Por Jorge Martínez
Tuxpan, Veracruz, tiene dos personajes ilustres, de dimensión nacional: Jesús Reyes Heroles y Enrique Rodríguez Cano. De este último, el puerto lleva sus apellidos como rubrica oficial: Tuxpan de Rodríguez Cano.
Y así como hay lustre de sobra en esos personajes, su descendencia ni remotamente está a su altura, allí están los hijines del maestro Reyes Heroles, unos dedicados de lleno a los negocios, no tan limpios como parecieran, dice vox populi, y otros que hacen un esfuerzo intelectual, pero ninguno le llega a los talones al padre.
Por el lado de Rodríguez Cano, anda por ahí en el puerto un sobrino nieto del prócer tuxpeño, Juan José Cano Valdez, mejor conocido como “Lord no estoy tomando” quien se hizo famoso al ser sorprendido por la policía cuando libaba en la vía pública a bordo de un automotor colmado de sixs de cerveza.
Las redes sociales lo exhibieron gritando: “no estoy tomando, no estoy tomando”. Fue remitido a la autoridad y luego de pagar la multa, dice radio pasillo, siguió la fiesta y la cruda fue de pronóstico reservado.
Para lavar su imagen, desde entonces Juan Cano hace su esfuerzo y se autonombra “El amigo Cano” con su oficio de revendedor de quesos, pues quiere… ¡ser presidente municipal!
Y es que Juanito se cree político, ya anduvo en el PRI, el PAN y PRD, chaqueteo, luego militó en el Verde, volvió a chaquetear… Luego creyó que tenía patas para gallo y se fue a Movimiento Ciudadano soñando con gobernar el puerto.
La encuestas ubican a Cano en sexto lugar de las preferencias, muy lejos de los punteros, y si tiene la candidatura de MC es gracias a que un personaje de la Ciudad de México intercedió por él, a petición de parte y finos vinos de por medio, frente al dueño del partido, Dante Delgado, quien accedió a darle la candidatura a pesar de que los números no le daban la mínima posibilidad.
Por supuesto, Juanito Cano se hizo el desentendido a la hora de pagar cuentas, igual trastada le hizo a un consultor en comunicación política también de la Ciudad de México a quien no pagó ni los gastos mínimos de la campaña profesional que le mandó hacer a través de un primo suyo, Juan Loya, diseñador gráfico avecindado en la CDMX.
Resulta que Loya le rogó a su amigo el consultor, por una amistad de años, que apoyara a su primo “que podría ser presidente de Tuxpan”.
El consultor profesional accedió a platicar con Juan Cano, vía zoom, y en apoyo al amigo sacrificó costos y sólo pidió de inicio le depositaran 20 mil pesos para la búsqueda de insumos básicos, luego hablarían de lo importante.
El despacho del consultor trabajó a todo vapor y en una semana tenía la campaña. Cuál sería la sorpresa del comunicador que al llegar a Tuxpan lo esperaba el aspirante con un grupo de 40 personas ante quienes le pidieron que hablara. ¿Y yo porqué? Dijo, ese no es mi trabajo.
Le suplicaron que lo hiciera, casi lo obligaron. Con los ojos cuadrados accedió y salió al paso, pero allí se dio cuenta que estaba con improvisados de la política, de esos que solo buscan los beneficios del poder, pero no tienen la mínima idea de lo que es la política profesional y la administración pública.
Juan Cano no pagó nada. Quería que el consultor le coordinara su campaña a lo que el profesional se negó pues no es de Tuxpan y quien ocupe ese cargo debe conocer a la perfección el territorio y su gente, a los grupos políticos, a las organizaciones sociales y a los medios de comunicación.
Hubo molestia del “amigo Cano” por la negativa del consultor. En su infinita ignorancia política resultaba evidente que lo que buscaba es que otros le hicieran el trabajo duro. Lo suyo lo suyo son los beneficios del poder y a los costos a pagar les hace fuchi.
Cano ni siquiera tenía la candidatura cuando ya repartía cargos y el consultor en comunicación política le ayudó a conseguir la nominación a través de sus contactos. Una vez con la candidatura en la bolsa, Juanito chifló disimulado y se hizo de la vista gorda.
Total que el “amigo Cano” no pagó ni un centavo por la campaña política profesional que mandó a hacer a través de su primo Loya pues ni siquiera sabe eso con qué se come, ni pagó por los costos económicos de la obtención de la candidatura realizada a través del cabildeo con la dirigencia nacional del MC.
Las dirigencias estatal y municipal del partido naranja sabían muy bien que Cano no daba el ancho.
Y así, ese candidato transa anda muy orondo en campaña, usando gratis las ideas de otros y ofreciendo a los tuxpeños “un gobierno honesto y eficiente”. Así es de caradura.
Muy muy lejos está el supuesto “amigo Cano” de su ilustre tío abuelo don Enrique Rodríguez Cano, a quien ni siquiera conoció en persona, pero bien que explota su legado, lo cual también es una transa intelectual del oportunismo político.
Lo único que le aprendió Juanito Cano al tío abuelo es que era ingeniero civil y le copió la profesión, pero a lo mejor ignora que Rodríguez Cano murió de cirrosis hepática y allí sí, “Lord no estoy tomando” hace honor al legado familiar.
Juan Cano revende quesos ¿cuál será el más gacho de los productos que comercializa? ¿Ese que lo retrata de cuerpo completo…? ¿Será acaso el ques… ojeis?
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