Por Carlos A. Ibarra
La mañana de este lunes, una de las libertades habituales de los mexicanos, tal como lo es el acudir presencialmente las sesiones de NUESTRO Congreso federal, se vio avasallada por un acto que pareciera, más que un capricho, una reacción de miedo ante las consecuencias de una mal llamada “Reforma Judicial” que, a todas luces, no tiene el “respaldo” de todos los mexicanos como nos quiere hacer creer la 4T: La prohibición de acceso al Senado de la República.
El Senador presidente de la Mesa directiva de la cámara alta, Gerardo Fernández Noroña, sorprendió a propios y extraños al emitir la mencionada restricción, respaldándose en el artículo 61 de la Constitución y el 310 del Reglamento del Senado, que señalan que el presidente de la Mesa Directiva del Senado, “velará por la inviolabilidad del recinto en uso de todos los recursos jurídicos legales a su alcance”. ¿De verdad fue “violado” el recinto? ¿o más bien, la voluntad de los mexicanos que NO votaron por MORENA y sus aliados?
Los hechos que parecería fueron motivo para tal restricción ocurrieron el pasado 10 de septiembre, cuando trabajadores del Poder Judicial de la Federación irrumpieron en el recinto legislativo para defender sus derechos y hacer escuchar sus voces en desacuerdo con la reforma que pretende que jueces, magistrados y ministros sean elegidos por voto popular, amén de que, a la postre, también se podrían modificar montos de pensiones y otros derechos adquiridos por esa clase trabajadora.
Sí, la sesión legislativa tuvo que trasladarse a otra sede y, de todas maneras, la susodicha reforma fue aprobada. ¿A qué le teme entonces Noroña? ¿Ya se le olvidó cuando él, como parte de las hordas más radicales del ahora extinto PRD y, posteriormente, del PT, hacía tomas de tribuna, como en los días previos a la toma de protesta del presidente Felipe Calderón en 2006? ¿O cuando se acostó en la entrada del estacionamiento de Televisa Chapultepec, en 2017, para exigir que la televisora “devolviera” un callejón que forma parte de sus actuales instalaciones? Todo ello, sin contar las innumerables burlas, majaderías y afrentas que caracterizan su interacción con otros actores políticos.
Quizás al Senador de “izquierda”, asiduo cliente del prestigiado restaurant “El Cardenal” y de los salones VIP de American Express, se le olvida que la propia Ley Reglamentaria del Senado de República, en su artículo 52, indica que las sesiones de dicho órgano son PÚBLICAS, excepto cuando expresamente son declaradas secretas, lo cual no habría lugar a que ocurriera.
Pareciera que el señor Noroña teme que en el pleno pueda aparecérsele un “Noroña”, que replique las acciones que el polémico legislador hizo cuando fue oposición, El miedo, no anda en burro o, mejor dicho, Donde las dan, las toman o, al menos, así debería ser, ¿o no, señor Noroña?