Por Eduardo Ibarra Aguirre
La denominada escaramuza golpista, encabezada por el dueto de líderes muy violentos de Voluntad Popular, Leopoldo López y Juan Guaidó –autoproclamado presidente encargado de Venezuela por decisión de Donald Trump y el trío de súper halcones que trabajan junto a Mike Pompo por la remoción de Nicolás Maduro del Palacio de Miraflores–, pone en relieve más allá de los hechos del lunes 30 y la narrativa para justificarlos de la dictadura mediática global, una crisis en la estrategia imperial contra Venezuela.
Estrategia apoyada en distintos grados y condicionamientos por la Unión Europea, el Grupo de Lima y la minoría de la OEA. Lo que a coro llaman “unos 50 países” y nada dicen de los 143 restantes.
Crisis de la política contra la autodeterminación de los venezolanos –auspiciada ésta por México, Uruguay, Bolivia y 15 estados de la Comunidad del Caribe, con la simpatía de Estados de los cinco continentes–, y que fue advertida por expertos estadunidenses en seguridad nacional, agrupados en Veteranos Profesionales de Inteligencia por la Cordura y que desde hace un mes advierten puede provocar una guerra entre Estados Unidos y Rusia.
Los 22 expertos estiman que los asesores de la Oficina Oval tienen un “desconocimiento fundamental de los militares venezolanos”. No valoraron que la “mayoría de los oficiales piensan que (el chavismo) introdujo cambios históricamente necesarios en el país, entre ellos la inclusión política de los pobres”. Y critican por contraproducentes las “continuas insinuaciones de intervención militar”. Su equipo, dicen, mostró falta de comprensión del nacionalismo en Venezuela. Las amenazas llevan a muchos venezolanos “a cerrar filas en torno a Maduro, y no a rechazarlo”.
La estrategia de Marco Rubio, John Bolton, Elliott Abrams y Mike Pompeo sostienen que “fue y sigue siendo errónea”. J. Jesús Esquivel, corresponsal en Washington del semanario Proceso y Radio Centro percibe que el trío de halcones se sobrepone a Pompeo.
Sin el auxilio del trío delincuencial, Pompeo se enfrascó en una tensa conversación telefónica con el canciller ruso en la que amenazó al mejor estilo del verborreico Trump (recuérdese la amenaza del uso del arma nuclear contra Corea popular), que EU “está preparado, de ser necesario, para intervenir militarmente en Venezuela”, y exigió a Serguei Lavrov, “cese el apoyo al presidente venezolano”, ya que “su injerencia en la nación petrolera es desestabilizadora”.
El ruso le advirtió que de continuar Washington con acciones agresivas (contra Caracas) “podría tener como resultado las más graves consecuencias”. Y esto supera la retórica después de la derrota del Pentágono en Siria, aliado de Rusia y antes de la Unión Soviética; la incapacidad para subordinar al presidente Kim Jong-un, así como las negociaciones impuestas a USA por los insurgentes afganos.
Lavrov rechazó que Moscú persuadió a Maduro Moros de no huir del país durante el fallido golpe de Estado. Historieta inventada por Bolton, amén de la presencia de militares cubanos –sobre los que parlotea Jorge Castañeda y ahora Héctor Aguilar Camín–, el supuesto compromiso de Vladimir Padrino con los golpistas y sus patrones en Washington. Cuentos para justifica el fracaso estrepitoso del cómico Guaidó, si no estuviera de por medios la vida y tranquilidad de muchos venezolanos.
No le falta razón a Ángel Guerra Cabrera al concluir que a EUA le quedan dos opciones: la intervención militar directa o el diálogo y la negociación que propone el presidente de México, y es lo más conveniente para todas las partes involucradas. Pero de la crisis en que se internó la política de Trump hacia Maduro no se percata el magnate inmobiliario, mas sí calienta al Caribe y América Latina.
La denominada escaramuza golpista, encabezada por el dueto de líderes muy violentos de Voluntad Popular, Leopoldo López y Juan Guaidó –autoproclamado presidente encargado de Venezuela por decisión de Donald Trump y el trío de súper halcones que trabajan junto a Mike Pompo por la remoción de Nicolás Maduro del Palacio de Miraflores–, pone en relieve más allá de los hechos del lunes 30 y la narrativa para justificarlos de la dictadura mediática global, una crisis en la estrategia imperial contra Venezuela.
Estrategia apoyada en distintos grados y condicionamientos por la Unión Europea, el Grupo de Lima y la minoría de la OEA. Lo que a coro llaman “unos 50 países” y nada dicen de los 143 restantes.
Crisis de la política contra la autodeterminación de los venezolanos –auspiciada ésta por México, Uruguay, Bolivia y 15 estados de la Comunidad del Caribe, con la simpatía de Estados de los cinco continentes–, y que fue advertida por expertos estadunidenses en seguridad nacional, agrupados en Veteranos Profesionales de Inteligencia por la Cordura y que desde hace un mes advierten puede provocar una guerra entre Estados Unidos y Rusia.
Los 22 expertos estiman que los asesores de la Oficina Oval tienen un “desconocimiento fundamental de los militares venezolanos”. No valoraron que la “mayoría de los oficiales piensan que (el chavismo) introdujo cambios históricamente necesarios en el país, entre ellos la inclusión política de los pobres”. Y critican por contraproducentes las “continuas insinuaciones de intervención militar”. Su equipo, dicen, mostró falta de comprensión del nacionalismo en Venezuela. Las amenazas llevan a muchos venezolanos “a cerrar filas en torno a Maduro, y no a rechazarlo”.
