Opinión. RAMÓN ZURITA SAHAGÚN
Durante varias décadas México sufrió la ausencia de nuevos partidos políticos, hasta que la LOPPE permitió otorgarles registro a nuevas organizaciones políticas y darle mayor forma a la democracia.
Y es que en 1952 un nuevo partido político conformado con vistas al proceso electoral presidencial de ese año había dejado secuelas.
La Federación de Partidos del Pueblo Mexicano amenazó el triunfo de la entonces aplanadora priista y su candidato presidencial Miguel Henríquez Guzmán causó motivación en los electores nacionales que pusieron en riesgo la victoria de Adolfo Ruiz Cortines.
Nuca se supo el número de muertos producto de la represión desde el gobierno de Miguel Alemán, pero se cree que fueron decenas de simpatizantes del “henriquismo”.
Después de esa complicada elección de 1952 y hasta 1982 no se otorgó registro a ningún partido político para que compitiera en los comicios presidenciales, con la excepción del Auténtico de la Revolución Mexicana, un partido creado en 1954 de una escisión del PRI, pero que se decantó siempre como un parásito de ese organismo político.
A partir de 1982 y con las reformas políticas se produjo una explosión de nuevas organizaciones políticas de todo tipo de ideologías, de izquierda, de derecha, centro, etc. Siendo pocas las que conservaron el registro más allá de un par de elecciones.
Fue entrando la década de los noventa que aparecieron otros partidos, algunos de los que todavía mantienen su existencia, aunque uno de ellos PRD (fundado en 1989) perdió su registro nacional en el proceso del pasado dos de junio.
En los años recientes (tres décadas) la proliferación de partidos se hizo viral y es que muchos ven en la formación de un partido político una forma de allegarse recursos.
Y es que de los seis partidos que mantuvieron su registro en los pasados comicios, tres de ellos tienen dueño y son propiedad de una sola persona.
El Verde, MC y PT se han conservado como franquicias de sus fundadores: Jorge Emilio González Martínez (cofundador con su padre), Dante Delgado Rannauro (dueño y señor de su franquicia) y Alberto Anaya, sempiterno dirigente nacional de su organismo político.
Los tres son inamovibles, aunque González Martínez se mantiene alejado de la estructura de su partido, pero reaparece cuando se requiere su presencia o en negociaciones de alta política; Dante oscila entre los cargos de elección popular y la dirigencia de su partido y Anaya siempre presente en posiciones de elección y en la dirigencia.
Esa forma de conducir sus respectivos partidos es vista con envidia por otros organismos políticos creados al vapor que no han podido mantener su registro y lo sostienen por una o dos elecciones más.
Por eso ante el anuncio de que se abren los registros para la creación de nuevos partidos políticos, ya han sido anunciados la formación de tres que todavía deberán ser avalados por las autoridades electorales y luego conservar el registro si es que lo obtienen en la contienda federal de 2027.
Guadalupe Acosta Naranjo, exdirigente del PRD; Sandra Cuevas, exalcaldesa de Cuauhtémoc y Eduardo Verastegui, frustrado candidato presidencial independiente, dieron a conocer su propósito de nuevas formaciones políticas, las que de aprobarse contarán con un presupuesto público para poder operar en 2027.
Esos son los primeros que se apuntan, pero se espera que conforme avancen los tiempos, surjan otros más que quieran entrar en una contienda política que cuenta, hasta ahora, con seis partidos con registro nacional.
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Finalmente, la alianza Sigamos Haciendo Historia consiguió la mayoría calificada para la Cámara de Diputados y se quedó a tres de hacer lo mismo en el Senado de la República, donde ya se corren apuestas sobre el costo que tendrán esos tres votos extras para aprobar las reformas constitucionales. Ya hay sospechas sobre quienes aportarán su voto a favor de MORENA y sus aliados.
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Ramón Zurita Sahagún
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