OPINIÓN POR RAMÓN ZURITA SAHAGÚN
En los tiempos del recalcitrante priismo, era común que los nombres de los aspirantes a suceder al presidente en turno se ventilarán ante la opinión pública, se magnificaran sus virtudes y se resaltaran sus defectos.
La lealtad era uno de los principales requisitos pedidos para aquellos aspirantes a la candidatura del partido tricolor.
Seis, siete, cuatro, el número no era importante porque el gran elector (el presidente de la república) ya sabía el nombre de quien sería su sucesor.
Se trataba de mantener la interrogante, de meter en el juego a los futuros electores, los que marcaban su favorito, por lo que era común en el momento de la nominación expresiones como “nos engañó con la verdad”; “sabíamos que era él” y otras más que ganaban los principales titulares de los diarios de ese entonces.
El tiempo y la caída del PRI provocaron que se usaran otros métodos, catalogados por sus usuarios como más democráticos, aunque se sabía de los dados cargados dentro del ya para entonces partido gobernante, Acción Nacional.
Recurrieron a un método que le resultó contraproducente al priismo, cuando decidió incursionar en la democracia y convocó a elecciones para que sus militantes eligieran al candidato presidencial el que resultó ser Francisco Labastida Ochoa, imponiéndose en una mascarada democrática a Roberto Madrazo Pintado, Manuel Bartlett Díaz y Humberto Roque Villanueva, mediante una gran cargada. El resultado fue la caída del priismo y de su candidato presidencial. Seis años después repitieron el método y les fue peor, Roberto Madrazo Pintado derrotó con holgura a Everardo Moreno Cruz y el tricolor se derrumbó hasta el tercer lugar.
Los panistas en el poder repitieron el esquema y Felipe Calderón venció por amplia diferencia a Santiago Creel y Alberto Cárdenas, convirtiéndose en el candidato presidencial que retuvo la presidencia en manos del partido blanquiazul.
Seis años después Calderón (presidente) intentó poner al candidato en la persona de Ernesto Cordero, el que fue fácilmente vencido por Josefina Vázquez Mota, lo que provocó el resquebrajamiento del partido, similar al ocurrido en el PRI en 2000 y 2006, yéndose Josefina hasta el tercer lugar en la elección presidencial.
Esos antecedentes bastan para advertir que MORENA repite esquemas, aunque el presidente en turno (López Obrador) diga que se acabó con la figura del “tapado”.
Desde la esfera presidencial, el Ejecutivo federal lanza los nombres de varios de sus colaboradores de donde surgirá el candidato de MORENA.
Esteban Moctezuma Claudia Sheinbaum, Juan Ramón de la Fuente, Rocío Nahle, Tatiana Clouthier y Marcelo Ebrard, forman parte del grupo preponderante para la sucesión. Tres hombres y tres mujeres, respetando la equidad de género, aunque el candidato será uno solamente y los que gustan de apostar o adivinar, afirman que hay solamente una y que la candidatura recaerá en el género femenino.
El esquema es similar al de los priistas y hasta el de los panistas, ya que se trata de orear los nombres de los supuestos aspirante, aunque se sabe que algunos son solamente de relleno y se procederá a la gran encuesta, evitando repetir los procedimientos de priista y panista de hacer una elección directa.
Los dirigentes de MORENA y el propio presidente han mostrado su confianza en las encuestas, como método de proyección de los candidatos a los principales cargos de elección popular, aunque dichas encuestas sean efectuadas por las propias agencias o casas encuestadoras de su predilección.
Para ellos no importa el rigor con que se aplica y solamente que el candidato ganador sea el que ellos quieren, lo que podría ser mortal para las aspiraciones de repetir en 2024 como partido en el poder.
A la diferencia entre el o la que será candidato o candidata presidencial de MORENA radica en quien muestre mayor obediencia ciega y se comprometa a continuar con los programas de la Cuarta Transformación. No hay que darle vuelta a la hoja, la sucesión está decidida, cuando menos en el nombre del candidato que ya eligió el Ejecutivo federal y tendría que pasar algo muy grave para que desista de ello.
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En cuatro estados del país la elección no ha terminado. La alianza integrada por PAN, PRI y PRD (Va por México), impugnó los comicios para gobernador en Campeche, Guerrero, Michoacán y San Luis Potosí, que dio por ganador a tres abanderados de MORENA y uno del Verde: Layda Sansores, Evelyn Salgado, Alfredo Ramírez Bedolla y Ricardo Gallardo Cardona. Las impugnaciones versan sobre diversas irregularidades en cada uno de esos procesos electorales.
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