La estrategia de Marco Rubio, John Bolton, Elliott Abrams y Mike Pompeo sostienen que “fue y sigue siendo errónea”. J. Jesús Esquivel, corresponsal en Washington del semanario Proceso y Radio Centro percibe que el trío de halcones se sobrepone a Pompeo.
Sin el auxilio del trío delincuencial, Pompeo se enfrascó en una tensa conversación telefónica con el canciller ruso en la que amenazó al mejor estilo del verborreico Trump (recuérdese la amenaza del uso del arma nuclear contra Corea popular), que EU “está preparado, de ser necesario, para intervenir militarmente en Venezuela”, y exigió a Serguei Lavrov, “cese el apoyo al presidente venezolano”, ya que “su injerencia en la nación petrolera es desestabilizadora”.
El ruso le advirtió que de continuar Washington con acciones agresivas (contra Caracas) “podría tener como resultado las más graves consecuencias”. Y esto supera la retórica después de la derrota del Pentágono en Siria, aliado de Rusia y antes de la Unión Soviética; la incapacidad para subordinar al presidente Kim Jong-un, así como las negociaciones impuestas a USA por los insurgentes afganos.
Lavrov rechazó que Moscú persuadió a Maduro Moros de no huir del país durante el fallido golpe de Estado. Historieta inventada por Bolton, amén de la presencia de militares cubanos –sobre los que parlotea Jorge Castañeda y ahora Héctor Aguilar Camín–, el supuesto compromiso de Vladimir Padrino con los golpistas y sus patrones en Washington. Cuentos para justifica el fracaso estrepitoso del cómico Guaidó, si no estuviera de por medios la vida y tranquilidad de muchos venezolanos.
No le falta razón a Ángel Guerra Cabrera al concluir que a EUA le quedan dos opciones: la intervención militar directa o el diálogo y la negociación que propone el presidente de México, y es lo más conveniente para todas las partes involucradas. Pero de la crisis en que se internó la política de Trump hacia Maduro no se percata el magnate inmobiliario, mas sí calienta al Caribe y América Latina.
La denominada escaramuza golpista, encabezada por el dueto de líderes muy violentos de Voluntad Popular, Leopoldo López y Juan Guaidó –autoproclamado presidente encargado de Venezuela por decisión de Donald Trump y el trío de súper halcones que trabajan junto a Mike Pompo por la remoción de Nicolás Maduro del Palacio de Miraflores–, pone en relieve más allá de los hechos del lunes 30 y la narrativa para justificarlos de la dictadura mediática global, una crisis en la estrategia imperial contra Venezuela.
Estrategia apoyada en distintos grados y condicionamientos por la Unión Europea, el Grupo de Lima y la minoría de la OEA. Lo que a coro llaman “unos 50 países” y nada dicen de los 143 restantes.
Crisis de la política contra la autodeterminación de los venezolanos –auspiciada ésta por México, Uruguay, Bolivia y 15 estados de la Comunidad del Caribe, con la simpatía de Estados de los cinco continentes–, y que fue advertida por expertos estadunidenses en seguridad nacional, agrupados en Veteranos Profesionales de Inteligencia por la Cordura y que desde hace un mes advierten puede provocar una guerra entre Estados Unidos y Rusia.
Los 22 expertos estiman que los asesores de la Oficina Oval tienen un “desconocimiento fundamental de los militares venezolanos”. No valoraron que la “mayoría de los oficiales piensan que (el chavismo) introdujo cambios históricamente necesarios en el país, entre ellos la inclusión política de los pobres”. Y critican por contraproducentes las “continuas insinuaciones de intervención militar”. Su equipo, dicen, mostró falta de comprensión del nacionalismo en Venezuela. Las amenazas llevan a muchos venezolanos “a cerrar filas en torno a Maduro, y no a rechazarlo”.
La estrategia de Marco Rubio, John Bolton, Elliott Abrams y Mike Pompeo sostienen que “fue y sigue siendo errónea”. J. Jesús Esquivel, corresponsal en Washington del semanario Proceso y Radio Centro percibe que el trío de halcones se sobrepone a Pompeo.
Sin el auxilio del trío delincuencial, Pompeo se enfrascó en una tensa conversación telefónica con el canciller ruso en la que amenazó al mejor estilo del verborreico Trump (recuérdese la amenaza del uso del arma nuclear contra Corea popular), que EU “está preparado, de ser necesario, para intervenir militarmente en Venezuela”, y exigió a Serguei Lavrov, “cese el apoyo al presidente venezolano”, ya que “su injerencia en la nación petrolera es desestabilizadora”.
El ruso le advirtió que de continuar Washington con acciones agresivas (contra Caracas) “podría tener como resultado las más graves consecuencias”. Y esto supera la retórica después de la derrota del Pentágono en Siria, aliado de Rusia y antes de la Unión Soviética; la incapacidad para subordinar al presidente Kim Jong-un, así como las negociaciones impuestas a USA por los insurgentes afganos.
Lavrov rechazó que Moscú persuadió a Maduro Moros de no huir del país durante el fallido golpe de Estado. Historieta inventada por Bolton, amén de la presencia de militares cubanos –sobre los que parlotea Jorge Castañeda y ahora Héctor Aguilar Camín–, el supuesto compromiso de Vladimir Padrino con los golpistas y sus patrones en Washington. Cuentos para justifica el fracaso estrepitoso del cómico Guaidó, si no estuviera de por medios la vida y tranquilidad de muchos venezolanos.
No le falta razón a Ángel Guerra Cabrera al concluir que a EUA le quedan dos opciones: la intervención militar directa o el diálogo y la negociación que propone el presidente de México, y es lo más conveniente para todas las partes involucradas. Pero de la crisis en que se internó la política de Trump hacia Maduro no se percata el magnate inmobiliario, mas sí calienta al Caribe y América Latina.