidente boliviano Evo Morales con las redes sudamericanas del narcotràfico. Lo acusó de criminal.
El Popeye, en sus inicios militar de carrera, fue considerado como el jefe máximo de los sicarios del Cártel de Medellín. Estoy escribiendo sobre un criminal confesó de alrededor 300 homicidios, del secuestro del entonces candidato a la alcaldía de Bogotá, Andrés Pastrana, al paso del tiempo Presidente de la República. También del plagio del periodista Francisco Santos luego convertido en Vicepresidente de la República.
Del asesinato del procurador Carlos Mauro y del gobernador de Antioquía, Antonio Roldan. Confesó haber participado en los asesinatos del comandante de la policía de Antioquia, Valdemar Franklin y del candidato presidencial Luis Carlos Galán, acribillado en una plaza pública mientras pronunciaba un discurso.
Estuvo implicado en los procesos del atentado terrorista en el vuelo comercial 203 de la aerolínea Avianca. El Popeye fue el compañero sentimental de una de las mujeres de Pablo Escobar quien le encomendó a El Popeye asesinarla.
Desde 1992 cumplió una condena de cárcel bajo acusaciones de terrorismo, narcotráfico y homicidio. Fue condenado a veintitrés años y tres meses por otros procesos judiciales en su contra entre estos la coordinación de al menos doscientos coches bomba en toda Colombia durante su vida delictiva.
Este sujeto, al final de su vida fue convertido en estrella de series de televisión y presumía el que la gente lo detenía en las calles para pedirle un autógrafo o tomarse una “selfie”. Era el resultado equivocado de la apología del crimen en los medios de comunicación. Hoy está muerto como muchas de sus víctimas y no cabría decir “que la historia lo juzgue”. Quedará en la memoria como una basura humana, despiadado, psicopata, inhumano y depredador. Sin duda se lleva muchos secretos y el nombre de importantes personajes cómplices de la delincuencia hoy en el poder público.
Se habla que muchos de sus compinches, asesinos desalmados, aún están libres en distintas regiones del mundo, algunos en España. Son estampas de quienes sembraron terror y dolor y no estoy seguro que alguno de sus sobrevivientes le otorguen el beneficio del perdón. Pregunto, alguien elevará una plegaria por él?